Recuperando al poeta/Perdiendo la inocencia III

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Jaskier caminó en un bosque que no conocía. El ambiente era húmedo, sofocante. El suelo chorreaba exceso de agua en cada paso que daba y gracias a ello, si se movía con lentitud, no se lo oía. Él escuchó la voz de dos mujeres, una de ellas era Ciri, lo supo de inmediato.

Y en ese momento comprendió que estaba en un sueño.

A pesar del ensueño, su corazón latió con rapidez, como le pasaba cada vez que entraba a aquellos sueños con tintes reales. Y, como siempre sucedía, la curiosidad fue más fuerte que él, así que el poeta se escondió detrás del tronco de un árbol, apoyó sus manos sobre la corteza y espió aquel sitio del que había llegado las voces.

Ciri estaba frente a una joven mujer, posiblemente de su misma edad, también maquillada en exceso y con el cabello cortado al ras, rubio. Discutían. Se gritaban, se golpeaban. Jaskier sintió una puntada en el pecho. Aquella era la muchacha que había nombrado Geralt... la que tomaba su mano.

- ¡¡Eres una puta de mierda!! – le gritaba la mujer de cabello corto a Ciri, desbordada por las emociones. - ¿Por qué sigues rechazándome? ¿Acaso quieres que te coja Kayleigh? ¡¡Dime qué mierda te pasa!! – le dio vuelta la cara de una cachetada. La piel de Ciri resonó al contacto con aquel golpe. Luego la mujer de cabellos cortos se prendió de los cabellos cenicientos de Ciri y la estampó contra el tronco de un árbol y comenzó a besarla. Jaskier sintió rabia, ¡que no la tocara!

Pero no tuvo necesidad de intervenir, Ciri le dio un codazo efectivo que la hizo sangrar, acompañado de un rodillazo rápido y luego una patada. La mujer de cabellos cortos cayó al suelo y sollozó. - ¿Qué te sucede, Falka?

Falka...

- No vuelvas a tocarme si no lo deseo, prostituta barata. Eres tan poco que ni los violadores te quisieron y te desecharon en aquella fosa de cadáveres. Hijo de puta, mal cogida.

Jaskier se estremeció por las palabras de Ciri, ¿o era Falka? – A mí nadie me dice que hacer... - continuó Falka. – Y bien lo sabes. No vuelvas a tocarme, porque sin mano te quedarás la próxima vez y si vuelve a haber otra, te quitaré la vida. Puta lastimosa. Arrastrada.

Ciri se dio la vuelta, pasó al lado de la mujer que lloraba, le dio una patada en el rostro y se alejó.

Jaskier permaneció allí sin aliento, estupefacto. No terminaba de asimilar lo que había visto y oído, ¿acaso ésta era la Ciri de los tiempos que transitaban? ¿Acaso Falka dominaba a su noble Ciri?

La mujer de cabellos cortos no paraba de llorar. Jaskier sintió compasión. No supo por qué, pero no pudo dejarla tirada de aquel modo. De haber sido diferente, de haber sido él, quien yaciera en el suelo por los insultos y golpes de Ciri, probablemente no habría sido capaz de ponerse en pie sin ayuda.

Así que, Jaskier caminó hacia la hija del odio.

La mujer escuchó el sonido de sus pasos y se giró con rapidez hacia él. Se puso en pie, tomó unas dagas y lo enfrentó. – Tranquila. – dijo él, levantando las manos. – Estoy desarmado ¿Ves?

Mistle saltó sobre él y casi le cortó el cuello, pero él resbaló por la humedad del suelo y cayó, boca arriba, sintiendo las hojas húmedas abrazar su nuca y zafando del degüelle. La mujer se le tiró encima, dispuesta a asesinarlo, él tomó sus muñecas. - ¡¡Ey!! Espera, ¡solo quería ayudarte!

- Un hombre solo ayuda muerto, violador de mierda. – Y Jaskier comprendió... Estas mujeres habían sido víctimas de abusos que habían hecho que los odiaran, a todos por igual. No importaba nada, excepto el género. Se sentían a salvo entre ellas, desprotegidas con ellos. Pero aún así, él las había visto a aquellas dos, y era totalmente insana la relación que tenían. Llena de golpes, insultos, supuso que sexo de reconciliación y derroches de más insultos.

Lanza una moneda a tus brujosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora