Línea del destino I

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I

Jaskier sabía que el castillo de Beauclair era de una belleza élfica inestimable, pues había sido construido sobre civilización de elfos. Por supuesto que, modificado con los años, con arquitectura humana, de la mano de Peter Faramod, famosísimo arquitecto por aquellas tierras ya que tenía la virtud de trabajar sobre edificios élficos, logrando similitud entre unas construcciones y otras. Aunque, en opinión del poeta, aún se podía distinguir claramente dónde comenzaba el trazo élfico y dónde terminaba el humano.

El castillo en sí mismo, era una poesía maravillosa, capaz de inspirar hasta al menos dotado. La condesa Anna era amante de la jardinería y las flores, así que contaba con un exquisito patio asistido por no menos de cincuenta jardineros que se habían encargado de que hubiera flores y muchos colores naturales durante todo el año.

A los pies del majestuoso castillo, se extendía la ciudad pintoresca y con población bastante animada, según opinión del artista, por la que ellos ahora transitaban.

De todas formas, Jaskier no necesitaba un nuevo vistazo alrededor para saber cómo era la monarquía de Anna. Ella era una condesa benevolente y amante de los acuerdos entre ciudadanos. Siempre dispuesta a escuchar, pero al final, se terminaba haciendo según su consideración, como en toda monarquía, por supuesto. También sabía que le gustaba agasajar bastante seguido a sus habitantes, con fiestas tradicionales, más seguido que en cualquier otro sitio del Sur (y del Norte).

Cabalgaron en un silencio impropio del poeta, pero Jaskier no tenía ánimos para charlas. Se sentía en una encrucijada interna: por un lado, sabía que Anna querría volver a retomar aquel romance apasionado que habían llevado adelante, pero, por otro, su corazón era de Cirilla, le pertenecía a ella. Y, para sumar dramatismo, Anarietta de Beauclair era prima de Cirilla de Cintra. Él lo había sabido hacía poco tiempo, luego de estudiar la dinastía cintriana.

Cuando Jaskier se pudo dar cuenta, los caballos estaban atravesando una ciudad bulliciosa. Las personas trabajaban, charlaban, comerciaban, reían. Niños corrían y gallinas saltaban asustadas cuando los críos daban trotes repentinos sobre las callecitas. Un gato, aquí, un perro, allá.

Una ciudad sin guerra. Un paisaje que, por poco, casi olvido.

Jaskier percibió de inmediato olor a mosto fermentado, tan característico como era en este sitio, donde hacían los mejores vinos, o uno de los mejores. Oh, emborracharme aquí había sido divertido. El poeta sonrió recordando. El gusto de lo refinado y de lo caro. Me recordó a mi hogar, cuando mis padres no estaban encima de mí molestándome por mis excesos...

Un día tendré que ir a casa, de nuevo. Cuando todo esto termine, volveré y tendremos la charla pendiente... Ya ha pasado demasiado tiempo sin que nos dirijamos la palabra... Y yo ya no soy el joven rebelde que dejó su hogar a los 17 años...

Un oscuro parque lleno de álamos, tejos, agracejos y otros árboles los recibió. – Oh, vaya. Esto es tan hermoso como me lo contaste, Jaskier... - dijo Ojazos a su espalda. – Es realmente un cuento de hadas. – él sonrió. Lo era. Había sido sitio de inspiración durante muchos meses para el poeta.

El trovador continuó viendo y ante ellos, les dio la bienvenida una plantación simétrica y bellísima de rosadales, macizos de rosas y ranúnculos, las más importantes variedades de multiflora y de centifolias. - ¡Oh, mira! – Ojazos señaló al frente. - ¡¡Cuántos ranúnculos florecidos!! Oh, esto es precioso. – Los ranúnculos son nuevos, Anna los agregó en estos últimos años, luego de la muerte de Raimundo, sin dudas... Oh, Anna anhela volver a verme... No me ha olvidado, dioses... - ¡¡Es bellísimo!! Oh, no bien ponga pie sobre tierra correré a buscar pluma y papel y comenzaré a escribir romances... - parloteaba Essi sobre su espalda. – Oh, ¡gracias Jaskier por permitir que te acompañara! ¡Este sitio es precioso!

Lanza una moneda a tus brujosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora