Capitulo 40

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Hermione estaba muy nerviosa aquella noche. Al día siguiente se casaría con el hombre al que detestaba su alma y ya no había nada que pudiera impedirlo. Cada vez que miraba su bonito vestido de novia, le entraban ganas de bajar a por unas tijeras y destrozarlo por completo. Las lágrimas invadían sus mejillas cada vez que pensaba en su vida de casada junto a Malfoy, sabía que aquel destino la haría muy desdichada. "El relicario de mi destino, el relicario de mi destino —repitió irónicamente—. Es imposible que este sea el final. Todo esto que estoy viviendo debe tratarse de una jodida broma" Pero lo que realmente le encolerizaba era que Riddle le hubiera engañado y eso, jamás se lo perdonaría. Que ilusa fue al pensar que podía creer a ese cretino. Que podía cambiarlo...

—¿Qué quieres que te haga en el cabello esta noche? —preguntó Abril cuando subió a ayudarla a vestirse.

—Lo que quieras, hoy me da todo igual —respondió algo fría, el corazón de Abril se encogió al ver la tristeza de Hermione.

—¿Hay algo que pueda hacer por ti? —Hermione negó bajando la mirada.

A las ocho y media de la noche llegó Malfoy. Ella, siguiendo el consejo de su madre y a pesar de estar preparada a esa hora, bajó un poco más tarde.

—Es bueno hacerlos esperar un poco, cariño. Estás preciosa —había dicho la señora Tarner , admirando el precioso vestido. Tenía un escote de infarto, ensalzando los prominentes pechos de la mujer.

Diez minutos después, Hermione se reunió con su padre y su futuro esposo. La presencia de Malfoy la ponía de muy mal humor, pero era consciente de que debía acostumbrarse a él. Intentaba alejarse todo lo que podía de él, su presencia le repugnaba, pero Malfoy se empeñaba en acercarse a ella y aparentar que estaban muy enamorados.

En el momento en el que entraron los primeros invitados, el Sr. Miller, su esposa y su hija Mariene, Malfoy obligó a su prometida a forzar una bonita sonrisa.

Hermione se percató del saludo tan amigable que habían compartido Malfoy y Mariene. Ella le había regalado una coqueta sonrisa y él, un guiño demasiado provocativo. "¿Están coqueteando en mi cara?" Sin duda, un gesto cargado de complicidad.

En el momento en el que entró en la sala Dolohov, invitado por el Sr. Tarner, en ese momento Malfoy comenzó a sudar y el nerviosismo se apoderó de su cuerpo. Sabía que aquel hombre era uno de los mejores seguidores de Riddle y sin saber por qué, la intranquilidad se adueñó de su cuerpo. Dolohov lo miraba con una sonrisa desafiante y Malfoy no pudo evitar preguntarse para sí mismo: "¿Sabrá lo de Eris? ¿Me estarán tendiendo una trampa?"

Desde aquel mismo instante, Malfoy agudizó sus sentidos. Miraba muy alterado a todas las personas que estaban a su alrededor, intentando descifrar sus miradas, adivinar sus conversaciones o interpretar sus gestos. Creía que todos aquellos se habían unido en su contra y cada uno de ellos, conocía sus delitos.

"Te estas obsesionando. Tienes que relajarte. Nadie sabe nada." Malfoy intentaba serenarse, pero cada minuto que pasaba, su nerviosismo aumentaba.

—¿Te encuentras bien, querido, te noto algo... tenso? El sudor está empapando tu rostro —ironizó Hermione fingiendo una encantadora sonrisa.

—Lo sabes, ¿verdad? Y toda esta gente también —susurró sin dejar de mirar a su alrededor.

—¿Qué debería saber? No tengo ni idea, pero me encantaría que me lo contaras —invitó Hermione intrigada.

—Y si no lo sabes, ¿por qué te estas riendo de mí? —inquirió.

EL RELICARIO MALDITODonde viven las historias. Descúbrelo ahora