El festejo tranqui, rápidamente dejó de ser algo tranqui. Con el pasar de unas horas y cada vez más alcohol en la sangre de las personas, las cosas estaban empezando a descontrolarse sin que a nadie le importara. Ya habían camisas desabrochadas, vestidos subiéndose de a poco, demasiado ruido y sustancias que yo no reconocía rondando por ahí.
No quería parecer aguafiestas, pues está no era mi casa ni ellos mis amigos pero un ambiente así me hacía sentir incómoda. Si bien no era de las más santas, tampoco era de las más expertas y el hecho de que no conociese a nadie me hacía sentir más bicho raro.
—¿Todo bien?— Incluso más torpe que antes, Michael se sienta junto a mí con dificultad apestándome el ambiente a alcohol puro—. No te veo divirtiéndote amiga.
Exclama mientras me extiende un trago. Dudo unos instantes en recibírselo o no, ese trago podía tener algo más que trago pero si no lo hacía parecería grosera.
—Porque no lo estoy haciendo Mike— Tomo el trago entre mis manos, y lo dejo ahí con la esperanza de que el alcoholizado Michael no notase que mis intenciones no eran precisamente beberlo—. Mañana tengo que trabajar, y heme aquí.
Asiente fingiendo comprender mis palabras, pero por su estado de borrachera podía asegurar que lo último que estaba haciendo era comprenderme.
—¿Quieres un consejo Emilia?— Pregunta, totalmente ajeno a nuestra conversación.
—Sí, claro— Me acomodo mejor en el sofá, dándole la cara al rubio amigo de Noah que a este punto ya no tenía ningunas gafas sobre su rostro.
—Sí quieres pertenecer a este mundo de perdedores...— Arrastrando sus palabras y con pesadez en su lengua, levanta su mano y señala el grupo de personas presentes en la sala—. A veces tienes que perder un poco los escrúpulos.
Vaya, demasiada profundidad en su consejo.
—Yo no quiero pertenecer a este mundo, Mike— Miro a mi alrededor, asegurándome de que no hubiese nadie demasiado cerca. Acorto un poco la distancia con el rubio, y le susurró:— Sólo le estoy haciendo este favor a Noah.
Me oye hablar, y se ríe. Niega frenético con su cabeza y según él me corrige.
—Tienes la boca llena de mentira— Suelta, sin ninguna sutileza—. Primero, todos quieres ser niños ricos Emilia y segundo, ambos se están haciendo un favor.
Dice, dejándome en un limbo durante unos segundos. Sí lo pensaba bien, sí lucía hipócrita diciendo por ahí que había aceptado esto por hacerle un favor a Noah. Hasta hace unos días, Noah no era nadie en mi vida así que sí había accedido a esto era por la plaza, por el dinero y por el ahorro que lograría sin tener que pagar un arriendo.
La otra semana reiniciábamos las clases en la universidad, así que no podía haberme permitido más días sin conseguir una plaza en donde enterrar mi cabeza.
—Hablando de Noah, ¿quieres otro consejo?— Vuelve y habla. Yo sólo asiento expectante a sus palabras — Yo sé que el hombre está delicioso, es carismático y muy millonario. Pero no te coles por él, hazte un favor muchacha.
Una vez más suelta abruptamente desviando nuestra conversación por otro camino. No entendía el porqué de sus palabras hacia mí, pero sí de donde venían. No había necesidad de conocerle para saber qué Noah encantaba a toda el que pasare por su lado.
—No lo haré Mike, yo sé cómo funciona esto— Le respondo, pero mi respuesta no parece contentarle. Se encoge de hombros y me contesta con un "eso espero".
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Matrimonio a la renta
RomanceEmilia Moore se ha quedado sin plaza en donde vivir, no tiene un buen salario para costear un apartamento ella sola y si no consigue plaza pronto, tendrá que regresar a su pequeña ciudad renunciando a su beca. Noah Von Housen lo tiene todo, el din...