Presioné el botón que abría el micrófono y miré a Nigel a través del cristal.
—De nuevo —ordené, hablando severamente para no dar margen a protestas. Sin embargo, el italiano se preocupó más en entender mis palabras que advertir mi tono de voz.
—¿Di nuevo? —se extrañó, quitándose los auriculares de las orejas. Asentí.
—Sí, solo hazlo otra vez.
—Di acuerdo... —claudicó, posando la vista en el micrófono frente a él. Le dio unos toquecitos con el dedo y esperó a que le dedicara una señal para reacomodar los audífonos.
Alcé un pulgar como muestra de apoyo y puse el disco a correr por enésima vez. Me recosté sobre el panel de controles cuando la voz de Nigel invadió el estudio. Mis parpados se cerraron por si solos, parecía que su peso se había cuadriplicado en cuestión de horas. Llevaba días sin poder descansar correctamente y haber pasado la noche en el estudio no ayudaba en absoluto.
Millones de ideas rondaban por mi cabeza últimamente, preocupándome de maneras terribles, enfureciéndome o incluso asustándome. La única solución que fui capaz de encontrarle a aquellos abrumadores sentimientos había sido encerrarme en el estudio que nuestro manager compró y liberar mi frustración mediante grabaciones e instrumentos. Nigel se unió a mí en la mañana del viernes. Llegó al lugar en busca de su chaqueta olvidada y terminó encerrado en la cámara acústica, vocalizando una y otra vez el estribillo de una de las canciones de nuestro nuevo álbum.
Sentí cierta paz mientras lo escuchaba. Cuando Jillian me había dicho que a pesar de que Wesley era el vocalista la voz de Nigel era la más apacible de todas, no exageraba. Ahora la comprendía. Su tono suave y la extraña manera en la que pronunciaba las palabras le daban un poder más efectivo que el de cualquier sedante. Me relajé tanto oyéndolo cantar que estuve a punto de dormirme en más de dos ocasiones.
Le agradecería más tarde por ello.
—¿Di nuevo?
Levanté la cabeza con un brusco movimiento. Uno de los controles de volumen se movió con mi arrebato haciendo que la música estallara en los altavoces. Nigel se quitó los audífonos inmediatamente y apretó sus orejas con las manos, yo hice lo propio mientras buscaba desesperadamente el dial que acababa de moverse. Suspiré cuando fui capaz de presionar el botón de pausa y el estruendo cesó.
Mi compañero rió.
—Ya entiendo porqui Levi es quien se encarga de los controles —se burló, colgando los audífonos en el micrófono. Asentí. Él salió de la cabina en la que se encontraba, tomó la silla que estaba a mi lado y se sentó al revés, para poder mirarme sobre el respaldo —. ¿Ahora qui sigue?
—Ahora tengo que terminar esta canción antes de... —no encontré las palabras para completar la frase, así que dejé que se perdieran en el aire. Nigel alzó las cejas con curiosidad.
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KINGS, QUEENS, AND FUCKED UP THINGS
Teen Fiction¿Alguna vez te has preguntado cómo sería tu vida si formaras parte de un cuento de hadas? Jillian no. Nunca. Ni en sueños. Tenía una familia genial, un hermano genial, amigos geniales. Una vida por la que no necesitaba fantasear con historias sobre...