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Capítulo Final.

1/3.

A continuación, quiero decir que no me hago responsable por lágrimas, frustraciones, alegrías, risas, decepciones o lo que sea que puedan llegar a experimentar con este último capítulo de infarto.

Sin embargo, si quiero pedirles que lo disfruten. Estos son nuestros últimos momentos juntas en esta maravillosa historia.

Y aunque está aún no es mi despedida, desde ya les agradezco por haber llegado hasta aquí.

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FINALES DE NOVIEMBRE

—Hermana, te ves de ensueño.

Tres dias habían pasado rápido y era en momentos como estos en donde realmente entendía esa expresión de «El tiempo es relativo». Hacía apenas cinco meses era una chica apenas promedio, que estudiaba, trabajaba y mantenía un círculo social que se limitaba a una sola persona; A Lorelei.

Y ahora, casi de manera irreal, estaba sólo a escasas horas de pararme en un altar para jurarle mi amor eterno a un hombre que recién aparecía en mi vida. ¿Podía creerlo? No. ¿Tenía que hacerlo? Sí. ¿Quería hacerlo? No sabía.

Pero las conversaciones con mi mente había decidido acallarlas. Hoy no era el momento para cuestionarme, ya había tomado una decisión y así eso que costase la relación con mi familia lo haría. Porque ciertamente Noah había logrado meterse en mi cabeza de esa manera, hasta el punto de hacer lo que fuese por no verlo marcharse.

Porque lo amaba.

Cosa que también había entendido sólo hasta ahora, sólo por él había comprendido verdaderamente que significaba realmente amar.

—No quiero llorar pero voy a llorar amiga. Es que te ves preciosa— Como siempre, Lorelei estaba hoy junto a mí lista para sostenerme cuando flaqueara y no podía estar más agradecida por ella. Sus ojos oscuros me repasan por segunda vez de pies a cabeza y sin contenerse, Lorelei se abalanza a mis brazos estrechándome fuerte contra ella.

Robándome algo del poco aire que hoy cruzaba mis pulmones.

—¿Cómo es que tu suegra logró planear toda una boda en tres días? Siento que voy a explotar de la emoción.

—Yo tampoco lo sé, pero estoy agradecida— Río sobre su cuello y me alejo. Le veo al rostro y le sonrió y vuelvo a ver a mi reflejo en el espejo —, Gracias a ella ahora luzco así.

El vestido que hoy cargaba encima no se parecía en nada al pobre intento de tela que había recogido aquel día en la tienda que Charlie había calificado como un lugar de mala muerte. Ahora parecía una princesa sacada de los cuentos principescos más mágicos de la literatura; Todo mi cuerpo estaba forrado en un vestido blanco de corte sirena que encima, cargaba un hermoso forro bordado de flores que dotaba a la tela de esa simpleza elegante característica de Elizabeth.

A la altura de mis hombros, el vestido era de corte bandeja por lo que una pequeña porción de mis brazos estaba cubierto pero en medio, una ligera transparencia me daba ese toque de sensualidad necesario, propio de mí y que de seguro enloquecería a Noah hasta la felicidad.

—Si tu madre te viera—

—Mi mamá no está aquí Lolo, es lo que importa así que te agradecería si no la mencionamos hoy. ¿Sí?— Asiente y no me protesta.

Vuelve a abrazarme emocionada y animada, exclama:—¿Dónde está tu velo? Tengo que ponerte el velo yo si no lo hago yo me volveré loca.

—Elizabeth lo tiene, dijo que le pondría un broche de su abuela y que entonces lo traería.

Matrimonio a la rentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora