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Uno de los asuntos pendientes en mi cabeza se tildó inmediatamente después de que abandonara a Sophie con su familia

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Uno de los asuntos pendientes en mi cabeza se tildó inmediatamente después de que abandonara a Sophie con su familia. Ahora que ya no había ninguna mirada pesada estudiándome con atención podía realizar las cosas que tendría que haber hecho hace muchísimo tiempo. Encontrar al padre de la cocinera y devolverlo a su familia fue una de las primeras cosas que necesité hacer para limpiar mi conciencia. Su hija había sido mi amiga y confidente durante años, ella fue quien escribió el plan que seguimos para acabar con el rey. Su solución me liberó de los planes que me esperaban, me salvó de convertirme en el tirano que mi padre quería que fuera... Y lo que había hecho que pasara días y días dibujando planos en sus momentos libres fue la esperanza de que la victoria permitiría revertir la desgracia que había separado a su familia.

El regreso del padre de Sophie era mi forma de darle las gracias por todo lo que hizo por mí.

En cuanto salí del comedor, mi madre me interceptó, sorprendiéndome. Sabía que ella estaba ocupada con otros asuntos, por lo que no esperaba encontrarla rondando por los pasillos tan pronto. A juzgar por su expresión supuse que de alguna manera sabía o había deducido lo que ocurrió del otro lado de la puerta. Tiempo atrás, me habría preocupado recibir una reprimenda, que me regañara por hacer algo que no estaba dentro de mis responsabilidades oficiales. Pero ahora simplemente se limitó a dedicarme una sonrisita, (y no porque se viera forzada a hacerlo), y yo se la regresé, (y no porque me viera forzado a hacerlo). Nuestra relación mejoraba significativamente con cada minuto que pasaba, y no podía evitar sentirme feliz por ello.

—Fue muy lindo lo que has hecho por esa muchacha —dijo señalando la puerta que acababa de cerrar con un leve movimiento de la cabeza.

—Era algo que debía hacer —repuse, encogiéndome de hombros.

—Ya lo creo...

Suspiré y asentí.

—¿Qué haces aquí? —pregunté unos segundos después.

Mamá entrelazó sus manos frente a ella.

—He terminado antes y quise venir a ver cómo estabas.

—Ah —apreté los labios y sonreí —. Estoy bien. ¿Y tú? —enarqué una ceja —. ¿Cómo te sientes?

Ya había pasado una semana desde el accidente de coche y aunque casi no hubo daños seguía preguntándole como se encontraba porque sentía que era lo correcto.

—Mucho mejor ahora —respondió.

—Me alegro por eso.

Ambos sonreímos y luego de unos largos y silenciosos segundos comenzamos a recorrer el pasillo al mismo tiempo, como si hubiéramos decidido coordinar nuestros pasos telepáticamente. No sabía a dónde dirigirme ni qué decir, pero por primera vez no sentía el deber de llenar el silencio entre nosotros porque ya no me inquietaba estar junto a ella. La apariencia de la reina seguía siendo la misma de siempre, llevaba uno de sus elegantes vestidos habituales, tenía los mismos zapatos altos que usaba los días casuales, y su cabello estaba pulcramente arreglado. Pero a pesar de su atuendo, podía asegurar que todo en ella había cambiado. No era la misma mujer que era días atrás cuando mi padre aun estaba en medio.

KINGS, QUEENS, AND FUCKED UP THINGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora