Vale, aquí estoy de nuevo hermosas!
Antes de entrar a mi anuncio parroquial, quiero dejarles un mensaje muy personal. Voy a contarles algo de mi vida privada que me tiene verdaderamente afligida y la verdadera razón por la que no me he presentado aquí en un buen rato.
Debo confesarles que hacía más o menos un mes había perdido algo de seriedad en el tema relacionado con el COVID. Es decir, sabía que era real pero no lo consideraba ya tan peligroso.
Entré en ese pensamiento irracional de "Bueno, a todos nos tiene que dar. ¿No?" Y aunque sea verdad o no, por ese pensamiento deje de ser tan extremista con mis medidas de auto cuidado como antes. Es decir, igual usaba mi mascarilla, me lavaba las manos y me bañaba cuando llegaba a casa sin embargo, había empezado a aceptar las salidas con mis amigos y cosas así cuando antes no lo hacía.
El punto es que para el fin de año, mi mejor amiga y sus padres se contagiaron. No sabemos como pero pasó, por lo tanto entraron en cuarentena. Su papá y ella presentaron síntomas muy leves, excepto por la madre de mi mejor amiga de infancia, es decir, la mujer a la que conocía hace muchos años, la cual me consentía cada vez que veía y a la cual consideraba yo, una mujer excepcional, como una segunda madre para mí sí enfermó con un poco más de gravedad.
Al principio, mi mejor amiga y yo pensamos que se le iba a pasar tal y como oíamos en la calle.
Es decir, pensamos que la daría gripa, fiebre, se le iría el gusto o el olfato pero que en quince días estaría mejor.
Sin embargo eso no pasó.
Con el pasar de los días, ella se puso peor. La fiebre era muy intensa, su inapetencia era infame, no cogía bocado en todo el día y una tos muy agresiva le había empezado a atacar los pulmones. Por supuesto, mi mejor amiga se asustó muchísimo y llamaron a los médicos. Ellos les dijeron que lo mejor era llevarla al hospital sin embargo la madre de mi mejor amiga se negó porque el sistema hospitalario en mi país no está muy bien actualmente y está la creencia popular de que quien va a un hospital, no sale vivo.
En remplazo de eso, los doctores le aconsejaron que lo mejor era entonces conseguirle una bala de oxígeno para tener en casa y ayudarle a sus pulmones a respirar (Cosa que ya le estaba costando muchísimo). Todo ese día, estuvimos moviendo cielo y tierra para conseguir que alguien nos alquilara una bala de oxígeno sin embargo la situación estaba imposible pues ellos no podían salir por qué estaban contagiados y cuando yo iba a preguntar a algún lado, me respondían que la prioridad la tenían los hospitales así que ese día no conseguimos nada.
A pesar de la insistencia, mamá no se dejó llevar y con la promesa de que ella iba a mejorar con un remedio casero que hizo que le prepararan esa noche, todos nos fuimos a dormir. (Obviamente yo en mi casa ya que yo no estaba en cuarentena porque por gloria de Dios, no me contagié)
El punto es que cuando despierto en la mañana a eso de las 8:15 veo una notificación de mi mejor amiga en el móvil. Y les juro que pocas cosas en la vida me hacen llorar, pero leer un: "Amiga, necesito contarte que mi mamá se me murió"
Es tan desgarrador como si te quitasen el corazón de un jalón. Ese mensaje me puso a llorar como bebé de inmediato, como si un pedazo de mi alma se me hubiese apagado.
Además de que mamá era una mujer increíble, lo que más me dolía era pensar en el vacío que dejaba ella en la vida de mi mejor amiga. Es joven, tiene 21, hija única, el papá trabaja todo el día y su única compañía era su madre. Las chicas que soñamos con casarnos y tener hijos, siempre imaginamos a nuestras madre acompañándonos en esas ocasiones que te marcan la vida, ayudándonos a escoger nuestro vestido de novia, o conociendo a nuestros hijos o simplemente estando ahí.

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Matrimonio a la renta
RomantizmEmilia Moore se ha quedado sin plaza en donde vivir, no tiene un buen salario para costear un apartamento ella sola y si no consigue plaza pronto, tendrá que regresar a su pequeña ciudad renunciando a su beca. Noah Von Housen lo tiene todo, el din...