Capitulo 34

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La puerta de la cabaña rugió y empezó a abrirse despacio. Riddle y uno de sus mortifagos se escondieron detrás de uno de los árboles, una posición aventajada desde la que podían observar al hombre que salía sin ser descubiertos.

Malfoy se colocó su chaqueta y a continuación desapareció en la oscuridad de la noche.

—Ya no hay ningún problema, señor. Yo le cubro.

Riddle se dirigió a la parte trasera de la casa, donde una ventana desprendía una luz tenue, procedente de un candil de aceite. Riddle se asomó con precaución y a través de los sucios cristales pudo reconocer a Eris.

La mujer estaba tumbada en la cama, con los brazos sobre su cabeza atados con una cuerda. Tenía unas marcadas ojeras y su piel estaba tan pálida que casi podía confundirse con la inmaculada sábana que cubría su cuerpo. Tenía la mirada perdida en el techo, con el gesto contraído y su pecho subía y bajaba con ímpetu, como si su respiración se hubiera agitado e intentara volver a su estado normal.

Riddle inspeccionó la pequeña habitación y al comprobar que no había nadie más a excepción de Eris, decidió actuar. Apunto con la varita la ventana y pronuncio un hechizo para romperlo. Este se desquebrajó en mil pedazos y con sumo cuidado de no cortarse, entró por la ventana.

El pánico se había adueñado del rostro de la mujer cuando escuchó el estruendo. Trágicos pensamientos se apoderaron de su mente. Sin embargo, cuando reconoció a su señor, pudo respirar aliviada.

—¡Gracias a Merlín! ¿Qué hace aquí mi señor? ¿Cómo me ha encontrado?

—Después le explico, ahora debemos salir antes de que regrese Malfoy —dijo desatando las cuerdas que aprisionaban las finas muñecas de la mujer, con solo un movimiento de su varita.

—No estoy sola, los ayudantes de Malfoy se encargan de vigilarme. Será imposible salir sin que ellos nos descubran.

Pero ya era demasiado tarde. De un golpe, la puerta se abrió y ante ellos apareció un hombre apuntando con la varita a Riddle.

—¡Pero que tenemos aquí Tom Riddle, más conocido por sus lacayos por Voldemort! ¡Qué alegría tenerlo de visita! —exclamó con ironía al reconocer al hombre.

Ese hombre y Riddle se conocían perfectamente. Aquel hombre había trabajado para Grindelwald.

—¡Vaya Sr. Nagel! No me imaginaba que usted fuera el lacayo ahora de Malfoy —contestó con la misma ironía Riddle y con aparente tranquilidad, a pesar de que la varita le estaba apuntando directamente.

—Por fin voy a poder derrotar al que hacen llamar Voldemort. No eres ni la sombra del mago mas poderoso, Grindelwald.

—JAJAJA, ¿en serio Nagel? No digo que Grindelwald fuera un mal mago, Pero se olvidó de grandes detalles ... Y eso hizo que fallara sus planes.

—Si no fuera por ese tal Albus Dumbledore. El seguiría aquí con nosotros y no encerrado en Castillo de Nurmengard. Y tu serias una simple cucaracha, no llegas ni alá suela de sus zapatos

—¿Eso crees, Nagel? — dijo Riddle con una pequeña carcajada.

—Si, Tom Riddle o mejor dicho Voldemort. Tenía ganas de que el destino me pusiera en tu camino y ese día, por fin ha llegado.

—Nagel, baje la varita, no pierdas más el tiempo. ¡No cometa una locura! —gritó asustada Eris sentada sobre la cama.

—¡Cállate maldita zorra! Si no fuera porque Sr. Malfoy está enamorado de ti y me mataría si algo te llegara a pasar, te hubiera asesinado con mis propias manos desde el primer momento que llegaste aquí.

Riddle aprovechó que el Nagel miraba fijamente a Eris para apuntarlo con la variar. Sin embargo, no fue posible pues Nagel divisó por el rabillo del ojo el movimiento de Riddle y sin pensarlo, le lanzo un hechizo en el muslo.

Un pequeño gruñido de dolor atravesó la garganta de Riddle, pero intento incorporarse y mostrar toda su fuerza. Eris, con el rostro más blanco que la albina pared, se tiró junto a su señor, y presiono la herida con un paño, sabiendo que sería inútil sin ninguna opción a mano.

—¡Desgraciado, lo has herido! —gritó con rabia.

En ese preciso momento entro una mujer, que estaba en la habitación de al lado, al escuchar el escandalo se levantó sobresaltada y corrió hacia el lugar de donde procedían los ruidos.

—¿Qué has hecho Nagel? —preguntó horrorizada.

—Vengarme de este malnacido, que se cree más poderoso que nuestro señor.

—Veo que... —Riddle se detuvo para llenar de aire sus pulmones—, sigues teniendo la misma mala puntería que cuando trabajabas con Grindelwald .

—¿Quieres comprobar cómo doy en el centro de tu corazón y te mato antes de que parpadees? —preguntó totalmente fuera de sí.

—¡No lo hagas, Nagel! —gritaron las dos mujeres al unísono.

—No te tengo miedo, estúpido. Si vas a matarme, hazlo cuanto antes.

—Está bien. Tú lo has querido. —Rió con tanta intensidad que hasta el eco de la noche parecía haberse contagiado de la risa.

Nagel volvió a cargar la escopeta, apuntó en el centro del corazón de Riddle, y sin pensarlo más, pronunciando la maldición asesina una luz cegadora inundó la pequeña cabaña, haciendo eco también en el bosque que los rodeaba.

* * * * * * * * * * * * * * * * * *

En ese momento se escuchó una voz conocida.

—¡Tira el arma, idiota! —gritaron detrás del Nagel.

Dolohov había ignorado la petición que le había hecho su señor para que no le siguiera y sin dudarlo, mientras Riddle iba hacia el bosque, él avisó al auror Nelson y después, el que regresaba, les mostró el camino hacia la cabaña. Se quedaron escondidos tras un árbol y en el momento que escucharon el maleficio, supieron que había llegado el momento de salir de su escondite.

Nagel no se atrevía a girarse pues sentía una varita contra su espalda y temía que aquel hombre que lo empuñaba, le lanzara un hechizo en cualquier momento. El lacayo, preso del pánico, obedeció la orden y dejó caer la varita al suelo.

—Sr. Dolohov, acérquese y coja el arma. Vosotros dos—ordenó a los otros dos hombres que entraron con ellos—, ayudad al Sr. Riddle a levantarse del y llevadle junto a la mujer a fuera —ordenó el auror Nelson—. Da gracias que he sido bueno y el hechizo solo ha sido al aire —dijo con la varita contra la nuca de Nagel—, porque te mereces la muerte por haber atentado contra la vida de una persona.

Los dos hombres ayudaron a Riddle a levantarse. Uno de los aurores cogió en brazos a Eris y salió con ella de la cabaña, estaba muy débil y su musculatura estaba atrofiada. Dolohov les dijo que salieran al exterior y se quedó con el auror para encargarse de la pareja de asesinos. El auror inmovilizó a Nagel. Los sacaron fuera de la cabaña, los metieron en el carruaje del ministerio y el auror y sus ayudantes, se montaron también para llevarlos al Ministerio de magia, donde serían juzgado y mandados a Azkaban.

—Sr. Dolohov, en cuanto me ocupe de ellos y los mande a prisión, regresaré a la mansión Riddle para interrogar a la mujer. —Antonin asintió y el carruaje tirado por Thestrals se puso en marcha.

—Antonin, ¿podrás avisar a los demás? —preguntó Riddle a sus espaldas, con el rostro totalmente pálido por la sangre perdida.

—No se preocupes, mi señor. Todo está controlado. Debes ser recuperarse porque está perdiendo mucha sangre.

— No es lo peor que me ha pasado Dolohov. — dijo Riddle con una mueca.

Sé que este es más corto, pero estado un poco colapsada con la historia '– ­– Prometo que el siguiente capítulo que estoy escribiendo será más larga. Espero vuestros like y vuestras opiniones: P

Un saludo enorme a todos mis lectores/a. Y un beso enorme, espero que todos estéis bien con todo esto del virus... un abrazo. 

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