Capítulo 38

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JungKook cerró la puerta detrás de él y apoyó su cabeza sobre esta cerrando los ojos.

¿Realmente quieres que TaeHyung descanse en paz, JungKook?

—Aish— protestó el castaño golpeando su cabeza—, recuerda que se lo prometiste, JungKook. No te retractes, no te retractes.— musitó suspirando.

Si algo estaba seguro JungKook, era que aquella pregunta le estaba comiendo la cabeza. Y que seguramente EunBi esperaría su respuesta, y él tendría que dársela.

Pero debía despejarse primero, y dejar de lado el tema de TaeHyung por un lado. Debía salir con San, disfrutar de su relación y olvidarse de sus problemas por un momento. Así que salió del departamento y tocó el de San.

—Hey...— dijo San rascándose la nuca y JungKook besó su mejilla haciendole sonrojar.— ¿Qué pasa? Te vez preocupa...

—La librería me tiene agotado y debo pagar facturas, eso es todo.— respondió rápidamente JungKook interrumpiendolo. Mordió su labio inferior esperando que aquella pequeña mentira se vea creíble.— ¿Tienes tiempo? Quiero salir contigo.

San asintió y tomó sus llaves mientras JungKook se quedaba en el marco de la puerta mordiéndose las uñas. El rubio entrelazó su mano con la de JungKook y ambos empezaron a caminar escaleras abajo.

Mientras TaeHyung los miraba asomado por la puerta de JungKook.



La brisa calida hizo que JungKook cerrase los ojos por un momento. Su mano entrelazada con la de San le daba tranquilidad de alguna manera y agradecía eso en parte.

—¿Cómo está tu madre?— preguntó JungKook acariciando los nudillos del rubio mientras le daba una sonrisa tranquila.— No me has contado nada desde que se desmayó.

San acarició lentamente su mejilla.

—Está en casa y yo me he encargado de sustituirla en el puesto oficialmente, trabajaré en su lugar a partir de ahora.— JungKook asintió mientras arrancaba pedacitos de césped del parque.

Se quedarían a ver el anochecer.

San se le quedó viendo a JungKook con una sonrisa mientras este miraba al suelo. El rubio corrió un mechón detrás de la oreja del contrario con lentitud mientras veía su perfil.

—¿Qué pasa por tu linda mente?— susurró San y JungKook lo miró con ternura, acarició su barbilla y negó lentamente.— ¿Mhm?

—M-mira, el anochecer.— dijo JungKook apuntando hacía el cielo y San imitó su acción mientras apoyaba su cabeza sobre el hombro del menor.

—Siempre quise hacer esto.— murmuró San y JungKook lo miró.— Le prometí a mí mamá que llevaría a la persona que amo a ver el anochecer, como ella lo hizo con papá.

El menor quedó en silencio mientras sentía su corazón palpitar cada vez más fuerte. Una ansiedad se instaló en su pecho y mordió su labio.

—¿Tú me amas?—preguntó JungKook mientras sentía sus manos temblar.

—Si, JungKook.— respondió San y tomó el rostro del menor mirándolo fijamente a los ojos.— Estoy enamorado de ti.

Una extraña sonrisa se asomó por las comisursas de los labios del castaño y San dejó un beso en su nariz, para luego estampar sus labios con los de él. Besándolo lentamente.

Entonces cuándo JungKook sintió el hilo tensarse, cuándo se quejó por el extraño dolor que se había instalado en su pecho, cuándo San comenzó a profundizar el beso.

𝗢𝗛! 𝗛𝗼𝗹𝘆 𝗛𝗲𝗮𝘃𝗲𝗻 ᵗᵃᵉᵏᵒᵒᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora