¿Alguna vez te has preguntado cómo sería tu vida si formaras parte de un cuento de hadas? Jillian no. Nunca. Ni en sueños. Tenía una familia genial, un hermano genial, amigos geniales. Una vida por la que no necesitaba fantasear con historias sobre...
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NUEVE MESES ATRÁS
—¿Ese es el plan? —pregunté, indignado.
—¿Tienes alguno mejor? —contraatacó Hunter, cruzándose de brazos, petulante.
—Sí... No seguir tu plan.
—¿Por qué no? —inquirió, frunciendo el ceño.
—¡Porque es estúpido y sin sentido! —aclamé, tirándome del cabello con desesperación.
—Vaya alteza... No sabía que conocía aquella palabra —se burló la hija de la chef, Sophie.
El hermano gemelo de Hunter, Bellamy, rió.
—Bajen la voz, nenas, o sabrán que estamos aquí —advirtió, quitándose el cinturón que formaba parte de su uniforme.
—A veces los planes más grandes y retorcidos comienzan con pasos simples y estúpidos —murmuró Hunter, pateando el suelo con la punta de su zapato. Solté un ruidoso suspiro, meneando la cabeza en desacuerdo.
Pasé una mano por mi rostro, comenzando a perder la cordura. Llevábamos más de una hora dentro del almacén de la cocina. Era el único salón del palacio que tenía un espacio bastante reducido teniendo en cuenta los tamaños de las otras habitaciones, así como también era el único sitio donde nadie podría molestarnos. El suelo estaba repleto de cajas, los chicos y yo las habíamos apilado en el centro para formar una improvisada mesa en la cual extender planos y papeles.
—Faltan nueve meses para el casamiento de mi hermana. Dime, Hunter: ¿cómo organizarás una guerra en tan poco tiempo? —pregunté, clavando mis ojos en los suyos.
—Solo digo, que si atacamos ahora nadie se lo esperaría, los tomaríamos con la guarda baja...
—Son cuatro reinos y no contamos con el apoyo de nadie —lo interrumpí. Él no volvió a hablar. Permaneció callado, jugueteando con uno de los hilos sueltos de su traje —. No es un buen plan, es una locura —seguí diciendo, mirando a Sophie y Bellamy en busca de apoyo.
Ellos bajaron las cabezas, evitando hacer contacto visual conmigo. Era evidente que concordaban con Hunter.
—Moriremos todos —susurré, sentándome sobre una de las cajas.
Hunter meneó la cabeza e hizo una mueca, como si estuviera de acuerdo con mis palabras. Sophie lo pateó suavemente.
—Todo saldrá bien, si afilamos algunos aspectos —dijo ella, animándome.
Respiré hondo y dejé escapar el aire con parsimonia.
—Si vamos a seguir aquel descabellado plan deberemos afilar muchísimas cosas, Soph... —comenté, enterrando la cabeza entre las manos.
Bellamy pasó una mano por su rubio cabello y se agachó junto a mí. A diferencia de su impulsivo gemelo, él era más empático y calculador, una combinación excelente al momento de convencer a los demás de hacer algo. Conocía los secretos y las debilidades de sus amigos más cercanos y sus poderes de manipulación eran increíbles. Su mirada azulada busco la mía y se puso serio cuando supo que tenía mi atención.