capitulo 16

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La noche estaba comenzando a caer. Riddle esperaba el momento del encuentro con Eris, quedaría una de sus seguidoras fieles, iba a confirmar sus sospechas.

Sabía que el tiempo no corría a su favor, pues la temporada de luto de Malfoy por la muerte de su esposa finalizaría en unas cuantas semanas y seguramente, ya estaba eligiendo a su próxima víctima. Pero lo que más le molestaba era que su objetivo era Hermione, la mujer que había ocasionado ese estado con tan solo unos pocos encuentros.

Tom se había comenzado a asear y vestir un par de horas antes del encuentro, mientras pensaba las preguntas que le haría a Eris. No podía olvidarse de ninguna cuestión pues hasta el más mínimo detalle podría ser revelador.

Tom no paraba de caminar por la sala principal de su casa. Decidió salir al exterior para que el aire del atardecer refrescara su cuerpo. Aún quedaba una hora para el encuentro con Eris y Riddle tenía la impresión de que el tiempo pasaba demasiado lento.

Sumido en sus pensamientos, Tom recopilaba todas las conversaciones que había mantenido con Nott días antes, intentando encontrar algún dato que pudiera servirle de ayuda. Estaba sentado sobre uno de los bancos de piedra de la entrada, cuando una voz femenina le devolvió a la realidad.

—Mi señor —saludó Maríene con una inclinación de cabeza, mostrando sonrisa cautivadora.

La hija del Sr. Miller se había convertido en una autentico incordio para Riddle durante las últimas semanas. Habían sido amantes, pero en varias ocasiones él había explicado su desinterés hacia ella. Maríene.

Parecía no entenderlo y siempre que tenía ocasión, provocaba un encuentro entre ambos.

Sin embargo, aquella noche el propósito de la mujer era muy diferente al que había perseguido en sus anteriores encuentros. Ese día no quería terminar en la cama de Riddle pero sí haría todo lo que estuviera en sus manos para que Sr. Riddle no acudiera a la cita con Eris. El plan que habían preparado con Malfoy y ella debía cumplirse tal como lo habían acordado.

—¿Qué quieres? Ya te dije que te largaras de mi presencia...

—Vengo a hablar contigo Tom —le interrumpió la bella mujer—. ¿Me invitas a pasar?

—¡Entiende de una miserable vez, que no quiero que sigamos siendo amantes, y sabes perfectamente que no soporto que me llames así! —gritó furioso levantándose de su asiento.

—Lo lamento, mi señor... Y comprendo que no quiera verme, pero, de eso mismo quiero que hablemos. Después de esta conversación, le puedo asegurar que no volverá a saber nada de mí si así lo desea.

—Tengo que salir enseguida, Miller. Dejemos la conversación para otro momento.

—No te robaré más de diez minutos de tu vida y después desapareceré. ¡Te lo prometo!

Riddle sopesó las consecuencias por unos segundos y finalmente la invitó a entrar. Si aquella charla que Maríene quería mantener con él significaba que no insistiría más. Por fin iba a librarse de aquella mujer tan pesada.

—¿No me invita a tomar algo, mi señor? —preguntó con picardía sentándose en el sofá.

—Maríene, no tengo mucho tiempo.

—Solo será una copa, nuestra última copa juntos.

Riddle suspiró, se levantó y se dirigió a la zona donde tenía las copas y los licores. No hizo falta preguntarle que quería tomar, él sabía perfectamente que le fascinaban los vinos franceses. Sirvió una copa para cada uno de ellos y regresó al sofá donde lo esperaba la mujer. Le ofreció una copa a ella y la suya la dejó sobre la mesa.

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