Capítulo 49/continuación

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•Jungkook•

Corrí por toda la casa buscándola. Empecé a enloquecer cuando no vi ninguna de sus cosas en su cuarto. Eso me hizo pensar que, tal vez, llegué demasiado tarde.

Bueno, sí. Estaba molesto por lo que dijo. No obstante, la entendía. Supongo que verla hacía que el dolor resurgiera o empeorara. Odiaba no poder ir con ella o no llegar a escuchar su voz durante meses. ¿De qué otra manera se suponía que tenía que reaccionar?

Soy un idiota. Podría haber pasado el poco tiempo que tenía con ella, pero solo... ¡Mierda! ¡Ahora ya se había ido!

Quería gritar y romper todo lo que veía.

Me desperté y todas sus cosas habían desaparecido. Pensé que se iría más tarde; pero mi mamá me llamó y me dijo que ya se estaba yendo sin siquiera querer decirme adiós, lo que me dolía mucho. Pero sabía que me lo merecía.

Lo que odiaba era el hecho de que el peluche que le había regalado estaba en mi mesita. Pensé que también habría una nota diciendo que no podía quedárselo y que me extrañaría y que todavía me amaba. Pero no había absolutamente nada. No había dejado rastro. Es como si nunca hubiera vivido aquí conmigo. Y odiaba pensar eso.

Rápidamente busqué mi teléfono y llamé a la única persona que me llevaría al aeropuerto más rápido que cualquier otro. Claro que no respeta el límite de velocidad y le cobra a sus pasajeros. Pero aun así, no tenía a nadie más.

―Jimin, ven aquí lo más rápido que puedas. ¡Por favor!

Y, como dije, vino tan rápido como pudo. No preguntó, solo le dije que tenía que llegar al aeropuerto lo más rápido posible. Durante todo el trayecto el conejito de peluche estaba en mi mano, al igual que otra cosa que había conseguido para _____. Algo que tenía planeado darle más adelante. Pero supongo que ahora era el momento indicado. Si llegábamos a tiempo y todavía no se había ido.

Finalmente, llegamos y ni siquiera esperé a que Jimin detuviera el auto. Iba entre ocho y quince kilómetros por hora cuando salté y corrí como si mi vida dependiera de ello. Sostuve las cosas en mi mano fuertemente y frené cuando vi lo lleno de gente que estaba. Casi entro en pánico cuando miré alrededor, buscando a alguien en particular. Pero no podía encontrarla y eso me enfadaba.

Me enfadaba conmigo mismo, claro.
Estaba a punto de ir en una dirección, cuando escuché a la mujer en el intercomunicador decir que el vuelo a Daegu estaba saliendo de la sección ocho.

Así que giré para el otro lado y corrí. Pero gemí y agarré mi cabello cuando vi lo lejos que estaba desde donde me encontraba. No creía llegar ni siquiera corriendo.

Maldije y miré a mi izquierda, donde vi a un chico mirando su teléfono. Tenía un monopatín en la otra mano. Miré nuevamente a la sección ocho y me dirigí hacia el chico rápidamente.

―Oye, discúlpame. ―Se detuvo y me miró, apartándose el cabello largo con la mano―. ¿Puedo usar tu monopatín? Es una emergencia.

Frunció el ceño y se abrazó a la tabla como si fuera su salvación.

―De ninguna manera, chico.

―Por favor, solo... Realmente necesito...

―Dije que no.

―Vamos, ¡por favor!

―No.

―Solo, por favor...

Entonces Jimin prácticamente salió de la nada, me empujó y le dio una mirada que daba miedo al chico.

-Escucha bruja, ¡la chica que ama se está yendo a otra cuidad! Ahora, si no llega a tiempo bien podría perderla para siempre. Así que, ¿vas ayudarlo o no?

Ante eso, el chico miró de un lado al otro entre nosotros. Lo miré triste y con pánico, fue raro cuando de verdad empezó a sollozar dándome su tabla.

―Ve por ella ―dijo mientras se secaba las lágrimas con la muñeca.

Miré de nuevo a Jimin y todo lo que hizo fue empujarme muy fuerte.

―Vamos amigo, ve por ella.

No dudé cuando puse el monopatín en el piso y me subí, yendo tan rápido como podía hasta la sección ocho. Dado que había miles de personas y un par de escaleras, tenía que tener cuidado. Casi choco contra una pila de cargamento, pero por suerte, llegué justo a tiempo para ver a _____, y a Bradley, en fila para el vuelo.

―¡_____! ―le grité mientras detenía el monopatín y corría hasta ella.

Miró alrededor casi confundida, pero cuando me encontró, quedó boquiabierta. Miró a Bradley y le sonrió cálidamente de mentira, antes de volver a mirarme con una mirada de miedo. Él no parecía complacido de verme, aunque solo se giró como si no le importara el por qué estaba allí.

Bueno, hola a ambos.

―Jungkook, ¿qué estás haciendo aquí? ―preguntó ____, a medida que me acercaba y le sonreía dulcemente.

―Solo... lamento el modo en que me comporté. Parece que lo estoy exagerando y es solo porque no soy lo suficientemente hombre para darme cuenta de que tú también sales lastimada en el proceso. Pero no es eso lo que quiero. Quiero que seas feliz, incluso si no es conmigo. A pesar de que no sería feliz sin ti. Solo... supongo que lo que estoy tratando de decir es que, estoy feliz de haberte conocido. Me enseñaste a hacer muchas cosas. Cómo reír, cómo vivir. Pero sobre todo... cómo amar. Y te amo más que a todo en este mundo.

Me lamí los labios y agarré la pequeña cosa que había querido darle. Estaba en una pequeña caja negra. La abrí y se la mostré, viendo como jadeaba y se llevaba la mano a la boca por la sorpresa.

-Tengo este anillo como promesa. Por favor, úsalo todos los días y recuerda que estoy aquí para ti, sin importar nada. Que te amo. Que estaremos juntos más adelante, ya sea que encuentres a alguien o no. Que nunca nos perderemos.

Me miró con esos ojos brillantes que parecían llenos de lágrimas. Dándome una dulce sonrisa, me tendió la mano y suavemente le puse el anillo en el dedo.

Era plateado, con un corazón grabado, rodeado de pequeños diamantes y tenía nuestras iniciales en cursiva escritas en el interior.

_____ sonrió ampliamente y se tapó la boca mientras miraba el anillo.

-¡Oh, Dios, es hermoso! ―se las arregló para susurrarme mientras me miraba y prácticamente atacaba con un fuerte abrazo―. Te amo tanto.

―También te amo.

Después de un rato, dado que la gente comenzó a sentirse realmente irritada, nos separamos y volvió a la fila. Estaba diciéndole adiós con la mano y no quería irme hasta que estuviera dentro del avión.

Pero no quería verla irse, tampoco. Así que me volteé y comencé a irme... cuando me di cuenta de algo a mitad de camino.

Miré hacia abajo y sentí el suave conejito de peluche blanco en mis manos. Luego miré a la entrada y vi a Jimin de pie ahí, dándome una mirada confundida mientras asentía.

¡Mierda! ¿Cómo pude ser tan estúpido? ¡Estaba en mis manos también!

Entonces me giré y volví a correr.

Esperaba que no fuera demasiado tarde.

The Bad Girl And The Good Boy• J.JKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora