Otra vez estaba encima de mí, otra vez sentía su aliento a vodka sobre mis labios y otra vez volvía a sentir como sus manos iban oprimiendo lo que quedaba de mi corazón. No acaba de hacerme daño a pesar de haberlo matado, la sangre inundaba el que fue mi hogar durante muchos años y a mí me invadía el pánico.
Sentía como aporreaban la puerta de casa. Todo había acabado.
Mi vida estaba arruinada.
Todos a los que quería ya no estaban.
Cuando la puerta se abrió, mis ojos también lo hicieron y entonces me di cuenta de que había sido otra pesadilla.
Llevaba años soñando con la noche que marcó un antes y un después en mi vida, con la noche en la que me convertí en una asesina y en la que a la vez me liberé de la bestia a la que había estado sometida durante años. Esa noche me prometí muchas cosas pero sobre todo me prometí que nadie más me volvería a humillar por el hecho de ser mujer. Cuando comencé el viaje en el ferrocarril pensé en el futuro que me deparaba. Tenía dieciséis años, no había trabajado nunca por lo que no tenía experiencia y lo más importante de todo no tenía un hogar porque yo ya no pertenecía al mío. Observé a todas las personas que me rodeaban y pensé en pedir ayuda por si alguna de ellas se compadecía de mí pero supe que con la ayuda vendrían las explicaciones y yo no estaba viajando, estaba huyendo de mi pasado. Tomé un periódico que había en el asiento de al lado, seguramente alguno de los pasajeros lo había olvidado y entonces delante de mí apareció la solución a todos mis problemas. La casa real necesitaba soldados por si la I Guerra Mundial acababa salpicando a nuestro pequeño país, pero no solo requerían a hombres sino que también nos habían incluido a nosotras. Desde 1917, las mujeres participaban en la guerra debido a que fueron requeridas por el gobierno provisional ruso tras la Revolución de febrero de ese mismo año, en un primer momento fue para revitalizar a todos los soldados cansados y hacer que los soldados contra los que Rusia luchaba se sintieran humillados por tener que luchar con mujeres como si nosotros no tuviéramos la suficiente fuerza como para hacerlo pero con el paso de los años fuimos demostrando que teníamos todas las cualidades para ser parte del ejército de Agni.
En cuanto llegué a Vikram me dirigí a la academia donde se formaban los mejores soldados de todo el país. Tuve que hacer miles de exámenes y miles de pruebas para demostrar mi valía pero no me importaba, solo pensaba en mamá, en todo lo que había luchado y en todo lo que se nos había sido arrebatado. También pensaba en lo que me había arrebatado Diego, me había quitado la inocencia, la autoestima, la confianza y quizás la esperanza de algún día llegar a querer a alguien. Eso hizo que me aferrara más a la academia, a que me dieran igual los comentarios de los chicos que pensaban que no llegaría a nada y lo más importante que hice en esos meses fue demostrarme a mí misma que podría con todo aquello que me propusiera.
La guerra acabó y yo entré en la academia. Eran cuatro años en los que tendría que dar todo de mí si quería llegar algún sitio en la inamovible sociedad de Agni. La mayoría de soldados que acababan la academia se terminaban yendo a casa o a luchar a otro país. Pero yo quería llegar más alto, entonces apareció en la vida de todos aquellos que luchábamos El albatros. Un albatros es un ave que puede volar muy alto pero en este caso fue mi ancla a la vida, llamaron así a una especie de beca que empezaron a otorgar en la academia. Al que mayores puntuaciones recibiera en cada uno de los cursos acabaría trabajando en palacio, con un gran sueldo y con el respeto de toda la sociedad. Desde el día en el que nos hablaron de ese premio me prometí que en la ocasión en la que mi promoción se graduara, sería yo la que portaría ese trofeo.
Quedaban semanas para la graduación y estaba la segunda en el ranking. Me quedaban muy pocas pruebas para ascender y ser la primera pero la ansiedad estaba pudiendo conmigo. Sentía de nuevo que no era la dueña de mi destino, que la vida se encargaba de ponerme todo muy difícil y necesitaba esa beca para asegurarme de que yo era la dueña de mis propias decisiones. Y con Diego en mis pensamientos no iba a conseguirlo, ni pasándome las noches en vela arrepintiéndome de haber matado al que era mi padrastro, ni preguntándole a mamá que por que tuvo que dejarme o jurándome que nunca perdonaría a papá porque todo aquello que sentía podía volverse en mi contra y no podía permitírmelo.
Encendí la luz de la mesita y saqué del cajón el único recuerdo que tenía de mis padres, aquella foto. Cuando esa foto caía en mis manos, sentía que volvía a ser aquella niña feliz, que solo le preocupaba que sus padres jugaran con ella y qué le depararía la vida. Recordé aquella tarde de domingo cuando mientras mamá cocinaba una de sus deliciosas tartas, le contaba a papá que quería ser música y como él mirándome a los ojos me dijo algo que hizo que en ese momento lo quisiera más; "tú serás todo aquello que te propongas". Era la única verdad que quizás mi padre me había dicho y por ello iba a demostrarle que no había hecho falta que él estuviera en mi vida para cumplir todo aquello que deseaba.
Espero que os guste este capítulo.
¿Qué pensáis que pasará con Alaia?
¿Conseguirá olvidar su pasado?
Contarme en los comentarios!!!
¡Gracias por las 400 lecturas de esta semana!
¡Nos leemos!
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La vengadora de cristal.
Teen FictionUriel, el próximo príncipe de Agni, necesita un nuevo guardaespaldas debido a que el suyo ha muerto en los últimos ataques de los rebeldes a palacio. La vida le sorprenderá trayendo a su vida a Alaia, la que siempre tuvo de compañero al abandono, s...