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Durante el transcurso de la mañana, el Alfa de YoonGi suplicaba por ver al Omega, cambiar todo el "trato" pero lo había prometido, si un romance se daba era porque sus sentimientos de ambos eran claros, porque si, él también tenía un dilema respecto a todo, desde que vino JiMin, de cierta manera, le llenaba de una calidez inexplicable. La primera vez que lo vió se le hizo muy hermoso, no podía mentir, JiMin era un Omega demasiado precioso, con sus cachetes rellenos, nariz de botón y unos labios tan carnosos y, cuando su carita se contraía al sonreir, él pagaría cualquier condena por verlo cada día de su vida. Aunque nunca planeó entablar una conversación con el menor, no se arrepentía, pudo conocerlo más, algunos gustos y preferencias, se encantó con JiMin, por su simpleza.

Él estaba seguro, su destinado era JiMin y los sueños eran pistas definitivas, el olor a lavanda y fresas del lobo blanco era el mismo que el de JiMin, sus animales internos de ambos les gritaban que eran pareja y lastimosamente tarde se dió cuenta.

"El no me gusta, me gustas tú" porque a él lo amaba y ese amor que antes sentía por Yoona ya no existía, le gustaba, era lógico, después de todo fueron 4 años de una relación hermosa, un romance de jóvenes, donde se sentía agusto, pero su lobo no, era indiferente con la presencia de la dama, entonces entendió que ella no era para él. Estaba segurísimo que el día de la revelación el nombre sería "Park JiMin". Si, tenía que dar todo de sí para no perderlo más y aprovecharía esos 3 meses para sorprenderlo.

Y el primer paso era, darle un fin a la historia de Yoona y él.

....

-¡Príncipe JiMin!

-Woah, que belleza es...

-¡Miren al futuro Rey!

-¡Vengan, niños! Conozcan al Omega del futuro Rey.

-El nos guiará, es nuestro Rey.

Y cosas así decía el pueblo cuándo se confirmó sus sospechas, de que el príncipe Park sería el futuro Omega del príncipe YoonGi.

El Omega estaba feliz, esas personas eran muy amables y lograron que olvidara sus pensamientos negativos.

Caminaron durante minutos, la reina presentandole las calles, el mercado, pasaron por hermosos lugares turísticos.

El Omega, que mayormente no utilizaba su celular, lo cargó antes de venir para tomar fotos y así lo hizo.

Ya tenía media memoria llena y aún quería más, pero lo dejó para más ocasiones.

-¿Qué te parece nuestro pueblo?.- escuchó decir a la mayor.

-Me encantó, son muy amables conmigo.- dijo con una sonrisa encantadora, recordando todos los regalos que habia recibido por parte de los habitantes que sabían de su cumpleaños y no podían asistir a la fiesta.- ¿Vendrán al castillo? Para mi celebración.

-Claro que lo harán, los que quieran, las puertas siempre han estado abiertas para nuestro pueblo.

Asintió, le gustaba la idea de celebrarlo con gente así.

-Ven, te daré un regalo.- le cogió del brazo y caminaron hasta estar en frente de una gran casa, muy hermosa.

-¿Qué es esto, reina?

-Mañana es tu cumpleaños JiMin, tendrás tus 17 años, tu Omega reclamará a un Alfa y consumará, estoy honrada con que ese Alfa sea mi primogénito, por lo tanto alquilé esta casa por una noche para que disfruten de tu celo.- decía con tanto cariño en la voz- A pesar que te irás a tu reino, quiero que sepas que mi hijo siempre te esperará, aunque sea un estúpido Alfa hormonal, lo cabeza hueca no se le puede sacar, lo lamento.

Rió, los últimos comentarios lograron que se tranquilizara, suspiró y asintió.

-Daré lo mejor de mí, lo aseguro.

-Mi hijo es afortunado, demasiado afortunado, JiMin.

Mordió sus labios, sentía presión y no quería entregarse al Alfa, no después de pedirle tiempo para olvidarlo.

Sin duda toda la felicidad se fue al tacho, estaba tan nervioso que sus manos sudaban a grandes rasgos.

-Llegamos, puedes ir a tu alcoba para vestirte y bajar a la cena.-asintió y agradeció a la mayor, caminando lentamente a su cuarto, con un gran puchero involuntario en el rostro, cosa que enternecía a todos los sirvientes.

Entró con pesadez y se tiró cual costal de papas a su cómoda cama, sus labios exigían ser liberados de las mordidas que él les daba, producto de los nervios.

-Necesito calmarme, cálmate Park JiMin.

Se dijo a sí mismo, no lograría nada sentado en la cama, con un puchero y haciendo nada.

Al fin y al cabo se bañó y vistió para cenar. Conversó con los mayores y dirigió unas cuántas palabras a YoonGi, quien lo miraba siempre, cosa que le hacía sonrojar.

-¿Puedes dejar de mirarme? Me pones nervioso.- susurró al mayor, quien estaba a su costado.

-Oh, discúlpame, no estaba consciente que lo hacía.

-No te preocupes.- sonrió y siguió comiendo.

-Me gusta verte sonreír.

El Omega bajó la mirada sonrojado, no podía dejar de estar enamorado del mayor si le decía cosas así.

-Bueno, estoy agradecido.- mordió sus labios y bajó la mirada para no poner al descubierto sus mejillas ligeramente rosadas.


Terminó de comer y antes de parar e irse a su alcoba escuchó al mayor decir.

-Mañana es el día.- con una voz grave y finalizando con un guiño.

Iba a preguntar, pero tenía una breve sospecha y no quería pensarlo más o terminaría botando sangre de la nariz, solo se fue más rojo de lo normal.

Sinceramente, el mayor lo estaba torturando con los nervios.

Nacido Para Un Min |YM|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora