Capitulo 27

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El día que Malfoy fue a buscar a Eris para impedir que le contara todo lo que sabía a Riddle, había descubierto que seguía amándola más que a ninguna otra persona

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El día que Malfoy fue a buscar a Eris para impedir que le contara todo lo que sabía a Riddle, había descubierto que seguía amándola más que a ninguna otra persona. Intentó lanzarle un maleficio en su corazón para arrebatarle la vida y así silenciarla para siempre. En cambio, no fue capaz.

Cuando la punta de la varita estaba apuntando en su corazón de Eris, un impulso interno hizo que Abraxas desviara la varita, cuando estaba pronunciando el hechizo. Haciéndole que este le hiciera un pequeño rasguño en el hombro izquierdo. El dolor tan intenso producido por el hechizo, hizo que la mujer cayera desmayada.

Malfoy le quitó a Eris la capa manchada de sangre y la dejó allí, para que cuando Riddle fuera a aquel lugar pensara que la mujer había muerto. Así no la buscaría. Malfoy se quitó su abrigo y arropó a la ex mortifaga con él, la besó en los labios una vez más y con ella entre sus brazos, y desapareció con ella para llevarla hasta la cabaña abandonada. Una vez allí, le pidió a su elfo y algunos criados que se mudaran a aquella vivienda, para cuidar y controlar que no se escapara.

Desde aquel día, no había visitado a la mujer, sin embargo, no había podido apartarla de su mente, arrepintiéndose una y otra vez por haberle causado tal daño.

—Mi señor, creo que la herida se ha infectado y eso ha producido que aparezca la fiebre. La hemos limpiado con abundante agua y hemos aplicado aceite de hipérico sobre ella. Preparé un té de tomillo y manzanilla que Eris ha ido bebiendo poco a poco. Ayer probé una poción para las heridas, limpiándola cuatro veces al día con una infusión —informó una de las criadas al Sr. Malfoy que seguía sin apartar los ojos de Eris—. Señor, no me queda nada más que intentar. Su vida se escapa de nuestras manos...

Malfoy apartó la camisola de Eris, quitó la compresa que la tapaba y quedó impresionado por el mal aspecto que tenía la herida. No paraba de sangrar y la piel de alrededor estaba ennegrecida, supurando un líquido blanquecino con tono verdoso. La preocupación de Malfoy era imposible de disimular y unas lágrimas traviesas resbalaron por sus mejillas. Abraxas las hizo desaparecer de sus ojos con rabia, intentando con ese gesto que el dolor que sentía en su interior también se esfumara.

Durante unos segundos, Malfoy pensó en la solución adecuada para aquella situación. Tenía dos opciones. La primera era dejarla morir, era la más sencilla y beneficiosa para él, así Eris no podía acusarlo. En cambio, su corazón se negaba a llevar a cabo esa alternativa, por lo que, se decidió por la segunda.

—¿Dónde está este elfo? —preguntó encolerizado con los ojos irritados, consiguiendo que la mujer se asustara.

—Ha ido a...a buscar los ingredientes, mi señor.

—Búscalo inmediatamente y dile que regrese en seguida.

La mujer asintió y salió corriendo en busca del elfo. Abraxas se acercó a la mesa, cogió la jofaina y un paño limpio y con mimo y delicadeza, limpió la herida de Eris, con el gesto cargado de rabia. Él era el único culpable y por una vez, odió haberse comportado tan egoístamente.

—¿Por qué has vuelto a aparecer? ¿Cuál es el motivo por el que querías traicionarme? —preguntaba sin obtener respuesta—. Me juraste que no me delatarías.

Un nudo de emociones se removió en el estómago de Malfoy y sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas. Eris se movió nerviosa y con un atisbo de conciencia, pronunció unas palabras casi inentendibles pero que se clavaron en el corazón del conde.

—Te odio Abraxas Malfoy—su voz era débil—. ¡Acaba con mi vida de una vez!

—No puedo hacerlo Eris. Te amo demasiado. —Malfoy se dejó caer sobre el colchón y besó la palma de la mano de la mujer—. Por ti puedo cambiar, mi amor. Ahora no hay nada que nos impida estar juntos. —Recolocó su pelo con delicadeza—. Si te salvas, te prometo que volveré a ser el mismo hombre de antes y dejaré el rencor y el odio a un lado, para centrarme solo en darte amor y todo lo que necesitas. Nadie nos impedirá estar juntos.

—¡Te desprecio! —consiguió decir Eris antes de volver a perder la consciencia.

En ese momento, apareció el elfo entró en la minúscula habitación, acompañado de la mujer que traía en sus manos los ingredientes. Abraxas se secó las lágrimas, se separó de Eris y le ordenó al elfo que fuera a buscar al Dr. Ubby, para que acudiera urgentemente a reunirse con él en la mansión Malfoy.

—Sigue limpiándole la herida y consigue que su fiebre disminuya. Haz todo lo que esté en tus manos por mantenerla con vida, porque de no ser así, las consecuencias las pagarás tú. ¿Me has entendido?

El elfo asintió asustado y fue rápidamente a la cocina para preparar el caldero para la poción con la que lavaría la herida de Eris.

Malfoy se acercó a la enferma, besó su mano hirviendo y se despidió de ella con frialdad.

—Sé fuerte y lucha por tu vida. Pronto el doctor vendrá a salvarte.

¿Por qué no puedo ser yo mismo cuando estoy con Eris? Debería haberla matado. ¡Maldita sea! Pero no puedo, la amo más que a mi propia vida. Pensó malhumorado.

  Pensó malhumorado

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Holaaa!!!!! mis queridos lectores/a, gracias por vuestros comentarios y votos. Me alegra saber que os está gustando. Sé que este capítulo es más corto :P prometo actualizar tan pronto como me sea posible.  Y gracias ;)

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