La despertó el calor. Le hizo volver en sí el bochorno que quemaba la piel como el hierro del verdugo.
Intentó mover la cabeza, le explotó de dolor. No importó. Se obligó a levantarla. La sangre coagulada estiró su piel quemada por la roca que ardía con el Sol en el cielo, sobre la que había perdido la consciencia. Ciri tosió, carraspeó, escupió arena con una densa y pegajosa saliva. Se incorporó sobre los codos, luego se sentó y miró alrededor.
Por todos lados la rodeaba una llanura pedregosa. Sobre la llanura, muy alto, el Sol. Ardiente, enorme, dorado, que volvía amarillo el cielo al completo y alteraba la visión con su brillo cegador.
¿Dónde estoy? ¿Yennefer? ¿Jaskier? Miró otra vez a su alrededor. Soledad.
Otra vez estaba sola.
Ciri recordaba el beso... luego a Yennefer, finalmente se había perdido y había abierto sus ojos aquí. Sola. Otra vez estaba sola.
Ciri no sabía cuántos días llevaba arrastrando su cuerpo sin comida ni agua, mendigando gotas de rocío por la noche, cuando la inclemencia del Sol cesaba... Su piel ardía como nunca antes. Estaba tan quemada que ardía como si la hubieran metido en agua en ebullición. Ardía. Ciri a veces deliraba. A veces lo veía, su sonrisa, sus abrazos. Pero al final, despertaba.
Estaba sola. Otra vez sola.
El hambre y la sed superaron su cansancio y resignación. Tropezando emprendió nuevamente una marcha. El Sol quemaba. Pero ella siempre sabía dónde ir...
La noche fría le dio consuelo. Hija de la noche. Jaskier la había dejado, como todos. Como el brujo, como Yennefer, como su abuela, como su madre. Siempre la dejaban.
Hija del Fuego ¡Falka! No, no, aquella idea le daba miedo. No. No.
Visualizó una cordillera a lo lejos. Allí, allí iría.
Andaba. La cordillera montañosa a la que se dirigía no se había acercado ni un poquito.
Aquel día se desmayó. Volvió sobre sí. La piel quemada. Era otra vez de día. El Sol la carcomía. Las piedras ardían por la mañana. La cordillera montañosa estaba más cerca. Allí tenía que encontrar agua. Se puso de pie, sus piernas temblaron, cayó. La roca le quemó. Rompió en llanto. No salieron lágrimas. No había agua en su cuerpo.
Jaskier... me has dejado también. Como todos...
Todo se volvió oscuro.
Cuando volvió a recuperar el sentido no se acordaba de en qué momento había caído. No recordaba cuánto tiempo había estado tendida ¿Un día? ¿Una semana? ¿Un mes? Todo daba igual.
Recordó su sonrisa, no le importó. Nada le importaba. Olvidó sus ojos. Ya nada importaba.
Miró hacia arriba. Otros dos buitres se habían unido al que ya había estado girando alrededor de ella. Sonrió. Iba a morir. Al fin... iba a morir...
Festín de cuervos.
Una hoguera bramaba. Ella la había encendido. Alguien le había dicho que nunca usara la fuerza del fuego, ¿quién? Fuego.
La fuerza explotó, la llenó de euforia, una euforia salvaje. Ojos celestes, ¿a quién habían pertenecido? ¡¡Fuego!! ¡¡Fuego!!
Alzó las manos abruptamente, gritando hechizos y aullando invocaciones. No las entendía, no recordaba cuándo las había aprendido o si siquiera lo había hecho. Eso no tenía importancia. Volvió a encontrar euforia. Sentía la Fuerza, sentía el poder, ardía con el fuego. Era fuego. Temblaba a causa de la fuerza que la embargaba.
Lo puedes todo, susurraban las llamas... posees nuestra fuerza, lo puedes todo. El mundo está a tus pies. Eres grande y poderosa.
¡Eres poderosa! Aquellos que te hicieron daño no sabían con quién se mentían... Una mujer apareció, tenía largos cabellos y reía desquiciada ¡Véngate! ¡Hazles pagar! ¡Hazle pagar a todos ellos! ¡A quienes te hicieron daño! ¡A quienes te mintieron y no cumplieron promesas! ¡A los que te abandonaron! ¡Que tiemblen de miedo a tus pies! ¡Que mendiguen piedad! ¡Pero tú no haz de conocer la piedad! ¡Hazles pagar! ¡¡VENGANZA!!
Cadáveres, Ciri vio cadáveres. Pero conocía sus rostros... Filas de horcas, montañas de cadáveres. Cadáveres de nilfgaardianos, de los que conquistaron y aniquilaron Cintra, los que asesinaron al rey Eist y su abuela, aquellos que mataron a la gente de la ciudad. En una horca colgaba el caballero con armadura negra, su rostro azul e hinchado, moscas le revoloteaban. Al final, no le había perdonado. Ella había creído que había detenido su venganza, pero no. Lo había ahorcado, no le había cortado la cabeza, le había atado una soga al cuello. En un palo convulsionaba Vilgefortz, sobre sus pies yacía Yennefer desnuda, con sangre en sus genitales y palos quebrados, también con sangre. La había apaleado hasta matarla, por haber tirado de su brazo, ¿de su brazo? ¿qué? Ciri giró su rostro. Geralt. Geralt tenía la espada atravesada por el pecho. La espada era la de ella, la de Kaer Morhen, de la bruja. Ciri sabía que era la sentencia por haberla abandonado. Triss estaba a su lado, decapitada. Por haberla abandonado también. Sintió la voz de un hombre sobre su espalda, ahogándose. Se giró, el poeta de ojos celestes tenía una daga sobre su garganta. Se había encargado que no volviera a cantar. Estaba de rodillas, al borde de la muerte. Él también le había mentido, la había dejado... también conocería su venganza.
Todos yacían muertos, menos el poeta. El poeta se debatía entre la vida y la muerte.
¡¡Sí!! ¡Todos te dañaron o quisieron dañarte! ¡Ódialos, porque ha llegado por ti EL TIEMPO DEL ODIO! ¡Mátalo, mata al poeta! Mátalo.
No. No. No.
¡Sí! ¡Sí! ¡¡Mátalo!! Sangre en tus manos, sangre en tus ropas ¡Arde! ¡Arde, Falka, arde!
- ¡No quiero ese poder! – gritó Ciri y dolió su garganta. - ¡Argh! – se estremeció. - ¡¡NO!! – se tiró al suelo. - ¡No quiero ese poder! ¡NO! LO RECHAZO, LO RECHAZO ¡¡JASKIER!! – corrió sobre él y lo tomó en sus brazos. - ¿Qué te he hecho? – lloró, pero no salieron lágrimas. Deliraba.
El poeta la miró y brotó sangre de su boca, le sonrió. – No hay nada en este mundo que puedas hacer que me avergüence... - le mintió. Sí podía hacer cosas que lo avergonzaran... como haber matado a Geralt... como haberle clavado aquella daga en la garganta. Sí que podía...
Jaskier suspiró y cerró sus ojos. El celeste de sus ojos se volvió negro. Murió por sus manos.
Abrió sus ojos, unos hombres la tenían. Caballos, muchos caballos. Hombres armados. Estaba alzada. Terror. Miedo. Soledad. Vergüenza. Abusos. Guerra. Odio... Otra vez ¡Arde, Falka, arde! NO.
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Lanza una moneda a tus brujos
FanfictionHISTORIA COMPLETA (¡¡Spoilers de los libros!!) Empecé esta historia con ganas de simplemente escribir... Pero a medida que lo fui haciendo me he dado cuenta que la historia que quiero contar es la de Jaskier... y Ciri. Sería algo así como seguir el...