Extrañas compañías IV

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Geralt estaba sentado al lado de Jaskier en el interior del bosquecillo que Regis había elegido para pasar la noche. El vampiro, tenía que admitir, había montado guardia de forma efectiva, lo sabía porque él no había pegado ojo en toda la noche, pensativo por la revelación de que Cahir tenía los mismos sueños que Jaskier y él y porque no iba a dejar a todos a merced de un vampiro... aunque le hubiera salvado la vida.

Sintió una queja por parte del poeta y lo miró rápidamente, notó que arrugó la nariz y abrió sus ojos. Estaba algo pálido, pero se encontraba bastante repuesto. Se sentó a su lado y llevó su mano sobre la frente. - Oh, este vendaje está a presión. Me hace explotar la cabeza. - se quejó Jaskier. - ¿Qué sucedió? ¿Me desmayé?

Geralt no respondió.

- He dormido muy bien... - susurró el poeta. - No tuve un solo sueño.

- Eso es porque te he dormido con mis poderes. - dijo Regis a su lado, Jaskier levantó su mirada y recordó todo de golpe.

- Oh, eres vampiro... - afirmó. - Y Cahir sueña con Ciri... - susurró. Miró a Geralt. - ¿y los demás?

- Cahir, después de la discusión, durmió, se levantó temprano y desapareció entre los arbustos. No ha vuelto. - explicó, sereno, el vampiro. - Ojazos está buscando algo para comer... Geralt no nos habla y tu tienes que cambiarte el vendaje. - Regis fue a buscar su maletín médico y se acercó a Jaskier para limpiar la herida.

Se la quitó con cuidado, el poeta se quejó un poco, pero dejó que lo limpiara. Una vez finalizado, Jaskier se puso de pie. - Vamos a buscar a Ojazos. No está bien que la dejemos sola. - El vampiro estuvo de acuerdo. - ¿Dónde está?

- En el canal ribereño. Aquí cerca. Vamos. - los dos comenzaron a caminar. Al no sentir a Geralt, Jaskier se giró.

- ¿No vienes? - El brujo estaba rabioso, a pesar de su propia naturaleza tranquila. Se sentía triste, enfadado y pensativo. - Geralt... no sumas en nada con esa actitud. Debemos ir a Nilfgaard... y si somos este extraño grupo, pues este extraño grupo seremos. Levanta el culo y ven para acá. - el brujo lo miró y, una vez más, se admiró por la capacidad de seguir adelante del trovador. Sabía que estaba destrozado por dentro, del mismo modo que lo estaba él, pero enfrentaba la situación, ¡demonios! Incluso enfrentaría a Cahir, a pesar de que, estaba convencido, la información que el nilfgaardiano había dado durante la discusión de la noche anterior, había afectado más a Jaskier que a él. Y si alguien le quedaba dudas, solo había que recordar que el poeta se había empapado en sangre y mareado, solo con la mención de que Ciri se enlazaba, también, al nilfgaardiano en sueños.

Geralt se puso de pie en silencio, molesto y los siguió desde la distancia. - Déjalo. Cuando se pone así es mejor dejar que se le pase. - escuchó que Jaskier le explicaba al vampiro.





Ojazos tenía una cañita en sus manos que parecía de esas que se usaban para pescar. Jaskier se extrañó de no verla con su vestido y notó que llevaba una camisa y pantalón, botas de cañas altas y guantes, cabello recogido y estaba metida en el agua, por encima de los tobillos. No los había oído llegar. Geralt se acercó a la orilla, pero del otro lado de ellos y se sentó sobre una roca grande, pensativo.

- ¡Ojazos! - gritó Jaskier y se acercó a ella, con el vampiro. Ella se giró, se limpió el sudor de la frente y sonrió, con su perfecta sonrisa. "¡Jaski!", escuchó y la tomó en brazos cuando saltó sobre él. - Me ensucias... - se quejó el poeta.

- Mira lo que encontré. - le dijo, lo tomó de la mano y tiró de él hacia la orilla. - Regis, ven también. - el vampiro se acercó.

- Un bote viejo. - dijo Regis, para nada sorprendido.

Lanza una moneda a tus brujosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora