capitulo 31

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Riddle estaba preocupado por qué lo hubieran sacado tan rápido del calabozo. Sabía que Hermione había tenido algo que ver y decidió ir a casa de la Sra. Brow para que regresara con él. Tenían que casarse antes de que fuera demasiado tarde.

Estaba dispuesto a declararle sus sentimientos sinceros en el momento en que la viera. Siempre había renunciado al tema del amor, pero con era Hermione, era diferente, había aparecido y sin proponérselo, había puesto su mundo patas arriba. Esa mujer era especial y la quería sólo y exclusivamente para él.

Riddle sintió que el mundo se detenía para él, incluido su negro corazón, cuando la Sra. Brow le dijo que no podía ver a Hermione. Él no entendía el motivo real y lo primero en lo que pensó fue que su padre se la había llevado de vuelta a su hogar. Olivia lo tranquilizó cuando le aseguró que eso no había sucedido, pero su amiga no quería verlo.

—No puedo decirle nada más. Ella es la que debe darle una explicación.

—Llevo días deseando encontrarme con ella, he estado noches enteras imaginando el momento de nuestro encuentro y días completos ensayando las palabras que quería decirle cuando la volviera a tener delante, ¿y ahora me dice usted que no puedo verla?

—Es su deseo y debemos respetarlo.

—¡HERMIONE! —gritaba desolado para que la mujer lo escuchara—. He vuelto. Déjame verte para que podamos hablar.

Hermione estaba escuchando aquella voz que tan feliz le había hecho durante unos días y que en aquel momento no hacía nada más que torturarle. "¿Cómo puede ser tan cínico de venir a buscarme?" Pensó con un enfado monumental.

—Por favor Sr. Riddle, no arme un escándalo —pidió Olivia intentando evitar que siguiera pegando voces.

—No pienso irme hasta que Hermione me dé una explicación razonable de por qué no quiere verme. —Riddle volvió a mirar a todas las ventanas de la casa mientras seguía gritando—. ¡Baja Hermione! Debemos hablar.

—¡Váyase a la mierda Tom Riddle! —exclamó Hermione apareciendo por la puerta con el rostro desencajado y la nariz y los ojos colorados por el sofoco.

—¿Qué te ocurre? —Riddle corrió hacia la mujer, pero se detuvo al ver que ella retrocedía para mantener las distancias. Olivia decidió dejarlos a solas. Riddle aprovechó y dio algunos pasos más para acercarse a Hermione.

—¡No te acerques, más, miserable, bastardo! —gritó furiosa.

—Hermione no me hables de esa manera. —La mujer se secó las lágrimas con rabia—. Mi vida, no sé qué habrá pasado en mi ausencia, pero debo decirte que vengo más convencido que nunca de mis sentimientos. Si tú me aceptas...

—¡Excelente! —Aplaudió Hermione—. ¡No necesito tu caridad, imbécil! —exclamó indignada.

—No es compasión lo que siento por ti. Te... te amo y me he dado cuenta, durante estos días, que quiero unir mi vida a ti —insistió Riddle intentando comprender el enfado de Hermione, pero ella no paraba de negar con el rostro cargado de ira.

Riddle se acercó a Hermione con dos zancadas, la agarró de la cintura y la apresó entre sus brazos. En un principio, la mujer hizo esfuerzos por separarse, pero finalmente se rindió a él.

—Sé que tú también sientes lo mismo por mí. Lo noto en el latir de tu corazón que se vuelve tan irregular como el mío cuando te tengo cerca —susurró a pocos centímetros de su boca, haciendo que Hermione perdiera toda su seguridad—. Me lo dicen tus hermosos ojos, que se vuelven brillosos y alegres cuando me tienes delante. Incluso ahora que estás muy enfadada, cuyo motivo desconozco, me miras con adoración. —Hermione maldecía interiormente por no poder disimular sus sentimientos—. Mi vida, no nos prohibamos el derecho a estar juntos, porque tanto tú como yo sabemos que solo podremos sentirnos plenos si unimos nuestras vidas. Quiero que seamos uno solo y tú también lo deseas. —Riddle pegó sus labios a los de Hermione y antes de besarla, sentenció—. Te amo...

EL RELICARIO MALDITODonde viven las historias. Descúbrelo ahora