Mamá encendió la televisión justo cuando comenzaba a sonar la canción de apertura del programa de Carson Wheeler, el reportero que había comenzado con el rumor de Emily. Una etiqueta en la esquina superior de la pantalla indicaba que aquella era una retransmisión del programa de la noche anterior. Su atuendo era el mismo de siempre, solo que esta vez una medalla con el símbolo que representaba al reino colgaba de una de las solapas de su traje, lo que anunciaba que algún miembro de la realeza sería entrevistado.
Mi padre terminó de servir el desayuno en los platos de todos y se ubicó en su lugar de la mesa.
—¿Quién toca hoy? —preguntó, mirando a mi hermano. Wesley acercó su taza de café a los labios.
—No lo sé.
Su celular vibró con la llegada de un mensaje. Bajó la vista y lo leyó rápidamente.
—¿Será Emily? —arriesgó mamá —. Digo, tendría sentido que luego de todo lo que ha pasado brinde una entrevista para aclarar las cosas.
—No, ella no —aseguró Wesley, negando con la cabeza mientras escribía algo en su teléfono.
—¿Y tú qué sabes? Le encanta tener las cámaras sobre ella—dije, encogiéndome de hombros.
Mi hermano entrecerró los ojos y se puso de pie.
—Sé que no es Emily, porque acaba de pedirme que pase por ella, niña lista —me sacó la lengua. Ahogué un bufido. Ver a Emily encabezaba la lista de las cosas que no quería que sucedieran ese día.
—¿Por qué? ¿No puede regresar en carruaje? —pregunté burlona.
—Los carruajes ya no se usan —repuso.
—Ah claro. Olvidé que te tiene a ti —dije, en cambio —. ¿Para qué regresar por su cuenta si su nuevo esposo puede buscarla siempre que ella lo desee? —canturreé en voz baja, ganándome la típica mirada de reproche de mamá y la sonrisa cómplice de papá.
—No oí eso —exclamó Wes, tomando las llaves de su auto —. Regreso en diez minutos —anunció antes de cruzar la puerta y salir de la casa.
En cuanto la madera se cerró tras él, tomé la taza de café y la llevé a mis labios, preparándome mentalmente para el sermón que mi madre moría por soltar.
Tres...
Dos...
Uno.
—Deberías ser más cortés, Jillian —dijo, dejando los cubiertos sobre el plato.
Reí silenciosamente. Aquellas eran exactamente las palabras que estaba esperando. Desde que mi hermano comenzó su relación, las cosas habían sido iguales entre mamá y yo. Ella siempre defendía a Emily, le simpatizaba, y demasiado. Yo, en cambio, me encontraba en una posición completamente opuesta a la suya, por lo que resultaba inevitable que discutiéramos cada vez que el nombre de la princesa era pronunciado.
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KINGS, QUEENS, AND FUCKED UP THINGS
Teen Fiction¿Alguna vez te has preguntado cómo sería tu vida si formaras parte de un cuento de hadas? Jillian no. Nunca. Ni en sueños. Tenía una familia genial, un hermano genial, amigos geniales. Una vida por la que no necesitaba fantasear con historias sobre...