capitilo 29

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El insomnio se adueñó del cuerpo de Riddle la mayor parte de la noche. No paraba de dar vueltas por la biblioteca, intentando pensar en el lugar dónde podía estar Eris. No conocía mucho la visa de esa mujer, desde muy joven se unió a sus filas des pues desapareció. Resignado, comprendió que la idea de desenmascarar a Malfoy debía esperar.

Lo que no podía aguardar era su compromiso con Hermione. Los días que había pasado fuera, lejos de ella, le habían servido para convencerse de que era la mujer con la que quería unirse. Durante la conversación que tuvo con su mortifago, éste le había hecho recapacitar. Nervioso, pensó en las palabras que le regalaría cuando por fin la volviera a tener enfrente, para convencerla de que se casara con él en el caso de que todavía tuviera dudas.

Aquella mañana Riddle, a pesar de no haber dormido mucho durante la noche, se levantó muy temprano, se aseó y salió hacia casa de la hermana de la Sra. Olivia para averiguar si ya habían regresado las mujeres de su viaje.

—Lo siento señor —se disculpó un de los elfos—, la Sra. Brow y la señorita Tarner no han regresado aún.

—¿Informaron sobre el día que volverían? —preguntó Riddle impaciente.

El elfo negó rotundamente y Riddle decidió regresar a su hogar. Ya volvería en otro momento para llevar a Hermione nuevamente a la mansión Riddle.

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—Les estoy diciendo que el señor no se encuentra aquí —insistía el elfo.

—Díganos dónde encontrarlo, pues debemos proceder a cumplir con nuestro trabajo —decía uno de los hombres trajeados que habían llegado a la mansión Riddle.

—¿Qué ocurre? —intervino Riddle a espaldas de ellos, apareciéndose y sacudiéndose el abrigo.

—¿Es usted el Sr. Tom Marvolo Riddle? —preguntó el más alto de los hombres. —Riddle asintió frunciendo el ceño.

—. Soy del ministerio y vengo a invitarle a que nos acompañe. Está acusado del secuestro de la señorita Tarner, hija del Sr. Tarner.

La noticia le cayó como un jarro de agua fría. No se esperaba que fueran a acusarle de algo así, pero rápidamente supo que el padre de Hermione estaba vengándose de él y seguramente, Malfoy también tenía algo que ver en aquello.

—No pienso ir con ustedes —anunció con aparente calma—. Yo no la he secuestrado.

—Tenemos varios testigos que nos informan que usted ha tenido algo que ver con la desaparición de la mujer.

Los dos hombres del ministerio insistieron, empezando a sacar sus baritas de los pliegues de sus túnicas. insistieron en que fuera con ellos y a Riddle no le quedó más remedio que aceptar.

—Eso no es cierto. ¿Qué clase de agentes del ministerio sois que creéis todo lo que le dicen sin comprobarlo? Están cometiendo una injusticia —decía intentando parecer sereno.

—Si usted no ha secuestrado a la mujer, díganos dónde está

— Y como queréis que lo sepa, si es un dato que desconozco. —Riddle estaba dispuesto a protegerla, aunque tuviera que pagar por un delito que no había cometido.

—No me haga perder la poca paciencia que tengo —confesó el del ministerio —. No voy a permitir que se rían de mí.

Riddle fue guiado por los dos hombres hacia el carruaje, donde fue trasladado al ministerio, donde seria encerrado de momento en un pequeño calabozo. Si en unos días la mujer no aparecía y se demostraba que él era el único culpable, lo trasladarían a la prisión de Azkaban. Riddle no paraba de decir que era inocente pero el auror hacia caso omiso a sus palabras. Si no iba a colaborar con la justicia diciendo el paradero de la mujer, no tenía intención de escuchar nada más de boca de aquel hombre.

EL RELICARIO MALDITODonde viven las historias. Descúbrelo ahora