Capitulo 21

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Continuación...

—Hermione como te estaba contando—consiguió decir cuando se separó de los labios de Hermione y ésta se había calmado—. Tengo que hablar con ella de un tema de trabajo. —Hermione se relajó un poco y volvió a posar su mano sobre el fornido brazo de Riddle—. Hace unos días la encontré por casualidad y prometió ayudarme. Sin embargo, ella desapareció de la noche a la mañana y yo necesito encontrarla.

—Entiendo, Tom ¡Cuánto lo siento! Por favor, disculpa mi actitud. —Riddle unió sus labios a los de Hermione y con ese gesto, le demostró que estaba todo olvidado—. Entiendo que tengas que viajar y no te preocupes por mí, yo me buscaré otro lugar donde esconderme.

—Si quieres puedes acompañarme —sugirió Tom, no quería dejarla sola.

—Prefiero quedarme aquí. Iré a casa de Olivia, seguro que me acogerá encantada.

—Hermione, no soportaría que algo te pasara —Riddle pegó su frente a la de ella mientras acariciaba con las yemas de sus dedos el cuello de la mujer—. Cuando regrese, iré a buscarte y te traeré a vivir conmigo. Si es necesario nos iremos juntos.

La idea de vivir con Riddle bajo el mismo techo no le gustaba, más bien le encantaba. Era lo que más le apetecía en aquel momento. Sin embargo, tuvo dudas, era muy precipitado pues apenas se conocían. Aunque no podía negar que la idea le entusiasmaba.

No hizo falta responderle con palabras, acercó sus labios a los de él y los devoró con tanta intensidad que consiguió perder la cabeza durante un instante. No existía nada ni nadie, solo ellos dos. Riddle la besaba con una ternura que le traspasó el alma, para dar paso a un beso apasionado y cargado de deseo. Sus cuerpos se estremecieron y con la intensidad de sus caricias, la excitación empezó a despertar dentro de ellos. Tom con los dedos temblorosos por la impaciencia de disfrutar de Hermione, le quitó la chaqueta y desabrochó los botones de la blusa, consiguiendo que los pechos de la hermosa mujer quedaran libres de toda prisión. Riddle bajó sus labios por el apetitoso cuello de Hermione, saboreando cada centímetro de la sedosa piel, mientras que sus dedos masajeaba los pechos de ella, provocándolos y estimulándolos, haciendo que se alzaran erguidos ante él. Un jadeo escapó de la boca de ella y Tom rió contra su piel satisfecho por causar aquel efecto en ella.

Enloquecido por el exquisito manjar del que estaba disfrutando, siguió descendiendo su lengua hasta llegar a sus senos, donde se entretuvo con ellos, creando miles de sensaciones en el interior de Hermione. Ayudado con sus manos, terminó de bajar la falda, cayendo éste a sus pies. La agarró de la cintura y con ella en brazos mientras besaba sus labios con pasión, la tumbó sobre el sillón, recostándose sobre ella.

—No sabes cuánto te he deseado, Hermione. Me vuelves loco —susurró a pocos centímetros de su boca.

Cegado por la lujuria que sentía por aquella mujer, volvió a besarla mientras sus manos se dirigieron a las braguitas de ella, metió la mano entre ellos y encontró el fruto del placer de Hermione, que, desde aquel momento, también era el suyo.

Tom trazó círculos e hizo que Hermione se dejara llevar por el deseo. Extasiada por el momento, llevó sus manos al pantalón de Tom Riddle, intentando liberar su miembro. Riddle, detuvo el movimiento de sus dedos y negó divertido.

—Sólo tú preciosa. Hoy tú serás tratada como mereces.

Hermione quiso decirle que no, que ella también deseaba hacerlo disfrutar a él, pero cuando fue a rechistar, Riddle aceleró sus movimientos tanto que la mujer perdió el control de sí misma y su cuerpo convulsionó dejándola totalmente exhausta.

EL RELICARIO MALDITODonde viven las historias. Descúbrelo ahora