capitulo 8

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A las seis de la mañana, Hermione ya estaba arreglada con su vestido color rosa de manga larga, un abrigo de color beige.

Llevaba más de veinte minutos asomada al balcón de su alcoba cuando vio aparecer en la lejanía a Tom Riddle caminando. Éste la contempló en el balcón, la saludó con la mano y ella bajó apresurada, pero con sumo cuidado de no ser descubierta por nadie. Su corazón aleteaba con energía y lleno de felicidad. Había esperado ese momento durante toda la noche.

Avisó a Abril que estaba esperándola en la cocina y salieron al exterior, para encontrarse con Tom. Había dejado una nota en su habitación, avisando de que había salido con su doncella. Así no se preocuparían por ella al no encontrarla.

—¡Buenos días señorita! —Sr. Riddle agarró la mano de Hermione y posó un tierno beso sobre sus nudillos.

—¡Buenos días Sr. Riddle! ¿pudo tele transportarse?

—Por su puesto. ¿Que esperaba, que fuera andando? — respondió Tom con una sonrisa a medio lado.

Por su puesto que no— respondió Hermione poniendo los ojos en blanco— lo digo porque, mi padre suele poner muchas protecciones alrededor de la casa.

Me subestima señorita, puedo hacer cosas que ni usted podría ni imaginar. — contesto Riddle con un tono de orgullo.

Hermione y Riddle caminaron en silencio durante un buen tramo del camino, seguidos por Abril que andaba varios metros más atrás, hasta que Hermione decidió romper el silencio que se estaba volviendo insoportable.

—Espero no haberle ocasionado problemas pidiéndole que me acompañe. Quizás he parecido muy atrevida por invitarle a venir conmigo.

—Por supuesto que no, su invitación me ha enorgullecido. Me apetece ir con usted para conocer a la anciana de la que me habló ayer. Pero cuénteme, ¿quién es?

Hermione le pidió a Abril que le hablara al Sr.Riddle de su abuela, del cuidado a sus hermanas desde que quedaron huérfanos, de su problema de corazón y de la ayuda que necesitaba para mejorar su salud.

La noche anterior cuando Hermione le confesó a Abril que sabía el problema de su abuela y le ofreció ayuda, ésta lloró de alegría durante largos minutos. El amparo de su señora era justo lo que necesitaban y lo único que podría salvar a la anciana, si aún quedaban esperanzas. Le agradeció su sincera generosidad y le prometió que pagaría todos los gastos con su sueldo, aunque Hermione rechazó tal idea.

—Me apetece mucho ayudar a esta familia Sr. Riddle y voy a hacer todo lo que esté en mis manos por ellos —confesó Hermione cuando Abril terminó de hablar.

Hermione le contó sus planes para auxiliarlos. Aún no sabía cómo llevarlos a cabo, pero tuvo claro que los cumpliría al precio que fuese.

—Señorita, es usted muy bondadosa y tiene un gran corazón. Lo que va a hacer por ellos le honra mucho como persona.

Era muy fácil hablar y tratar de cualquier tema con el Sr.Riddle. Aquel hombre había conseguido ganarse su confianza en muy poco tiempo, tanto como para contarle el plan que días antes prometió llevar a cabo en secreto. Sr. Riddle le ofreció su ayuda y le aseguró que podía contar con él para lo que necesitara.

Llegaron a un pequeño pueblo de montaña, de gente trabajadora y humilde, donde todos los aldeanos formaban una gran familia. No había problemas entre ellos y siempre que alguno necesitaba el auxilio del resto, todos aportaban su granito de arena.

Abril los guio por el pueblo, saludando a los que se encontraba a su paso. Todos la conocían y le mostraban su cariño y afecto. Cuando llegaron a una pequeña cabaña de madera, dos niñas que estaban jugando en la puerta corrieron hacia ella y se abrazaron a sus piernas.

EL RELICARIO MALDITODonde viven las historias. Descúbrelo ahora