10.

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—¿Tú qué?— Como si acabase de contar la historia más hilarante del mundo, la mayoría de las personas presentes en la sala empiezan a a reír escandalosamente— ¿Qué te he dado en ese trago? Se te fue a la cabeza, amorcito.

El hecho de que la jovencita aún desconocida le dijese amorcito, detonaba en mí un millón de emociones para nada amables hacia ella. Ya quisiera ser ella el amorcito de Noah, ya quisiera.

—Pues no les miente— En un impulso de confianza por la petulancia que destilaba esa chica, decido tomar la palabra acabando con las risitas de la habitación. Casi como en un acto de magia— Es un gusto conocerles.

Digo mientras plasmo en mi rostro una sonrisa sincera. Si iba a convivir medio año con Noah en este plan de la pareja feliz, debía llevarme bien con todo el mundo a su alrededor. Claro que podían haber excepciones.

La chica se había pasado todo el momento comiéndose con la mirada a Noah, mientras que a mí me despreciaba sin siquiera tener que decirlo. Así que al momento de verle a ella, expando aún más mi sonrisa de forma sarcástica y pego más mi cuerpo al de Noah, subiendo mi mano hasta su buen formado abdomen.

Noah parece tomarle por sorpresa mi reacción, sin embargo rápidamente me sigue el hilo.

—¿Así que tú eres la novia?— Pregunta uno de sus amigos, el de tez más morena mientras mantiene una expresión divertida—.Madre mía, Noah Von Housen con novia. Creo que ya lo he visto todo.

Asegura mirando a su amigo, extiende su mano hacia mí y de forma cortés se presenta.

—Soy Oliver— Estrecho su mano de igual manera, luciendo un rostro sonriente. 

Así uno a uno de sus amigos empieza a presentarse amablemente, menos la jovencita muy mencionada la cual seguía aún con un rostro decepcionado.

Antes de que el momento pudiera volverse más incómodo de lo que ya era, Noah toma la palabra y distante presenta a su lejana amiga.

—Ella es Brie— La señala y ella asiente. No me sonríe, no me estrecha la mano, sólo asiente. Le devuelvo el gesto, y Noah vuelve a hablar:—Pongan la música otra vez, hay que celebrar está reunión.

Sin oponer mucha resistencia, rápidamente Noah es escuchado y la música empieza a retumbar los ventanales del Penthouse tan fuerte como hace apenas unos instantes. Con el sonar de la música y el licor rotando una vez más, todos regresan a sus propios asuntos, menos el muchacho quien se había presentado como Oliver pues sin siquiera dudarlo se acerca a nosotros y nos aborda curioso.

—¿Así que Emilia, no?— Cuestiona y asiento, mientras siento la mirada de Noah clavada en la nuca seguramente supervisando lo que decía —.Tomemos asiento, yo quiero escuchar esta historia completa.

Exclama e inevitablemente le doy una mirada llena de nerviosismo a Noah. Una cosa estaba clara, ambos nos habíamos precipitado al anunciar la noticia a terceros sin siquiera haber practicado antes las respuestas básicas o por lo menos haber tenido una amena charla privada.

La preocupación me invadía, porque no conocía absolutamente nada de Noah Von Housen más allá de su maldito nombre, su popularidad y grosor de su tarjeta bancaria. Si me preguntaban cuál era su fecha de cumpleaños o su color favorito de seguro quedaría en blanco. Sin embargo ahora que lo pensaba, Noah sí conocía mucho más de mí.

Gracias a su misterioso hombre investigador de novias falsas.

—Aún no me lo creo, si no te hubiese tenido en frente no le hubiese creído una sola palabra a Noah— Reafirma Oliver señalándome con su trago mientras todos tomamos asiento en el sofá. Oliver frente a nosotros, y Noah junto a mí agarrando mi mismo con la palma de su mano — Has roto ya un gran récord. Aún ni te conozco y ya me agradas.

Matrimonio a la rentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora