Ardiente deseo III

70 6 1
                                    

Ciri soltó de su agarre al bardo que yacía apaciblemente dormido a su lado y se sentó en el suelo, lo que provocó que Jaskier abriera sus ojos de inmediato y vio a Ciri sosteniendo su cabeza.

- ¿¡Ciri!? – dijo atemorizado y la tomó en brazos. - ¿Qué sucede, cariño? - La voz innatural salió, mezclada con la de Ciri. Jaskier comprendió que la joven bruja comenzaba a dominar su parte médium.

- Tu destino se volverá a enlazar a Anarietta de Beauclair. – advirtió la Ciri médium, él la miró sorprendido por haber nombrado a aquella mujer. Anna, ¿por qué nombras a Anna? – Síguelo, transítalo Julian, sin restricciones, las líneas del destino trazan ese sendero. – El agarre de Jaskier sobre los brazos de Ciri fue un poco más opresivo. No podía creer lo que la médium estaba profetizando... Principalmente porque la amenaza bajo pena de muerte lo esperaba en aquellas tierras. - Pero ten cuidado, por los celos peligrará tu vida.

- ¿De qué hablas? – la voz de él tembló. - ¡Ciri! – la sacudió. – Regresa a mí, ¡Ciri!

- La línea marcada por el destino es retorcida, pero conduce hasta la torre. – dijo la médium. – Hacia el holocausto, la destrucción de los valores establecidos, del orden establecido. – Jaskier la miraba atemorizado, incapaz de comprender la situación que se desarrollaba. De pronto lo rodeó una estala mágica y él ya no estuvo desnudo, o lo estaba, pero realmente no importaba. Era como si cualquier acontecimiento o pudor de la tierra, fuera ajeno a aquella situación. De golpe, todo era extracorpóreo, como si él fuera un alma y no un ser vivo, como si su cuerpo yaciera en otro sitio, como si nada importara, solo las palabras de la Vidente.

Más tarde, si habría tenido que elegir palabras para describir dónde había estado con Ciri, la médium, diría que había sido como yacer dentro de una aurora boreal, sobre ésta y rodeado por sus reflejos luminosos. – Más sobre la torre yace la Golondrina. Símbolo de primavera y esperanza, flor de ranúnculo. – le interrumpió la vidente, él se estremeció. La herencia de Fiona y Amavet le habló directamente a él, se refirió como "flor de ranúnculo". El don de la Gran Vidente Adalia estaba contactando con Jaskier, el poeta no lo podía creer... y acababa de decir que Ciri era destrucción y esperanza, dos fuerzas opuestas en su ser, ¿acaso el poder de Falka y Riannon combatían dentro de la joven bruja? – Encuentra la espada. Encuentra la gwyhyr gnoma. Que se cumpla lo que se tenga que cumplir...

- Vidente... - Jaskier titubeó en sus palabras, la Vidente Ciri lo enfrentó con una mirada iluminada por magia, ya no percibía aquel color esmeralda que lo traía loco. - ... temo equivocarme, dañarla. Guíame, dime qué debo hacer para mantenerla a salvo. No sé qué se espera de mí o si se espera algo, siquiera. – el poeta sentía que el estómago se le revolvía, sentía miedo, pánico. Él no acostumbraba a creer en profecías, magia y aquellas cosas que siempre le habían excedido. Pero allí estaba, frente a la mujer que lo había deslumbrado y que era además de su amor, Vidente...

- Solo se salvarán los elfos que sigan a la Golondrina. La Golondrina, símbolo de la primavera, es la salvadora, aquella que abrirá la Puerta Prohibida, el camino de la salvación. La Puerta de los Mundos, el Portón del Tiempo. Tor Zireael.

- ¿Qué es Tor Zireael? – quiso saber el poeta, que poco comprendía de estos temas.

- Tor Zireael es un sueño. No se toca un sueño. Y bien que está... - respondió sin sentido alguno la Vidente. – Puesto que la Torre a los Sabedores sirve y aun a unos pocos Elegidos para los que el Portón del Tiempo son portones de esperanza y resurrección. – Jaskier miró a Ciri, a la médium sin comprender demasiado, pero podía extraer de aquellas confusas palabras que Ciri era una Elegida, ¿de qué? No sabía, pero ella era esperanza para los elfos, según había dicho... y resurrección, ¿para qué?

Lanza una moneda a tus brujosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora