capitulo 6

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—Tom, ¿dónde vas? —preguntó Mariene al sentir que el Riddle se levantaba de su cama.

La señorita Mariene Miller era la hija del Sr. Miller, que trabajaba en el senado y desde hacía algunos meses, también se había convertido en la principal amante de Tom Riddle, el hombre más atractivo y deseado por todas las féminas de la región. La señorita Mariene era una mujer delgada, rubia, con el cabello muy rizado y de ojos grises. Años atrás fue obligada por su padre a casarse con un hombre cuarenta años mayor que ella. Tras cuatro años de matrimonio, un ataque fulminante al corazón acabó con la vida de. ¡El sueño de Mariene por fin se cumplía! Heredó parte de la fortuna de su ex esposo, algo que la estaba haciendo vivir como una verdadera reina. Pero el dinero también se agota, más aún si no percibes ingresos y eso era lo que le estaba sucediendo.

—Me voy. Ya no tengo nada más que hacer aquí —respondió el Tom con rotundidad.

—¿No te quedas a pasar el día conmigo?

Mariene se levantó y fue hasta el lugar donde Tom estaba abrochándose su camisa blanca. La joven lo abrazó por atrás, mientras pasaba sus delicadas manos por el marcado pectoral, intentando sacar todas sus armas de seducción.

—¡No insistas! —Tom se deshizo del abrazo de ella—. Hoy no me apetece estar acompañado.

—¿Es por ella?

—¿A quién te refieres? —La pregunta de su amante le sorprendió.

—A la señorita Tarner, la hija del Sr. Traner. El otro día en la cena de su casa te estuve observando y no le quitaste el ojo de encima desde que llegaste.

—¡No digas disparates! —exclamó Riddle molesto.

—Durante el baile todos comentaban que te habías encerrado en su dormitorio durante un buen rato. ¡A saber lo que haríais los dos a solas! ¡Qué escándalo! —exclamó con desprecio—. De ella es de esperar, al fin y al cabo, es una piojosa que ha recibido una herencia por casualidad y que está deseando casarse con un adinerado atontado que la mantenga. ¿Pero de ti? ¡Has caído muy bajo, Tom!

—¡Óyeme bien! — agarró a la dama del brazo para que lo mirara a los ojos directamente—. No voy a consentir que ensucies mi nombre con calumnias y tampoco el de la señorita Tarner. Desde el primer momento te dejé claro que tú y yo solo íbamos a ser amantes y aceptaste encantada. Nunca voy a comprometerme contigo. ¡Jamás serás mi esposa! —sentenció.

Con rabia, cogió la chaqueta que había dejado sobre la silla de tocador, se la colocó e ignorando las súplicas y el llanto de la mujer, salió dando un portazo.

Ese motivo era el que lo mantenía soltero. No quería ataduras, no quería escenas de celos sin motivos aparentes y mucho menos, a mujeres interesadas que solo buscaran su fortuna. Y la señorita Mariene era una de ellas.

Desde luego, es mucho mejor estar solo.

********** * *

Dos días tardó Hermione en convencer al Sr. Tarner de que ya se encontraba totalmente recuperada para que la dejara estar al aire libre. Acompañada de su amiga y de su madre, salió a uno de los jardines para disfrutar del magnífico día de primavera que hacía.

Durante un rato, Sara estuvo contándole todos los detalles de la cena. Había bailado con varios caballeros, pero solo uno de ellos había logrado captar su atención. Un apuesto joven de ojos azules y mirada penetrante, con el pelo largo en color chocolate y de piel tostada.

—Pues si ese caballero ha conseguido impresionarte con lo quisquillosa que eres, debe ser todo un galán —comentó divertida Hermione, ojeando un libro sobre protocolo que le recomendó Olivia. No le gustaba tener que depender de nadie para saber cómo actuar en cada situación.

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