11

31.3K 4.9K 1.3K
                                    

Oh por la Luna, tanto se había pasado ignorando a su mayor que no cayó en cuenta de su cumpleaños.

¡Era en dos días!

Si, recién se había dado cuenta de la fecha que era, 11 de Octubre, ¡Su cumpleaños era el 13!

¡Maldición! Si estaba frustrado antes, ahora estaba muriendo de nervios.

Mordió con rudeza sus labios, dejándolos rojos e hinchados. Cumpliría 17 ¿Cómo pudo olvidarlo? Su celo vendría y el tenía que consumarlo, o dar índices de ello. Asustado era una palabra corta ¡Estaba aterrado!

La puerta sonó, alguien estaba tocando su puerta.

-¿Diga?

-JiMin, ¿Puedo entrar? Necesitamos hablar.

Suspiró al escuchar la grave pero suave voz del Alfa. Respiró hondo, tampoco es que quería evitarlo para siempre, solo que ahora, hasta le asustaba estar cerca del mayor.

-Yo.. es que, mejor no YoonGi, quizás otro día, ahora.. estoy confundido.

-Lo sé, pero..

-Porfavor.- interrumpió, bajando la mirada.

-Está bien, entiendo, otro día será.

Escuchó los pasos cada vez más lejanos, se hizo bolita en su cama, no sabía como actuar, se sentía perdido entre sus confusos sentimientos.

Se reprendía demasiado, estaba completamente seguro que se habia enamorado, o que por lo menos había un gusto inmenso, pero otra cosa era aceptarlo.

¿Porqué era tan difícil? Fácil, un nombre.

Yoona.

Tan solo recordarla quería mandar todos sus sentimientos a la mierda.

¿Y desde cuándo hablaba groserías? Se le hacían más comunes día tras día.

Era cierto que solo una vez los había visto en una situación comprometedora, pero estaba más que claro, el príncipe no se arriesgaría tanto por una relación pasajera.

Suspiró por enésima vez en la mañana.

Estaba loco, pero siempre estaba loco, desde el momento en haber sentido algo por el Alfa.

Decidido botó sus mantas al suelo, parándose y de una caminando a la oficina donde suponía estaría YoonGi.

Bien, debía ir, hablar con él y con suerte su orgullo estaría intacto.

Pero antes de siquiera tocar la madera con sus nudillos escuchó la voz de la sirvienta, Yoona.

E internamente se maldijo.

Estaba por irse y llorar en la comodidad de su cama, hasta que su nombre fue pronunciado.

-¡No mientas, YoonGi! ¡Te gusta JiMin! ¿Me quieres ver la cara de idiota?

-No grites, Yoona, imagínate que alguien nos escuche.

-¡No, estoy harta! ¡De todo! ¡Desde que llegó no eres el mismo conmigo!

-¿A qué te refieres?

-Lo diré firme y claro, solo es una pregunta y espero que la respondas con total sinceridad.

-Dime.

-¿Te gusta JiMin?

Un silencio sepulcral pasó por segundos, pero que para los tres eran horas.

-Debí suponerlo.

Se escucharon pasos, estaba a punto de correr cuando la firme voz tomó nuevamente partida.

-No.. él no me gusta, me gustas tú.

Bajó la mirada, sintiendo las lágrimas recorrer sus mejillas.

No mentía cuando decía que tenía cierta esperanza, que él le gustara a YoonGi, pero no era así, quizás nunca fue así.

Había ocultado su aroma lo más que podía para poder escuchar sin que se dieran de su presencia.

Pero ese intento fue terriblemente fallido cuando al llorar, se descuidó de siquiera camuflarse.

Corrió, como si su alma dependiera de ello, sin saber si lo descubrieron o no, encerrándose en lo que jamás debío haber salido, su habitación.

Quería regresar a su reino, quería olvidarse de lo que sentía pero jamás debió sentir.

Parecía un drama, una novela, pero aquellas siempre terminaban con un final feliz, besos, abrazos y sobre todo.

Amor.

....

Ahora estaba maldiciendo todo a su alrededor y más a la persona que creó las cenas, él había podido evitar el almuerzo diciendo que estaba con gripa, pero ahora no podía, más por respeto ante los reyes.

Resignado salió, sin bañarse ni cambiarse, yendo con aquellos pantalones sueltos azules y una camisa corriente.

Sin duda daría que hablar.

Dando un respiro por lo más sonoro se enderezó entrando a la sala.

-Buena noches, señores y príncipe Min.

-Buena noche querido, siéntate.

Asintió, sonriendo ante la voz amable de la Omega.

Él no participó en las charlas de la familia Min, no se sentía cómodo.

Mordió sus labios, sus decisiones eran desesperadas y como siempre, inmaduras.

Pero sabía que no soportaría más tiempo aquí, con YoonGi y Yoona frente a él sin que pueda evitarlo.

Por eso, pronunció cuando ya todos habían terminado su respectiva comida.

-Señores Min.. les tengo una noticia, es importante.

-Oh, claro cielo, dinos.

Suspiró y miró a los mayores, aún ignorando la mirada confusa de "su" Alfa.

-Decidí volver a mi reino, después de mi cumpleaños.- dijo firme, no había entrenado para nada.


-¿Qué? ¿Porqué JiMin? ¿Acaso no te gusta nuestro reino?

-No es eso, solo que extraño mi reino y a mis amigos, por eso.. por eso de mi desición, espero que entiendan, señores.- suplicó con la mirada, aún con su tono suave pero decidido.


-Bien, pero me apena la noticia, de igual forma es lo mejor si así lo quieres, cariño, no te vamos a obligar nunca a permanecer aquí.

-Si, gracias reina Min, gracias rey Min, gracias príncipe Min, con su permiso, iré a mi alcoba.

-Duerme bien.

Se reverenció, aún huyendo de YoonGi, no deseaba verlo jamás.

Con su corazón roto durmió como bebé, aferrado a sí mismo, con su lobo deprimido y él de igual forma.

Nacido Para Un Min |YM|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora