Nacido Para Un Min |YM|

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Cuando lograron escapar del reino, corrieron con fervor, desapareciendo rápidamente de la vista de los soldados.

Estaban nerviosos, su respiración estaba entrecortada y sus patas ardían a más no poder, su pelaje estaba húmedo por una capa fina de sudor y un lenguas caían buscando algo de agua.

Agotados estuvieron días alimentándose de frutas y tomando agua, pero no era suficiente.

El cansancio se notaba en sus delgados, casi raquiticos, cuerpos, sin fibra que comer sus músculos se debilitaban y no aguantaban las largas jornadas al correr.

Tenían miedo de ser descubiertos, de que los capturen y manden a matar.

Pasó 2 semanas.

Cayeron, frustrándose al no poder llegar a ser una familia feliz con su retoño.

Desmayaron cual saco de papas.

Creyeron que era su fin, tanto habían hecho por nada.

Pero no.

Despertaron adoloridos. Pero despertaron.

Estaban vivos ¿Cómo?

Escucharon pasos avecinarse, quisieron ponerse en guardia mas no podían.

-Tranquilos, deben estar hambrientos, coman esto.

Tendió sus manos con platos de comida, había carne en ella, cómicamente justo detrás de la dama apareció una luz, iluminando su cansina mirada.

Parecía esa esperanza que necesitaban.

Aceptaron gustosos la comida y devoraron todo, tomando agua y agradecieron.

-¿Que hacen aquí? Por como los encontré parecían escapar de algo ¿No son unos rateros verdad?

No sabían que hacer, si mentir o decir la verdad, pero si querían una nueva oportunidad, serian transparentes.

Fueron sinceros cuando le contaron a la mayor porque corrían sin rumbo en específico.

Ella les entendió, enseñándoles la ruta para llegar hasta un pequeño pero bondadoso pueblo, muy lejos de donde estaban, ahí ambos lograron acoplarse entre los aldeanos, viviendo pacíficamente, con su hijo y siendo una familia corriente.

Tuvieron que partir, por las sospechas que se daban.

Supuestamente soldados vendrían a supervisar, ellos no querían arriesgarse, por lo que salieron del pueblo que tan bien les acogió.

Días andando, semanas y antes de cumplir el mes, se encontraron con otro pueblo, rentaron dos habitaciones y lograron un trabajo estable que mantendrían una vida normal para su retoño.

El ya no tenía el apellido de su padre, Dann.

El ya no era Dann Know, era Min Know.

Así lo decidieron él y Mirai.

Poco a poco fue reconocido por todos los habitantes, por su gran forma de liderar, formando de a poco un clan. Debido a la prosperidad varias personas se unieron a él.

Después de todo la preparación de su padre no fue mala, pudo ganarse a su gente.

Confiaban y lo admiraban, era todo lo que un líder con futuro necesitaba.

Con el paso de los años logró formar su reino, junto a su amada e hijo.

Supo aprovechar su oportunidad.

A sus más confiables ayudantes les contó la verdad, su procedencia.

Aunque tenía cierto temor de ser traicionado, no fue así.

Porque para todos.

Min Know era una clara muestra de lucha, defendiendo un amor prohibido, porque era eso, amor.

Mirai era su todo, al igual que su bebé.

Eran el uno para el otro.

Iguales.

A pesar de todo.