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El doctor demoraba tanto tiempo en regresar que podía sentir cómo los nervios se apoderaban nuevamente de mí

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El doctor demoraba tanto tiempo en regresar que podía sentir cómo los nervios se apoderaban nuevamente de mí. El hombre había pedido que me tranquilizara, me dijo que todo estaría bien y que no había nada de lo que preocuparse. Pero, ¿acaso no era eso lo que decían todos los médicos? Por Dios. Tenía tantas cosas en la cabeza que apenas pude prestar suficiente atención como para oír el número de la habitación en la que se encontraba Emily.

Yo estaba del otro lado de la puerta, con los ojos fijos en la madera blanca frente a mí, como si mi insistente mirada pudiera hacer que el doctor se apresurara y saliera de allí cuanto antes. El olor a químicos y desinfectantes me provocaba nauseas. Ver a los médicos corriendo de un lado a otro me desesperaba. Y la tenue luz que titilaba, iluminando el inmenso pasillo de a pequeños intervalos, me desquiciaba.

En el puño de mi mano apretaba el brazalete que la princesita de Golphier me había dado semanas atrás, el mismo que le había regalado a mi hermana. Emily lo había estado sujetando luego del accidente. Se aferró a él en todo momento, mientras yo la cargaba hasta el interior del castillo de Heredon, en el camino de regreso a Taythor, en el trayecto al mejor hospital del reino... Lo mantenía con ella como si de él dependiera su vida. Me vi obligado a quitárselo cuando los médicos se la llevaron para atenderla. Ahora yo era quien empuñaba el brazalete con manos temblorosas y ansiosas. Lo retorcía entre los dedos, lo dejaba colgar y lo hacía girar, acariciaba las bonitas gemas anaranjadas... Intentaba buscar en él algo de tranquilidad, o mínimamente una simple pizca de consuelo.

Pero no había forma de que lo lograra.

En otra de las habitaciones del castillo se encontraba el hermano de Emily, hablando con los médicos sobre el estado de su madre. A él si le habían otorgado más información porque era el príncipe. Era la primera vez que me sentía algo celoso de los privilegios que su majestad real tenía.

Sin embargo no protesté. No me sentía de humor para hacerlo. Seguía algo aturdido por los ruidos de los disparos que habían volado en el otro reino, así que, aunque no fuera la idea que mas me emocionaba, prefería esperar callado intentando disfrutar de la nueva tranquilidad que las soluciones entrantes proporcionaban. Desde el segundo en el que el auto impactó contra el árbol todo se detuvo. Fue como si ese choque hubiera sido lo que todos necesitaban para darse cuenta de lo errónea que era aquella batalla. Después de eso, las cosas empezaron a enmendarse poco a poco. El rey estaba muerto y los planes de conquista también, pues el daño y la devastación se marcharon con él. Mientras regresábamos a nuestro reino para atender a Emily y a su madre, Kenzie y Flynn se marcharon en busca de los padres de la princesa y Neeson. Los reyes de Heredon nunca habían sido la mayor amenaza, mucho menos el general, ellos estaban tan controlados por el rey de Taythor como todos los demás. Así que la tarea de detenerlos no era muy difícil. O al menos eso era lo que la princesa dijo. Me gustaba pensar que conocía a perfectamente a sus padres y sabía de lo que estaba hablando.

En realidad, todo marchaba bien.

Entonces... ¿Por qué el doctor seguía dentro de la maldita habitación?

KINGS, QUEENS, AND FUCKED UP THINGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora