capitulo 2

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Londres, año 1945...



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Los primeros rayos de sol entraron por el enorme ventanal de la habitación donde dormía Hermione, sacándola del sueño espantoso que había tenido aquella noche. El engaño de su marido volvió a estar presente en su pesadilla, algo que no la había dejado descansar todo lo bien que necesitaba. Cuando se despertó, se inquietó al no saber dónde se encontraba, abrió los ojos como platos y tuvo que pellizcarse para comprobar que no era un sueño lo que estaba viviendo.

No reconocía aquella habitación donde había amanecido, era el doble de grande que el dormitorio de matrimonio de su casa. Su cama de forja había sido reemplazada por una de madera de roble con dosel, de la que caían unas finas cortinas de color granate con estampados en beige. Dirigió su mirada a la enorme ventana que daba a un amplio balcón, ocupando la mayor parte de la pared derecha y que estaba adornada con unas cortinas similares a las que colgaban del dosel de la cama. Su televisión había desaparecido y en su lugar, un gran armario del mismo tipo de madera que la cama con varias puertas y cajones, ocupaba toda la pared central. En la parte izquierda de la alcoba, había un tocador con algunos frascos de perfume y un peine de plata. Una silla tapizada con la misma tela beige que la colcha de la cama, completaba el perfecto conjunto de muebles. En la pared había un gran espejo colocado para que cualquiera que se mirase, pudiera verse de pies a cabeza y en el extremo de la habitación, había una jofaina para poder asearse.

No tenía ni idea de dónde estaba, pero lo que más le preocupaba no era eso, ¿cómo había llegado hasta allí?

Se levantó de la enorme cama y buscó con desesperación sus cosas para mandarle un mensaje a sus amigos, por toda la habitación. Tenía que mandar un mensaje a alguien que pudiera explicarle dónde estaba, necesitaba pedir ayuda. Sin embargo, no había ni rastro de sus pertenencias. Ni tan siquiera un teléfono. Para ponerse en contacto con Harry.

Unos golpes en la puerta le hicieron regresar rápidamente a la cama. Estaba asustada por desconocer a la persona que llamaba a la puerta e intentó refugiarse entre las sábanas. El miedo a un posible secuestro se apoderó de todo su cuerpo. Sin embargo, cuando escuchó una voz conocida al otro lado, pudo respirar más tranquila. Por lo menos alguien cercano a ella iba a poder explicarle dónde estaba y qué hacía allí.

—¿Estas despierta cariño? —preguntó una voz.

—eh... sí —respondió ella.

—¿Cómo amaneciste hoy, querida?

Una mujer entro en el cuarto y se acercó a la cama donde estaba acostada su Hermione, ésta se lanzó a sus brazos. La acunó con un fuerte abrazo como si fuera una niña pequeña. Hermione no daba crédito lo que veían sus ojos. Esa no era su madre...

EL RELICARIO MALDITODonde viven las historias. Descúbrelo ahora