20.

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¿No estás de coña? ¿Estás diciendo que te agrada? ¿Te agrada Noah, Ems?

Ante su pregunta, involuntariamente sonrío.

Después de ese pequeño viaje al jardín botánico de Kew, había empezado a ver a Noah de una manera distinta a cómo lo había hecho en la primera semana de nuestra convivencia. Si bien el sol no se podía cubrir con un dedo y él seguía siendo el chico mujeriego que amaba salir de fiesta y molestar a su hermano, ahora se comportaba más como alguien maduro, con profundidad en su alma. Ahora me dejaba ver sin problemas que tenía una historia que contar, lo que sí o sí me despertaba el interés.

Esa salida al invernadero había sido sin duda alguna el broche de nuestra amistad. Ahora el ambiente dentro del apartamento era mucho más familiar, nos hablábamos con mucha más naturalidad e incluso en varias ocasiones había cocinado para mí un desayuno real de huevos y bacon y no sólo cereal.

Así no quisiera admitirlo fogosamente, Noah había empezado a agradarme. Sin peros ni remilgos.

Tal y como me agradaría un amigo.

—Siempre me ha agradado Lorelei. Muy en el fondo siempre me ha agradado, es sólo que ahora es diferente, ahora siento que...— Repaso en mi mente las palabras correctas antes de decirlas. El sol en Londres estaba hoy más inclemente de lo normal, por lo que sus rayos en mi rostro resultaban ser una distracción —. Ahora creo que es mi amigo.

Lorelei al otro lado de la línea ahoga un pequeño grito perceptible por encima de la estática. No entendía que le resultaba tan sorpresivo pero aún así agradecía que me escuchara mis ñoñerías con tanta emoción. 

¿Así que ahora son amigos? ¿Amigos con el hombre más sensual de Londres?— Susurra con los labios muy pegados al interlocutor.

Seguramente Peter estaba por ahí junto a ella, por lo que no resultaba muy pertinente que él escuchase decir a la madre de su pequeño que otro hombre era más sensual que él. Aunque era la verdad, él no merecía esa verdad. 

—Sí Lorelei. Amigos— Sentencio respondiendo a la ironía que se cargaban sus palabras con esa pregunta. Ya me podía imaginar en qué dirección deseaba llevar la conversación, pero si bien Noah efectivamente seguía pareciéndome el hombre más atractivo que alguna vez se hubiese podido posar frente a mi rostro, me había propuesto a modo personal limitar mis reacciones químicas frente a él. Me estaba literalmente obligando a verlo casi que como un hermano—. Sólo lo veo como un buen amigo.

Mi respuesta no le resulta convincente por lo que se burla.

Puedes ser amiga de quien se te antoje, ¿Pero de Noah Von Housen? No mi ciela, no te lo creo. Ambas sabemos que las panties se te cayeron la primera vez que viste a ese hombre— Sin poder evitarlo suelto una carcajada ruidosa con el móvil pegado a mi oreja.

—Vale sí, es cierto. Pero muchas cosas han pasado desde aquella vez Lorelei, cosas que hacen que aterrices los pies a la tierra. Cosas que hacen que pierdas ese tipo de interés, además sólo somos amigos.

¿Tenía que si quiera mencionar que ahora estaba metida en un embrollo estrafalario por su poder de persuasión? ¿Por el poder de su dinero? ¿Por el poder de esos ojos pardos muy sensuales? La respuesta es no, no tenía qué.

Vale vale Santa Emilia, diré que te creo sólo porque conozco lo cabeza dura que puedes ser. De hecho me alegra que ya no quieras lanzarlo por un ventanal, eso es bueno— Sin tener que verla, me la imaginaba levantando los hombros y asintiendo sola al otro lado de la línea —. Pero, ¿quieres que te de una honesta opinión?

—No. En gran parte tus opiniones me tienen metida en esta novela mexicana.

Mis opiniones te tienen viviendo en un palacio a escala en uno de los barrios más exclusivos de Londres. Así que me vale mierda si la quieres o no, de todos modos te lo daré— Pongo los ojos en blanco ante su previsible respuesta. Para Lorelei, mi vida en este momento era el sueño de toda joven mundana pero yo aún no lograba ver esta situación a su manera. Por lo único que aún no podía quejarme, era que mi cuenta tenía la mayor cantidad de ceros que alguna vez hubiese visto durante mi vida crediticia.

Matrimonio a la rentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora