JungKook no había visto a San en meses, el año nuevo y la navidad se sentían raras, el ambiente sobre todo. El tiempo había pasado volando y JungKook no estuvo ahí para detenerlo, porque le daba miedo que siguiera avanzando y que él fuese el que no avanzara en su vida.
EunBi, JunMyeon y la familia del menor lo habían notado. Y juntos habían intentado sacarle una sincera sonrisa al castaño pero fue casi una misión fallida. La librería en dónde JungKook trabajaba poco a poco se volvía más concurrida por estudiantes, y abrirían otro negocio a unas cuadras del centro. El corazón de JungKook aún seguía esperanzado con que vería a San, en algún lugar, en alguna calle, pero jamás lo encontró.
Y no sabía porque lo estaba esperando. San también se había mudado, de un día para otro, y eso a JungKook lo sorprendió mucho. Porque cada vez se daba cuenta de lo estúpido y de lo hiriente que había sido con el rubio.
Su cabello había crecido un poco más, así que de vez en cuando lo ataba con una de las ligas de pelo de EunBi. Su expresión feliz de todos los días, disminuía con rapidez y su autoestima estaba por el piso.
—Pareces vagabundo.— rió EunBi y se miró en el reflejo de la peluquería con el menor.
—Oye...— murmuró JungKook formando una línea con sus labios — solo cortarlo como lo tenía antes.
Luego de que EunBi le diera vida al cabello del menor, este se miró en el espejo antes de salir de la peluquería y pudo apreciar de cerca sus ojos caídos y sin brillo. Cómo también el collar del trébol de cuatro hojas colgado en su cuello igual al que tenía TaeHyung.
La castaña tragó saliva y carraspeó haciendo que el menor se girara.
—¿Tienes planes para hoy?— preguntó y JungKook negó.— ¿Quieres ir a ver una película? Tengo cupones, terminaré mí turno y...
—Deberías estar con JunMyeon, siento que estoy haciendo decaer su relación.— murmuró el menor y EunBi lo siguió con la mirada.
—JungKook, debes...
—Estaré bien, EunBi.— susurró JungKook sonriendo.— Ve con él, estaré en casa cocinando y viendo la televisión como todos los días.
—Bien, como tu quieras. Ve a casa rápido, el clima cada vez está peor.— dijo EunBi sacudiendo el banco de madera lleno de nieve.— Llámame si necesitas algo...
—Lo haré.— respondió JungKook y se despidió de su amiga con un abrazo.
JungKook comenzó a caminar desapareciendo del campo de visión de EunBi y esta casi se resbala por algo que tenía debajo del pie antes de entrar otra vez a su trabajo. Al mirar al suelo, frunce el ceño y lo toma para luego suspirar.
—¿Vendas?
JungKook entró al departamento y metió una mano sobre su abrigo sacando un rollo de venda y el alcohol de este. No sabía cómo había entrado todo ahí, pero hizo bien en ocultarselo a EunBi. Porque comenzaría con su cuestionario interminable.
—Año dos mil veinte y todavía JungKook no se compra un cuchillo.— murmuró el menor entrando a su cocina, abriendo cada uno de los cajones hasta encontrar el abrelatas que usó la primera vez. Se veía más oxidado que antes y eso hizo que tragara saliva.— Hola de nuevo, querido amigo.
JungKook se sentó en la alfombra del living y puso a su lado las vendas y el alcohol para desinfectarse luego las heridas. Tragó saliva cuando sus manos comenzaron a temblar cuando acercó nuevamente el abrelatas rasgando la piel blanda de su mano, repitió la misma acción con la otra y vió como la alfombra comenzaba a teñirse de a poco de rojo.
—Aquí vamos.— dijo JungKook calmado comenzando a cerrar sus ojos despacio— Aquí vamos...
Sus ojos se encontraron con la misma oscuridad de siempre, caminó procurando no chocarse la nariz con la puerta y cuando la encontró entró nuevamente a ese lugar. Pestañeó varias veces y caminó entre las almas, pero estas parecían que no se percataban de su presencia. El menor miró sus manos y no vió ningún hilo, no había rastro de algo rojo entre tanta blancura. JungKook cerró sus ojos por un momento ahuyentando las ganas de llorar, hasta que lo logró.
Sus ojos se encontraron con la madre de TaeHyung y este sonrió con todas sus ganas al verla, su corazón vió un vuelco haciendo que comenzara a caminar hacia ella. Sus ganas de ver a TaeHyung aumentaban casa segundo, no lo había visto en tres meses y eso le estaba volviendo loco. Intentaba ocultarselo a EunBi, por más que ella estuviese de acuerdo, porque no le creía cuando le decía que vendaría sus manos todos los días.
—JungKook, qué alegría verte otra vez. Ha pasado un tiempo...
—Siento no haberla visitado, tuve algunas complicaciones con mí vida y ahora vengo a visitar a TaeHyung.— murmuró el menor para luego apretar sus labios mirando hacía los lados buscando al peliazul
—¿TaeHyung?— preguntó la madre de este y frunció el ceño haciendo que JungKook comenzara a sentir escocer las palmas de su mano, era demasiado temprano para irse.— ¿Qué pasó con TaeHyung?
—Él desapareció de mí vista, señora.— dijo JungKook y algo le decía que había algo raro en todo esto.— Él ya está descansando en paz, como quiso desde un principio.
—JungKook...
El menor alzó la mirada y pudo ver en los ojos de la señora confusión mezclada con sorpresa.
—... TaeHyung no está conmigo.
JungKook frunció el ceño y una punzada se instaló en su pecho haciendo que mordiera su labio inferior.
—¿Qué quiere decir? ¿TaeHyung no debería estar aquí?— comenzó a decir desesperado el menor y se alejó de la señora a pesar de que ella gritaba su nombre. Comenzó a correr buscando aquella peliazul cabellera, pero no la encontró. Sus ojos comenzaron a nublarse por las lágrimas y buscó con desespero en dónde estaba algo, algo que le indicará dónde estaba TaeHyung.
—¿En dónde estás, TaeHyung?— susurró JungKook mientras sentía caer una lágrima por su mejilla.
¡Holass!
Buscando a TaeHyung, solo en cines. xd
Espero que les haya gustado el capítulo de hoy, se los quiere mucho, gracias por su apoyo siempre.
Se despide Cami.
𝐒𝐎𝐅𝐓𝐋𝐘𝐎𝐎𝐍𝐆𝐒©
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𝗢𝗛! 𝗛𝗼𝗹𝘆 𝗛𝗲𝗮𝘃𝗲𝗻 ᵗᵃᵉᵏᵒᵒᵏ
ФанфикGanadora de los #TaeKookAwards2020 JungKook era el encargado de pasar a almas al cielo. Bueno, quizás ese término suene espeluznante pero no lo es desde la perspectiva del menor. Sin embargo, un día conoce a una de las almas llamado TaeHyung, un chi...