Capitulo 46

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Finales de Diciembre...

Hermione llegó a San Mungo muy nerviosa. Era su segunda revisión con el doctor y si todo iba bien, podría ver en el monitor a su pequeño que ya estaría mejor formado. O por lo menos eso le había dicho el doctor en la primera visita.

Estar en la sala de espera era un verdadero suplicio para ella, viendo a todas esas parejas de magos que acudían a aquella cita ilusionados. No podía evitar pensar en Tom y en lo mucho que le hubiera gustado que él la acompañara también a sus revisiones. No había minuto del día en el que no pensara en él y con lo sensible que estaba por culpa del embarazo, se pasaba el día con el pañuelo en la mano. Cualquier motivo era bueno para que ella se pusiera a llorar.

El corazón de Hermione se aceleró en el mismo momento en el que la enfermera dijo su nombre. No podía controlar sus nervios, necesitaba saber que todo iba bien para poder respirar tranquila.

El doctor le preguntó qué tal había pasado aquellas semanas. La futura mamá le comentó que las náuseas eran menos frecuentes, pero no habían desaparecido. El doctor la tranquilizó diciéndole que era normal y que a muchas mujeres las ganas de vomitar la acompañaban durante todo el embarazo. La invitó a colocarse sobre la camilla, con las piernas en alto y Hermione supo lo que venía a continuación. Llevaba esperando aquel momento con mucho entusiasmo varias semanas y por fin iba a ver a su pequeño por primera vez.

Desde el momento en el doctor dijo un hechizo con la varita, una imagen salió de la punta de esta, Hermione no pudo dejar de llorar. El latido del corazón se escuchaba muy fuerte y a la vez muy rápido y Hermione se preocupó por ello.

—¿Esos latidos que se escuchan son su corazón? —preguntó sin apartar los ojos del monitor, con lágrimas en los ojos por la emoción. El médico asintió—. ¿No parece que late muy deprisa?

—Es normal señorita, a ellos siempre les late el corazón más rápido que a nosotros. No te preocupes porque eso está bien. ¿Has venido sola o está tu marido esperando ahí fuera?

—Soy madre soltera, he venido sola. ¿Ocurre algo? —El pánico se apoderó del cuerpo de Hermione cuanto vio que el gesto del doctor cambiaba a uno más serio—. Por favor, dime que mi hijo está bien. —Las lágrimas de Hermione en ese momento eran de terror.

—No te preocupes mujer, ya le he dije que todo está bien. Pero hay algo que no sé si será buena o mala noticia.

—Dígame lo que sea —levantó un poco la voz nerviosa.

—Enhorabuena, porque como bien intuí en la primera consulta, estás esperando mellizos.

Hermione sintió como el sillón en el que estaba sentada se movía, pero en realidad era su cuerpo que temblaba nervioso. No sabía si reír o llorar. Nada más recibir la noticia, se agobió muchísimo al pensar en el trabajo doble que tendría con dos bebés iguales. Sin embargo, cuando pensó el lado positivo, todos los miedos de una madre primeriza, más aún siendo de dos, se esfumaron. Sería doble trabajo, doble gasto, pero también doble alegría.

En ese mismo momento supo que aquella noticia era la mejor de su vida. Se sentía plena y rebosante de felicidad. Su vida había cambiado y aunque estuviera de nuevo en su época y lejos de Riddle, siempre tendría ese sentimiento hacia él. "Aunque él nunca llegará a saberlo."

EL RELICARIO MALDITODonde viven las historias. Descúbrelo ahora