capitulo 9

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La familia Tarner, ya estaban preparándose para asistir al baile que daba aquel sábado el Sr. Malfoy. A Hermione lo que menos le apetecía aquella noche era acudir a la fiesta, pero el Sr. Tarner la obligó y tras una fuerte discusión con él, obedeció enfadada.

Desde la muerte de la anciana un par de días antes, Hermione se había pasado las horas encerrada en su habitación, desanimada y pensativa. Sus padres conocían el buen corazón que tenía y achacaban esa tristeza a la compasión que sentía por su doncella.

Abril subió a la alcoba de Hermione y ésta se preocupó por su demacrado aspecto. Tenía los ojos hundidos, bajo unas marcadas ojeras y parecía muy cansada. Hermione le ordenó comer algo y descansar, pero la doncella prefirió continuar con su trabajo. Se había ausentado dos días y no podía permitirse faltar más a su trabajo. Ya descansaría después.

Cuando se aparecieron a la mansión del conde de Sr.Malfoy, Hermione escuchaba sin mucho interés todas las indicaciones que le daban sus progenitores. Hermione debía entender que era él quien decidiría por ella. La rebeldía de su hija debía acabar.

La mansión estaba situada a las afueras de la ciudad. La parcela de tierra del Sr. Malfoy era la más grande de los alrededores y la mansión donde vivía, era casi el doble de grande que la casa de sus padres. Sara, que también acompañaba a Hermione, lo observaba todo impresionada. Nunca había visto nada tan bonito y elegante. En cambios Hermione no se fijó en nada de lo que tenía delante, seguía mostrando el gesto impasible que le había acompañado durante todo el trayecto.

La familia Tarner fue conducida por los pasillos de la mansión hacia una sala enorme, de la que colgaban grandes lámparas y que estaba decorada en tonos verdes y dorados. En la sala había mucha gente tomando vino y charlando animadamente, algunos de ellos ya los conocían de las fiestas a las que habían acudido anteriormente.

Los Sres. Tarner se acercaron a saludar a alguno de los asistentes. Sara vio en el otro extremo de la sala estaba el hombre que había ocupado su pensamiento en los últimos días, y decidió aprovechar que sus padres estaban entretenidos, para ir a saludarlo. Hermione cogió una copa de vino de una de las bandejas y decidió permanecer en el mismo lugar. No le apetecía saludar a nadie.

—¡Buenas noches, señorita! Me hace muy feliz que se haya decidido a venir.

Nerviosa, se giró para enfrentarse con Sr.Malfoy que la observaba detenidamente, con una sonrisa intachable dibujada en su rostro. Si hubieran estado en su tiempo le hubiera abofeteado la cara por haberle intentado besar a la fuerza días antes en su casa, pero era consciente de que, si hacía eso en aquel momento, ocasionaría un escándalo y las consecuencias serían fatales para su familia. No quería más problemas con su padre.

—Tenga por seguro que será la última vez que venga a una fiesta suya —aseguró con odio—. He asistido porque así mi padre lo ha querido pero la próxima vez, me enfrentaré a quién haga falta. ¡No sabe cuánto lo detesto, miserable!

—Debería medir sus palabras, señorita, una dama no debe hablar así. No se preocupe, cuando se case conmigo, yo le daré la educación que le falta.

Aquella revelación encendió aún más a Hermione que, sin pensarlo dos veces, levantó su mano para darle una bofetada al conde. Éste supo esquivarla con éxito, agarró la delicada mano de Hermione con fuerza y la llevó a su boca, sellándola con un beso. El estómago de Hermione se revolvió y no pudo disimular una arcada.

—Buenas noches Sr.Tarner —saludó el Sr. Malfoy al padre de Hermione, que llegaba a su lado—. Bienvenido a mi hogar.

—Es un placer para la familia asistir a su baile. ¿Verdad, cariño?

EL RELICARIO MALDITODonde viven las historias. Descúbrelo ahora