Estaba a punto de perder la paciencia cuando oí que la puerta de entrada se cerraba, anunciando la llegada de alguien. Sophie no tardó en aparecer, equilibrando expertamente la bandeja de plata en la que reposaban los almuerzos de los reyes.
—¿Alguien te vio? —pregunté, en cuanto se detuvo junto a mí. Ella negó con la cabeza, y la meneó afirmativamente casi al mismo tiempo —. ¿Si, no? Decídete, Sophieboo.
—Acabo de encontrarme con el chico nuevo —respondió, mordisqueándose el labio inferior —. Pero no creo que tenga importancia.
—¿Reyes?
Asintió. Chasqueé la lengua y corté el aire con mi puño, como hacían las caricaturas de niños cuando algo salía mal.
—Lástima —dije con un fingido tono apenado —. Era un niño bonito.
Sophie me fulminó con la mirada.
—Nunca sé si bromeas o hablas enserio.
Sonreí complacido y extendí las manos para aceptar la bandeja. Era mi turno de llevares la comida a los reyes. Habíamos decidido intercambiar lugares entre Buck, Bellamy y yo. Sophie se encargaba de preparar la comida y luego alguno de nosotros bajaba a los calabozos para entregárselas y vigilarlos un rato. Aquella era mi segunda vez.
La cocinera no soltó la bandeja cuando yo la tomé. Me miró con una expresión severa.
—No lo comas —dijo, poniendo énfasis en la primera palabra. Levanté las cejas con sorpresa y actué como si me hubiera ofendido.
—¿Por qué lo haría? —exclamé.
—Se que lo hiciste la última vez. Arruinaste su almuerzo y su cena —comentó, con tono de reproche —. ¿Cómo pudiste? —protestó, indignada.
—Soy un soldado, necesito alimentarme apropiadamente —me encogí de hombros y sonreí. Sophie apretó los labios.
—Odiamos a los reyes, pero no por eso debemos matarlos de inanición —dijo, entregándome la bandeja de una vez por todas —. Esperaré aquí hasta que te vea salir con los platos vacios. No correré el riesgo de que holgazanees en la escalera y devores la comida que está destinada a otras personas.
Solté un silbido.
—Eres como una defensora de la alimentación —me burlé, acercándome a la puerta.
Sophie asintió, orgullosa. Se cruzó de brazos y se recargó contra la pared.
—Si sales con un solo rastro de comida en ti...
—Sí, sí, sí —descarté su amenaza haciendo aspavientos con mi mano libre y abrí la pesada puerta de la celda.
El chirrido que hizo al moverse acalló las protestas de Sophie. Se oyó el murmullo de las prendas cuando los reyes se removieron en sus lugares para descubrir quién era el nuevo visitante. No había luces, pero los escasos rayos de sol que se filtraban por la pequeña ventanita del muro eran suficientes como para que pudiéramos ver sin la necesidad de encender una vela.
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KINGS, QUEENS, AND FUCKED UP THINGS
Teen Fiction¿Alguna vez te has preguntado cómo sería tu vida si formaras parte de un cuento de hadas? Jillian no. Nunca. Ni en sueños. Tenía una familia genial, un hermano genial, amigos geniales. Una vida por la que no necesitaba fantasear con historias sobre...