Cualquiera que me viera en ese momento pensaría que estaba a punto de cometer algún crimen o algo por el estilo. Y quizás así era... Mientras recorría los pasillos del edificio donde se encontraba el departamento de Nigel contaba cada paso que daba pensando con temor que cada vez que avanzaba me separaba aun más de la salida. Conducir hacia allí tampoco había sido sencillo. Varios coches habían sonado sus bocinas cuando me detenía en los semáforos, porque cada vez que la luz verde se encendía yo perdía tanto tiempo dudando en avanzar que acababa retrasando el tráfico.
Me detuve frente al apartamento del muchacho y permanecí quieta, conteniendo la respiración mientras analizaba qué hacer a continuación. Tal vez, si estaba tan nerviosa, sería mejor dejarlo pasar. Intentarlo otro día. Podría buscar un papel en algún lado y dejar una notita adherida a la madera, para que supiera que estuve allí sin la necesidad de verme en persona...
Giré sobre mis talones, dispuesta a marcharme pero me detuve antes de hacerlo. Mi padre había asegurado que todo estaría bien. Mamá me contó que dos días antes de que yo regresara había encontrado a Nigel en el supermercado, y dijo que el muchacho seguía siendo el mismo italiano alegre de siempre. Así que parecía que no había nada de lo que preocuparme... Pero, ¿y si actuaba así solo cuando se encontraba frente a mis padres? ¿Y si era simpático con ellos porque no tenía la confianza suficiente para gritar groserías? La patética idea de ir a buscarlos para que me acompañaran cruzó mi cabeza, haciendo que me sintiera ridícula por dentro.
Solté un suspiro, regresé y levanté el puño, con la seguridad renovada.
Llamaría a esa maldita puerta y acabaría con eso como la adulta que fingía ser.
Pude controlar el temblor de mi mano cuando golpeé los nudillos contra la madera, incluso fui capaz de poner mi mejor cara de superada mientras esperaba a ser respondida... Pero la fachada de chica fuerte se derrumbó en cuanto oí los pasos que se aproximaban del otro lado.
Oh, por Dios. Oh, por Dios.
Nigel aparecería en cualquier momento, ¡y yo ni siquiera tenía una frase ingeniosa que decir!
Recorrí el pasillo desesperadamente con la mirada, buscando un lugar donde ocultarme. Detrás de una maceta, una estatua... A esas alturas cualquier cosa sería de ayuda. Pero no había nada. Apreté los puños y ahogué un gruñido. Quizás si era lo suficientemente rápida podría correr y marcharme. Pasé dos semanas recorriendo los infinitos pasillos del palacio, tenía una buena experiencia, tal vez sería capaz de huir antes de que él me encontrara.
Mierda. ¿Por qué no había dejado una notita?
Cuando la puerta se abrió y el rostro del italiano me recibió, supe que ya no había vuelta atrás. Lucía igual que siempre. Vestía los mismos pantalones deportivos que solía usar durante los ensayos y tenía una simple y arrugada playera roja. Iba descalzo y su cabello chocolate estaba algo despeinado. Era como si nada hubiera cambiado. Sin embargo, por primera vez desde que lo conocía, no fui capaz de descifrar la expresión en su rostro. Sus ojos cafés me recorrieron de pies a cabeza al mismo tiempo que sus cejas hacían ademán de levantarse, pero él las reprimió decidido a mantener aquel gesto indescifrable.
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KINGS, QUEENS, AND FUCKED UP THINGS
Fiksi Remaja¿Alguna vez te has preguntado cómo sería tu vida si formaras parte de un cuento de hadas? Jillian no. Nunca. Ni en sueños. Tenía una familia genial, un hermano genial, amigos geniales. Una vida por la que no necesitaba fantasear con historias sobre...