Errando el destino III

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III

Jaskier salió fuera del castillo en medio del banquete. Tres meses de ausencia, tres dolorosos meses...

Dentro aún se oía los cantos y vítores de los presentes, cuando Ojazos interpretaba otra balada de él, pero el poeta simplemente ya no aguantaba más simular sonrisas y comodidad. Porque no lo estaba, no lo estaba desde que la culpa por haber abandonado a Ciri se había llevado su cordura.

Miró la noche estrellada e intentó proteger cada recuerdo del pasado, cada detalle, cada palabra con ella... Mientras él la recordara, ella seguiría viva, allí donde fuera que estuviera. Mientras él la tuviera presente en su ser, ella seguiría viva... el olvido... el olvido simplemente le resultaba por demás cruel... El olvido traería la muerte...

Jaskier sentía que se había perdido en la oscuridad... aquellos sueños que lo habían agobiado desde que ella se había ido, eran una advertencia del futuro, pero ¿por qué él los tenía? ¿Acaso era ella, tirando de él hacia donde fuera que estuviera? Pidiéndole que no se diera por vencido, que la recordara, que no la olvidara... Eran oleajes en ideas enlazadas y arremolinadas, dedos que se introducían en su mente y lo hacían divagar, les robaban las palabras, la expresión poética... Era una locura persistente rasgando su cordura.

Estaba harto de aquel remolino de pensamientos delirantes que surcaban su mente desde que Ciri había sido arrancada de sus brazos. Surcaban confusos, sedientos de él, de ella... Surcaban descontrolados por su cabeza y no podía ponerlos en orden. No tenía cordura, no tenía inspiración, no tenía paz... Solo la agonía de estar preso en lo que había sucedido y tener a Geralt cerca, otra vez, solo aumentaba su dolor.

Por primera vez en su vida, la presencia de Geralt le fastidiaba. Pero olvidarla, no era opción. No. No. Simplemente no. Él protegería sus recuerdos.

Sabía que no había sido honesto con el brujo, pero no tenía los huevos para serlo. Simplemente no podía. No podía nombrarla, no se animaba si quiera a nombrarla.

El pecho le dolió. Llevó sus ojos al cielo y recordó los suyos, como esmeraldas. La angustia lo invadió ¿Qué te sucedió? ¿Qué horrores te han perseguido desde que te arrancaron de mí? Cerró sus ojos. Solo perdóname, estés donde estés, Ciri, perdóname por no estar contigo, perdóname por errar el destino. Perdóname.

Por aquellos tiempos, Jaskier se encontraba en una contradicción tortuosa. Intentaba no pensar en Ciri con todas sus fuerzas, pero el temor lo acosaba cada vez, porque que el "olvido" tenía gusto a muerte... Pero tres meses le resultaba demasiado tiempo para su aflicción. Así que, en cada ocasión en la que ella volvía a sus recuerdos, él intentaba desviarlos. Y no lo lograba. En ese momento se daba cuenta de que, por doloroso que fuera, no la olvidaría. La mantendría viva en sus recuerdos, porque mientras ella viviera en él, estaría viva... ya que, pensar en que podría haber muerto era algo que no toleraba. Y no sabía cómo, pero tenía la certeza de que, si la olvidaba, la lanzaría hacia un consumado infierno. Allí, donde fuera que Ciri estuviera, había fuego a su alrededor... Y Jaskier no estaba seguro de que la jovencita no fuera la causante de la ardiente venganza. Solo lo sabía. Que no le preguntaran cómo, simplemente y llanamente lo sabía, pero no tenía palabras para expresarlo. Falka se había llevado sus palabras.

Y ni siquiera sé si sigues con vida... hermosa Ciri. Si tan solo no te hubiera besado, si me hubiera resistido a mis egoístas deseos, si me hubiera mantenido vigilante, alerta... Si no te hubiera apartado de Geralt... ¿Algo habría sido diferente? ¿Era el destino? ¿Todo lo que sucedió en Thanedd fue el puto destino jugando contigo y conmigo?

Jaskier sonrió, porque sabía que Ciri odiaría que él se arrepintiera de haberla besado y estaba seguro de que, ella jamás se arrepentiría...

Sin embargo, pensar que estaba viva, lo llevaba a pensar, inevitablemente, en que estaba sola y sin saber qué había sido de su suerte... era algo que lo carcomía desde el interior... Solo deseaba salvarla de cualquier peligro, pero ya era tarde. Aquella oportunidad la había perdido cuando la había besado y no se había dado cuenta de la infame traición de Yennefer.

Lanza una moneda a tus brujosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora