En la calma sentía la tempestad, en el silencio escuchaba el estruendo y en la paz sentía la violencia. Se oían personas correr, personas gritar y campanas que no dejaban de sonar y de alertarnos que el peligro estaba cerca por no decir que ya estaba con nosotros. En medio de ese desastre, me desperté. Las campanas que avisaban de que los rebeldes estaban dentro de palacio no dejaban de sonar y en ese momento me di cuenta de que era el golpe más fuerte que iban a dar.
Me vestí rápidamente y me dirigí a la puerta para buscar a Uriel, tenía que llevarlo al refugio. La puerta de mi habitación no se abría, estaba atascada o quizás alguien la había dejado así para que yo no pudiera salir de allí. De repente, un gran estruendo sonó en la habitación haciendo que yo gritara. Los cristales de la ventana de mi habitación salieron volando pero no lograron alcanzarme por la magnitud de la estancia. Al romper aquella ventana, invadieron mi espacio y por lo tanto alguien entró allí. Miré quien era la persona que estaba de espaldas colándose y me encontré con aquel hombre misterioso que no dejaba de levantar dudas en mi vida. Nos miramos fijamente, yo quería escapar porque sentía que Uriel me necesitaba pero no podía. No se acercó a mí, solo se quedó parado mirándome, contemplando todo lo que nos rodeaba hasta que dio con la foto con la que me dormía siempre en las manos, con la foto de mi familia.
—La sigues conservando—afirmó observándola emocionado.
—¿Puedes dejarla donde estaba?
—Cuanto me debes de haber odiado para ni siquiera reconocerme—habló mirándome con sus ojos tristes.
—¿A qué te refieres?—pregunté con la voz entrecortada.
—Mi niña se ha convertido en una mujer fuerte y luchadora—comentó hablándome tiernamente—Soy papá, Alaia—confesó haciendo que me mareara de la impresión. Intentó acercarse a mí para sujetarme pero no lo dejé.
Lo miré, miré en lo que se había convertido. Se había ido por luchar por una causa que no era la suya, nos había abandonado para matar a gente y hacer que otra tanta sufriera.
—¿Nos abandonaste por esto?
—Hablas como si fuese algo malo, lo entiendo porque tú estás en el bando contrario. Pero yo solo quería luchar por un futuro mejor para ti, un mundo en el que tuvieras derechos y en el que pudieras ser quién quisieras—se excusó mirándome a los ojos.
—Lo mejor para mí, era que tú hubieras estado en mi pasado, en mi presente y en mi futuro—expresé con tristeza haciendo que por su mejilla derramara una lágrima.
—Lo siento pero en ese momento era lo mejor, no podía poneros en riesgo.
Había guardado tanto rencor dentro de mí, tantas cosas que decirle y tantas otras que reprocharle que en el momento de la verdad no sabía por dónde empezar.
—¿Cómo está tu madre?—preguntó haciendo que la rabia terminara invadiéndome.
—Muerta—respondí sin ningún pudor—Acabaste con ella, con el amor que sentía por ti y con todo lo bueno que tenía—le reproché llorando.
Lloró al escuchar mis palabras, gritó y se golpeó a sí mismo como si se sintiera culpable. Y lo más terrible de todo es que por una parte quería consolarlo, quería que llorásemos la muerte de mamá juntos pero no podía porque le odiaba, porque mi vida había sido una condena por su culpa.
—Nos dejaste solas haciendo que mamá por rencor se casara con otro hombre—comencé hablar de nuevo haciendo que me mirara—Pensé que había encontrado un nuevo padre, un nuevo apoyo en el que olvidarme de tu recuerdo y se acabó convirtiendo en el dueño de mis pesadillas—hablaba sin dejar de llorar porque iba a contarle toda la verdad, todos los detalles de la que había sido mi vida—Mamá murió y ese hombre despachó conmigo toda su rabia. Ese hombre cada noche me violaba y me pegaba haciendo que me acordara de ti y de que no estabas ahí para protegerme—confesé por primera vez en voz alta haciendo que él se acercara a mí.
—¿Quién es?—me preguntó con rabia—Dime su nombre y lo mataré—gritó enfadado.
—No puedes matarlo porque ya lo hice yo—declaré en voz alta por primera vez lo que había hecho—Lo tuve que matar para que no volviera abusar de mí, para que no volviera a humillarme y a golpearme hasta dejarme tirada en el suelo—dije mirándolo a los ojos—Por tu culpa me convertí en una asesina y en un monstruo—me acerqué a él y comencé a golpear su pecho para sacar todo el odio que tenía dentro de mí.
En vez de pararme para que no le pegara, se limitó a estarse quieto mientras yo descargaba mi rabia con él pero hubo un momento en el que me rodeó con sus brazos y me abrazó. Ese abrazo hizo que me desestabilizara porque me había imaginado tantas veces entre sus brazos, soñando con que vendría a rescatarme porque yo no creía en los príncipes azules, solo creía en papá.
—No eres ningún monstruo, eres una mujer fuerte que solo se defendió—susurró en mi oído.
Estuvimos unos minutos más en la misma posición, sintiendo el calor del otro y recuperando el tiempo que habíamos perdido, a pesar de que nada era igual porque entre nosotros había una distancia considerable.
—¿Qué has venido hacer a palacio?
—Queremos evitar que el rey traicione a Uriel—me reveló haciendo que no entendiera lo que me estaba diciendo—El rey quiere evitar que Uriel sea el heredero de la corono—me explicó intentando que lo entendiera.
—Pero por ley le pertenece a él—contesté haciendo que mi padre negara.
—Aquí no puedo contarte todo lo que sé pero puedes venir cuando quieras a nuestro refugio—habló mientras dejaba un papel sobre la mesilla de noche.
—No quiero que matéis por esta causa—le advertí de que su estrategia no me parecía nada bien.
—Recuerda que las apariencias engañan—dijo tratando de hacer que detrás de esas palabras hubiera otro significado—Siento mucho por todo lo que tuviste que pasar por mi culpa, nunca me perdonaré que al mayor tesoro que he tenido en la vida, lo hayan ultrajado—apuntó mientras lloraba arrepentido.
Nunca le contesté, solo le dejé que se fuera porque estaban tratando de entrar en mi habitación. Era mi padre, estaba vivo y cerca de mí. Le había confesado todo y sentía que me había quitado una montaña de piedras que llevaba en mí. Seguía escondiéndome cosas pero quería contármelas. Estaba preocupado por el futuro de Uriel y de este país, eso hacía que en parte valorara su causa. Iba a ir buscarlo para descubrir la verdad porque no podía permitir que nadie dañara a Uriel y menos su padre, porque aquello terminaría acabando en una desgracia de la que todos seríamos víctimas o quizás culpables.
¿Qué os ha parecido el encuentro de Alaia con su padre?
¿Perdonará Alaia a su padre?
¿Qué pasará con el futuro de Uriel como rey de Agni?
Espero que os guste...
¡Nos leemos!
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La vengadora de cristal.
Teen FictionUriel, el próximo príncipe de Agni, necesita un nuevo guardaespaldas debido a que el suyo ha muerto en los últimos ataques de los rebeldes a palacio. La vida le sorprenderá trayendo a su vida a Alaia, la que siempre tuvo de compañero al abandono, s...