Matrimonio a la renta

37.

Hola hermosas criaturas del universo.

Aquí les traigo un nuevo cap. ¿Cómo creen ustedes que seguirá la cosa? ¿Terminará esto aquí? ¿Se reconciliarán? ¿Que pasará con el título de Noah? Tantas preguntas, y cuestionantes.

Me gustaría que me dejaran sus propias teorías.

Entre otras cosas, desde ya estoy preparando una pequeña sorpresa. Para cuando la novela termine, les tendré una mini-serie de N A V I D A D.

Estoy preparando todo tan bien, que publicare todos los días de diciembre un cap y será todo tan navideño y mágico que sentirán desfallecer.

Si quieres estar al tanto de todo esto, no se les olvide seguirme! ❤️

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La suerte había sido echada al aire y como mala jugadora, con pésima suerte, el destino me había escupido ácido en la cara sin siquiera dudarlo. O por lo menos, así lo sentía cada fibra de mi cuerpo.

En especial mi corazón.

Muy dentro de mí, más allá de lagrimas o de reclamos, había algo que me gritaba a lamentos que esto ya lo había sabido desde hacía muchísimo tiempo sólo que el nefasto hito del amor había cegado mis ojos ante la verdad con un único motivo, no perder el cariño de Noah.

Si bien mi consciencia escondida de mi alterego creía conocer la verdad desde un comienzo, ahora que esas vendas habían sido quitadas de mis ojos, mi verdadero yo sólo pensaba en una cosa: Huir, huir lejos del apartamento, de Noah, su familia, sus juegos turbios y todo lo que se le asemejase.

El hecho de que tuviesen poder, dinero, hijos bien parecidos y una mansión donde refugiarse no les daba el poder para utilizar a los demás. Para mal tratar a los demás a su antojo y luego secarles las lágrimas con un par de billetes o un techo, como lo había pretendido hacer Noah todo este tiempo.

Pero no, Noah si tenía ese poder y no lo hubiese logrado, si mi débil yo no sé lo hubiese dado desde un principio.

—Venga ya, deja de lanzar todas tus cosas a la maleta y explícame qué está pasando aquí.

En medio de mi aturdimiento lanzada al suelo, alguna chispa neuronas había disparado mia impulsos físicos y había hecho levantarme del desastre con un único objetivo, el de sacarme lejos de esta casa cuán rápido fuese posible. Por ese motivo y sin pensarlo, había tomado la primera maleta que había encontrado y así, había empezado a agarrar todo lo que pareciese mío antes de que Noah me comprase.

Si iba a marcharme de aquí, iba a hacerlo con lo que había llegado. Ni con un sólo centavo más, no en la cartera ni tampoco puesto.

—Emilia— Blake insiste pero no interviene. Sabía bien qué de acercarse demasiado o muy rápido, con la inestabilidad emocional que me cargaba terminaría dándole un taconazo que le quebraría el disco duro.

O peor, me echaría a llorar como mujer sin consuelo de nuevo al suelo.

—Emilia tienes que darme una explicación, me tienes nervioso hasta la punta del cabello. ¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué estás empacando tus cosas? ¿Qué te ha hecho Noah?— Intuye como el chico inteligente que era, pero no estaba dispuesto a dar ni testimonio justo ahora, no a tan pocos minutos de haber destapado la caja de Pandora que había terminado por destruir mis ilusiones, sólo para preservar la poca decencia que restaba —, Ese hombre te ha hecho algo, algo muy malo. ¿No es así?

No le veo, no le dirijo la palabra ni tampoco pongo algo de mi atención encima de él. Sólo me concentro en atiborrar mis cosas dentro de la maleta tan fuerte como sea posible, lo que termina inquietando a Blake incluso un poco más.