capitulo 12

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Hacía una semana que Hermione no había vuelto a ver a Riddle y cada día que pasaba, estaba más convencida que él ya no quería saber nada más de ella. Aquella ausencia de Riddle la desilusionaba, pero en cierto modo, pensaba que era lo mejor. Ella ya era consciente de que sus sentimientos hacia él no eran solo de amistad y le aterrorizaba reconocer que estaba comenzando a enamorarse. Y eso no podía permitirlo.

Aquella semana había pasado la mayor parte del tiempo encerrada en su habitación, leyendo algún libro o simplemente tirada en su cama con la mirada perdida en el techo, desesperándose alguna noticia de Tom y arrepintiéndose cada minuto que por que pensaba tanto en el mismísimo señor oscuro. Pero luego recordaba que el aun no era Voldemort... ¿Podía salvar su alma, antes de que estuviera perdida?

Cada vez que pensaba en los besos que habían compartido y en las caricias que le había regalado, los ojos de Hermione se humedecían sin que ella pudiera evitarlo. Las horas se fueron convirtiendo en una verdadera tortura y su único deseo en ese momento, era apartar de su mente al Riddle.

Tras varios días de encierro en su alcoba, decidió bajar a comer con su familia, pues sabía que debía seguir con su vida sin que le afectara la ausencia de Riddle. Sus padres se alegraron de ver a su hija algo más animada y con ganas de compartir mesa con ellos. Durante la comida, Hermione comento al Sr. Tarner que Sara le había comentado que la modista estaba de visita en casa de los Sres. Brow y que si ella le apetecía ir con ella para que le hiciera unos trajes nuevos antes de que se marchara. La Sra. Tarner asintió.

—¡Me parece una magnífica idea, hija, así sales un poco a tomar el aire! —exclamó entusiasmada la mujer.

—No me apetece ir a ver a la modista—contestó Hermione desganada.

—Venga cariño, acompaña a tu amiga. Seguro que Sra. Brow le hace mucha ilusión que la visites.

Tras varias negativas de Hermione, no le quedó más remedio que aceptar la propuesta de visitar a la modista de su amiga. No le apetecía mucho, pero por lo menos escaparía de su encierro y podría entretenerse durante un buen rato. Necesitaba sacar a Riddle de su cabeza y visitar a su amiga Olivia, con su dosis de optimismo y vitalidad, era una buena opción.

Hermione le dio la tarde libre a Abril aprovechando que ella iba a salir y no la necesitaría.

—Muchas gracias, aprovecharé para ir a ver a mis hermanas.

Al escuchar eso, el corazón de Hermione dio un vuelco y su respiración se entrecortó al pensar en Riddle. Una punzada de tristeza se apoderó de su cuerpo, algo que no pudo disimular ante Abril.

¡Qué afortunada Abril! Seguro que se encuentra con Tom Riddle.

—Saluda a las pequeñas de mi parte. —Hermione intentó parecer indiferente.

—¿Quiere que le de algún recado al Sr. Riddle, si me lo encuentro?

Abril sabía que el mal estado de su señora era causado por él. Pasaba muchas horas con ella y era evidente que se sentía atraída por él. Ignoraba lo que había pasado entre ellos, pero estaba convencida de que aquellos dos, estaban destinados a estar juntos.

—No es necesario —respondió con tristeza.

El camino en el carruaje hacia la casa de la Sra. Brow con la parlanchina de Sara fue una completa tortura para Hermione. Ella necesitaba silencio y tranquilidad y su amiga no estaba dispuesta a proporcionárselo. Durante todo el trayecto estuvo hablándole de lo maravilloso que era el Sr. Dolohov y de lo bien que se había portado con ella la noche anterior.

EL RELICARIO MALDITODonde viven las historias. Descúbrelo ahora