Revelaciones I

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I

En el camino se habían encontrado con un grupo de enanos que estaba llevando mercancías y a un grupo de mujeres y niños rescatados de la guerra lejos de ésta, o más bien, a sitio seguro. Viajaban con la intención de encontrarse con el ejército temerio en el camino a Sodden. De ello, ya había pasado cinco días.

Geralt sabía que, había veces, que caminar en grupo era más seguro para llegar a destino, especialmente cuando tenía dos trovadores a su cuidado... Lo que también sabía el brujo, era que los venían siguiendo desde hacía tres noches, pero no había dicho nada a Jaskier para evitar oír sus lamentos al respecto.

El líder de los enanos se llamaba Zoltan Chivay y tenía un séquito de los de su raza que acompañaba. Jaskier rápidamente se había mimetizado con el grupo, canturreando canciones obscenas y riendo por las elocuencias del grupo. Ojazos iba al lado del brujo, montada en Pegaso, molesta por la incomodidad que le provocaba su vestido para aquel viaje. Ya había dicho, no en pocas ocasiones, que deseaba comerciar en un sitio "digno de una dama" para comprar atuendo adecuado. Geralt notaba las miradas furtivas que de tanto en tanto le dedicaba, pero también sabía, que desde aquella vez que había golpeado a Jaskier durante la discusión respecto a Ciri, ella se había molestado con él, porque desde entonces, lo había tratado con desprecio, haciéndole pagar, en cada oportunidad que tenía, por el trato injusto al trovador.

- Oye, Geralt... - interrumpió Ojazos el silencio entre los dos. – Por curiosidad te pregunto. Aquí, donde la muerte nos rodea y la atronadora voz del silencio sin retorno nos aqueja – el brujo pensó que poetizaba hasta al hablar. A veces también le sucedía a Jaskier, lo hacían cuando estaban absortos en pensamientos. - ¿Qué bestias podríamos encontrar?

- De todo tipo. La respuesta que buscas, sería amplia. – respondió Geralt. - ¿Te refieres, quizás, a los ghules?

- No albergo idea contraria de que ellos estarán, sin dudas, en estos sitios... Pero me refiero a algo más siniestro, que acongoja mis pensamientos... - la poetisa guardó silencio. – He oído hablar a las mujeres que custodian los enanos, de rumores de un vampiro por estas zonas... un chupa sangres que ha estado matando sin reparo a los que han logrado sobrevivir. – Ojazos señaló el terreno que transitaban. Geralt lo observó: rodeados de cadáveres, amontonados en fosas comunes mal y rápidamente hechas, sin haber sido incinerados, sin haber sido tapados. Podredumbre, pestilencia, abandono y muerte.

- Los vampiros no se nutren de los muertos. – ella lo miró rabiosa.

- Eso ya lo sé. No soy idiota. – él sonrió.

- Bueno, que no he tenido por intención insultarte.

- ¿De qué son capaces los vampiros? Tú de esto, sabes.

- Algunos son insensibles al fuego. – dijo el brujo. – Pueden hacerse invisibles cuando lo desean. - Essi se estremeció – Pueden hipnotizar con la mirada, producir un sueño profundo. Tomar forma de murciélago y volar como éste. No sé qué más podrían hacer. Sospecho que lo pueden hacer por las noches y durante la luna llena, pero no estoy seguro. – ella no se mostró satisfecha con la respuesta, él le sonrió. - ¿Esperabas más certezas por mi parte?

- Por supuesto, eres brujo. – le dijo. - ¿No deberías saberlo todo sobre monstruos?

- El "saber todo" se les escapa a todos, Ojazos... - ella le sonrió. Por primera vez en mucho tiempo, pensó él. Comenzaba a ceder, porque la artista había notado que Jaskier también comenzaba a perdonarlo, Geralt lo comprendía y no podía echar culpas. Lo había herido fuertemente a su hermano.

- Mañana será una noche de luna llena... - susurró la trovadora.

- Si algo llegara a suceder... no temas. – ella lo miró. – Después de todo, es a lo que me dedico. – ella sonrió.

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