Capítulo 32

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El comisario miró a los dos chicos como si fuese diario que pasasen estas cosas. JungKook cruzado de brazos se sentó frente al escritorio del policía sin dirigirle la mirada a Mingi.

Luego de pedirles los datos personales a los dos, citaron solamente a los padres Mingi ya que el expediente de este era más largo que papel higiénico mayorista. JungKook sonrió victorioso pero a la vez se sintió algo incómodo ya que era la primera vez que conocería a los padres de este, no sabía con qué clase de personas se iba a encontrar. O bueno, quizás se hacía una idea.

—Quiero escuchar las dos versiones—comenzó a decir el comisario dejando la pluma a un lado de un formulario que había sobre la mesa.— No quiero nada de golpes, son bastante grandes como para comprender lo que digo. ¿Cierto?— preguntó el comisario y todo quedó en silencio así que volvió a preguntar en tono autoritario— ¿Cierto?— entonces ambos chicos asintieron.

Las dos versiones eran disparejas, JungKook por una parte describió la situación sin saltarse ningún detalle mientras que Mingi se defendía diciendo que los del club lo habían estado molestando, cosa que fue indignante de escuchar para todos los testigos que estaban allí.

TaeHyung estaba apoyado sobre una de las celdas vacías que habían allí, esperando a que todo se solucionase para darle un ladrillazo a JungKook por hacerse el justiciero cuando pudo haber llamado a la dueña, ahorrandose todo este escándalo.

Todos en la sala escucharon la puerta de la comisaría abrirse viendo entrar a una mujer buscando al comisario. Y una vez que lo encontraron se pusieron detrás de Mingi.

Ella era su madre.

JungKook alzó la mirada encontrándose con la mirada de la mujer, cabello largo y de tonos castaño oscuro. Piel de porcelana pero seguro era botox y uñas largas como espátula de cocinero. El menor rió internamente por esa descripción pero no lo hizo notar haciendo una línea con sus labios.

—¿Qué sucede con mí hijo, comisario?— preguntó la señora mientras JungKook sentía la mirada de esta clavada en su nuca.

El policía procedió a contarle los hechos, las versiones de los dos chicos y cuando finalizó JungKook se quedó impactado al ver cómo la mujer defendía a muerte su hijo.

—Se ve que nadie le da educación a ciertas personas.— la mandíbula de JungKook se presionó tanto que EunBi tragó saliva al verlo.

—Se ve que nadie es una buena madre.— contestó sin tapujos el menor y EunBi tapó su boca ocultando una sonrisa.

—Calmensen— pidió el comisario y todos suspiraron en la pequeña sala.—, el chico pasará aquí la noche, a menos que pague una fianza.

—Con gustó la pagaré.— respondió la madre de Mingi y este sonrió mirando de reojo a JungKook.

—Pero debe pagar también por los daños que cometió su hijo, señora.

—Ay sí, por una silla.— se burló la señora y la dueña de la librería se cruzó de brazos mirando al comisario.

—Si fuese igual un pato de hule, debe pagar por los daños.— respondió el comisario y la señora bufó mientras la dueña de la librería sonreía aliviada.

Al menos algo estaba resuelto.




Luego de haberse comido el regaño de la dueña, que casi lo despide pero no lo hizo al final. JungKook se despidió de EunBi mientras esta se dirigía a la estación de buses.

Vió a TaeHyung sentado a las afueras de la comisaría y se sentó a su lado. JungKook le hizo señas para que este reaccionara pero no movió un músculo de la cara.

𝗢𝗛! 𝗛𝗼𝗹𝘆 𝗛𝗲𝗮𝘃𝗲𝗻 ᵗᵃᵉᵏᵒᵒᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora