Capitulo 14

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En el camino de regreso a la mansión, el silencio reinaba. El Sr. Tarner estaba muy enfadado, se sentía deshonrado y traicionado por su hija, la niña de sus ojos, la luz de su corazón. Hermione siempre había sido un ejemplo de buena conducta y obediencia y él no podía explicarse qué es lo que le había hecho cambiar tanto. "Quizás su comportamiento sea una secuela de la enfermedad que ha padecido." Pensaba malhumorado.

Hermione, en cambio, estaba muy disgustada.

Hermione estaba comenzando a entender cómo funcionaba todo en aquella época y ella no estaba dispuesta a adaptarse a los cambios. Había llegado allí por obligación y no iba a cambiar de forma de pensar ni la libertad de la que había gozado toda su vida.

Su madre los esperaba inquieta en la puerta de entrada de la mansión y cuando los vio a parecer, corrió al encuentro de su marido. Por un lado, deseaba que hubiera encontrado a su hija y la llevara con él de vuelta, aunque era consciente de que, si eso sucedía, la tranquilidad habría terminado en su hogar.

¡Oh Dios mío! Que no sean ciertos los rumores y mi marido no la haya encontrado a solas con el Sr.Riddle.

Suplicaba interiormente, expectante por la llegada de su esposo.

Ante Hermione tenía a su madre, que la miraba con ojos inquisitivos esperando una explicación que, desde luego, ella no le daría. Estaba harta de que controlaran cada paso que daba. Hermione pasó por su lado sin dirigirle la mirada y la Sra. Tarner inspeccionó la cara de su marido para comprobar que lo que les habían contado no era solo un chisme. Su hija se veía a escondidas con el Sr. Riddle.

Hermione subió a su dormitorio, se tiró en la cama y maldijo. En menos de cinco minutos, la puerta de su habitación se abrió de par en par, era su madre para pedirle una explicación.

—Déjame a solas con Hermione —exigió el Sr. Tarner a su mujer a voces y ésta obedeció.

El Sr. Tarner daba vueltas por la habitación, tocándose la frente con sus manos, intentando controlar su furia para poder tener una conversación civilizada con su hija.

—Antes de que me digas nada, quiero decirte que no he hecho nada malo. El Sr. Riddle es solo un amigo y no me arrepiento de haber ido con él al lago.

Aquella revelación de su hija hizo que su coraje aumentara a niveles incalculables. Él había visto como su hija se besaba con ese vas tardo delante de sus narices. ¿Cómo puede ser tan hipócrita de decirme que sólo son amigos? Yo mismo los he visto...

—¡Mentirosa! —insultó con ira—. ¡Deja de calumniar, por el amor de Dios!

—Te estoy diciendo la verdad —gritó con lágrimas de impotencia en los ojos—. No he hecho nada de lo que tenga que arrepentirme.

—Te has encontrado a solas con él y os estabais besando, ¿crees que ese es el comportamiento de una mujer decente? ¡Oh Hermione! Él es un desconocido y no estáis comprometidos. ¡Qué humillación más grande para la familia!

—¡Ya te daba vergüenza mucho antes, por no ser sangre pura! — dijo Hermione encolerizada.

—¡Como te atreves niña! Creó que tu madre y yo te hemos dado la mejor educación que hemos podido dentro de nuestras posibilidades. Nunca imaginé que me traicionarías de esta manera y menos que me hables así.

El semblante de su padre se agrió y la tristeza inundó sus castaños ojos. Hermione nunca pensó que salir a pasear con un hombre, pudiera tener unas consecuencias tan graves.

¡Debía haberlo imaginado! Pensó molesta, aun sabiendo que nunca le daría la razón.

—No puedes obligarme a nada y mucho menos juzgarme. No hemos cometido ningún delito. —Se levantó de la cama apretando los puños con rabia.

EL RELICARIO MALDITODonde viven las historias. Descúbrelo ahora