3.

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Emilia's POV

Entrar al apartamento, ver tantos estantes ya vacíos y tantas cajas abarrotadas sobre el suelo me daban un golpe de realidad justo en el rostro. No podía creer que Lorelei estuviese a días de irse de casa. Si bien alguna vez había imaginado que eso pasaría, nunca había pensado que sería tan pronto, menos con un bebé en el medio.

La situación en sí ya me resultaba abrumadora, pero lo que realmente me tenía con los nervios en punta era que ni siquiera había conseguido plaza aún y me veía muy lejos de hacerlo. Todo me resultaba muy costoso, muy lejos, muy feo o con rommies muy extraños.

Este era mi lugar perfecto, y ahora Pedro el oloroso se estaba llevando eso lejos de mí.

— Emilia, ¿eres tú? — La voz de Lorelei irrumpe mis pensamientos y me aterriza al mundo terrenal. Busco con mi mirada de donde proviene su voz y entonces le veo salir de su cuarto con dos cajas entre sus brazos, con su rostro apenas visible — Ay sí eres tú, ¿cómo te fue?

Me acerco hasta donde está ella, maniobrando entre las cajas en el suelo y tomo una de las que tiene entre sus brazos para ayudarle.

— ¿Por qué cargas tantas cosas a la vez? ¿No está eso prohibido para ti o algo así? — Evado su pregunta, pongo la caja en el suelo encima de otras y entonces le escucho refunfuñar.

— Estoy embarazada Emilia, no discapacitada — Pone entonces su caja en el suelo y me mira seria, con ambas manos en sus caderas — Ni tampoco retardada, ¿crees que no vi lo que hiciste? Evadiste mi pregunta.

Señala, haciéndome suspirar con pesadez. Lo ultimo que deseaba hacer era decirle a Lorelei que mi búsqueda había resultado ser un completo fracaso. La mujer estaba embarazada y no quería hacerle sentir mal, pues como yo, ella muy bien sabía qué sucedía si no conseguía una plaza antes de que ella se marchase. 

— Perfecto — Plasmo en mi rostro la mejor de las sonrisas, pero no sé lo traga entero.

— ¿Aún nada no? — Cuestiona con preocupación en su rostro — Si necesitas más tiempo Emi yo puedo dar mi parte de la renta este mes y...

— Ni loca Lorelei, tú necesitas ese dinero tanto como yo. Un crío es caro, el chistecito ese te va a salir caro — Le señaló a su vientre que aún no muestra rastros de albergar algo más que comida, ella ríe — Sólo es cuestión de tiempo, algo debo encontrar.

Entonces la habitación se pone en silencio.

— Ya sé, tú toma asiento en el sofá empieza a buscar propuestas en la lapto mientras yo te preparo un café de esos que te gustan.

Propone, haciéndome sonreír.

— Ya suenas como una mamá Lorelei.

— Sueno como una mujer que se siente mal por poner a su mejor amiga en apuros — Puntualiza y no puedo hacer más que concordar con ella — Venga, siéntate y empieza a buscar tu nuevo hogar.

Me extiende la lapto de sobre la mesa y le obedezco, tomo el asiento más cómodo del sofá y empiezo a escudriñar en la web. Ya podía decir que tenía los ojos cuadrados de ver tantas páginas de inmobiliarias, tantos portales de arrendamiento y tantos anuncios que resultaban en nada. Ya me dolían los pies de caminarme la ciudad de extremo en extremo, y ya estaba a punto de convertirme en usuaria premium del metro. 

El sofá se hunde a mi lado, Lorelei toma asiento y me extiende una tasa de café humeante. 

— ¿Nada provocador? — Pregunta, fijando su mirada en la web. Le doy un sorbo a la taza de café, y niego.

Matrimonio a la rentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora