Capítulo 30: Los imposibles atraen.

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Para Uriel su misión de aquel día era huir de mí, hacer como si no existiera pero lo que no sabía es que yo era más cabezota que él. No iba a parar hasta hablar con él porque necesitaba explicarle que no quería hacerle daño, al contrario, me moría de ganas por ayudarlo. También quería prometerle que iba a estar a su lado para todo lo que viniera.

Por otra parte, no dejaba de pensar en lo que había pasado entre nosotros la noche anterior. Aquel beso había cambiado algo dentro de mí, era cómo si todos los pedazos de mi corazón se hubieran recompuesto con sus labios. No fue como la vez que besé a Dimitri y eso se debía a que lo que habíamos sentido con ese beso era verdadero, se debía aquel amor verdadero del que una vez él mismo me había hablado. Sabía que aquello que nos había unido también nos iba a llevar distanciarnos porque Uriel ahora solo querría dedicarse a Agni y a defender su puesto. Era entendible o quizás intentaba entenderlo pero también me hubiera gustado que por un momento se hubiese puesto en mi lugar. Hace unos meses era una triste niña que el único sueño que tenía era ser aquello que todo el mundo le había negado que sería mientras que ahora mi vida era completamente distinta, ya no miraba por mí misma sino que ahora miraba por otros ojos que en ese momento me rechazaban por haberle ocultado todo lo que otros le ocultaron para sacar su propio beneficio.

Esperé durante horas en la puerta de su habitación, no se oía nada dentro de ella ni había movimiento por los pasillos. Estaba sentada en el suelo cuando levanté la cabeza y lo vi venir de frente hacía su cuarto. Se paró enfrente de mí mientras yo me levantaba. Me miraba con dureza, como si me estuviese juzgando o preguntándose qué había detrás de aquella fachada que escondía mi rostro.

—Necesito hablar contigo—dije mirándolo a los ojos mientras me sentía intimidada por su dura mirada.

—Ahora si quieres hablar ¿no?—me contestó irónicamente.

—Lo hice mal, lo he sabido desde el momento en el que me enteré y te lo oculté—reconocí arrepentida—Pero lo último que quería hacer era hacerte daño—seguí hablando mientras intentaba no derrumbarme—No me pertenecía contarte algo que era de tu madre, era su historia Uriel—expresé sintiendo que en parte había hecho bien porque yo no conocía la verdad del todo.

—Era la historia de mi madre pero yo creía que yo era importante en la tuya—respondió haciéndome polvo el corazón.

—Yo no puedo meterme porque solo soy tu guardaespaldas—hablé intentando quitarle importancia al vinculo que teníamos.

—¿Y ayer qué eras?—preguntó acercándose a mí—Yo te lo digo—dijo mirándome a los ojos para que se me quedaran clavadas sus palabras—Eras la que quería conquistarme con tu apariencia de ángel mientras me hacías caer en la tentación con la inteligencia de una serpiente—terminó de decir humillándome, creía que todo lo que había hecho la noche anterior era por interés.

—Eres un idiota—le contesté cogiéndolo del cuello para que me mirara—Nadie en su sano juicio aguantaría las humillaciones de tu padre y los caprichos de un niño como tú, aunque le esperara el futuro más prometedor—expresé con rencor porquería quería hacerle todo el daño que él me había hecho a mí—Pero eso ya se ha terminado, porque desde este momento renuncio a seguir defendiendo a alguien como tú—le empujé para que se quitara de delante de mí para poder marcharme corriendo.

Corrí intentado huir de sus insultos, de su desconfianza y de su odio. Sabía que aquel no era el Uriel que había conocido, que todo era producto de su situación familiar pero me prometí a misma cuando era un niña que nunca nadie más me humillaría y él lo había hecho. Estaba enamorada de él pero el amor no justifica el daño a la otra persona. Además, era mejor que me retirara de una batalla que nunca iba a ganar porque Uriel siempre terminaba desconfiando de mí y las relaciones se acaban rompiendo con ese arma letal.

Llegué hasta el otro edificio de palacio, donde vivían todos los trabajadores de palacio. Necesitaba hablar con Dasha, tenía que contarle que me iba, que no podía seguir cuando el odio de Uriel hacia mí parecía haber crecido a pasos agigantados. Llegué a su habitación y llamé sigilosamente por si estaba su padre. Me abrió la puerta y no dude en tirarme a sus brazos, lloré en ella todo lo que no había podido llorar conmigo. Después de que me tranquilizara comencé hablar.

—Me voy de palacio, he renunciado—confesé sin andarme con rodeos.

—¿Qué?—preguntó tristemente.

—Ayer pasaron cosas y ya no tiene sentido que esté aquí—contesté agachando la cabeza.

—Uriel no va a dejar que te vayas—replicó mi amiga con un tono un poco enfadada.

—Es él el que ha hecho que tome esta decisión—expliqué haciendo que se sentara a mi lado.

—Ayer se os veía bien, solo había que ver como os mirabais en el baile—comentó Dasha mientras tomaba mi mano.

—Le mentí sobre algo muy importante para él—me miró con cara extrañada porque sabía que yo nunca mentía—Esto que te voy a contar no puede saberlo nadie, Dasha. Podemos poner en peligro la vida de mucha gente... ¿lo entiendes?—asintió haciéndome ver que entendía que era un asunto grave—Uriel no es hijo del rey y los rebeldes quieren ayudarlo para que conserve su cargo porque Fidel quiere deshacerse de él para que un hijo que tuvo fuera de su matrimonio sea el heredero de la corona. Yo lo sabía porque me lo contó mi padre, que es uno de los rebeldes y la reina me lo confirmó, ella colabora con ellos. Sabía todo esto y no se lo dije a Uriel hasta ayer que no podía sostener más la mentira después de que nos besáramos—le revelé haciendo que me mirara sonriendo.

—¿Os besasteis?—preguntó sin hacerle caso al resto de lo que le había contado, así era mi amiga solo le importaban los pequeños detalles. Le contesté asintiendo.

—Estoy irremediablemente enamorada de él—suspiré sacando toda la tensión que conllevaba aquella revelación.

—Dale tiempo, todo ha sido muy difícil para él. Descubrir que has vivido en una mentira no debe de ser plato de buen gusto y que te lo ha ocultado la persona de la que estás enamorado tampoco—dijo en un tono comprensivo.

—Uriel solo quiere vengarse de Fidel, a mí ya no me necesita—le aclaré recordando las palabras que me había dicho hace un rato—¿Qué tal ayer, tuviste mucho trabajo?—pregunté intentando cambiar de tema ganándome una mirada de reprobación de Dasha.

—Estuve de niñera del amigo de Uriel—contestó malhumorada.

—¿De Dimitri?—pregunté mientras ella asentía—¿En qué lio se metió?—Dasha se levantó y apoyó en la mesa que teníamos enfrente.

—Cuando salí a dejar la basura en el patio de atrás de la cocina, me lo encontré peleando con otro tipo por una mujer. Lo dejó tirado y malherido—explicó haciendo que me preocupara por él—Tuve que traerlo aquí y curarlo—terminó de hablar mientras cruzaba sus brazos.

—¿Y por qué estás tan enfadada? ¿Te faltó el respeto?—cuestioné curiosamente.

—Porque es un engreído, que se piensa que todas las mujeres nos morimos por él—contestó haciendo que me diera cuenta que aunque hiciera que le caía mal, Dasha se había fijado en él.

—Te gusta—afirmé mientras ella me fulminaba con la mirada. De repente, vi unas flores en la mesilla de al lado de su cama y todo encajó—Te las ha mandado él, estoy segura—volví hablar haciendo que se pusiera nerviosa.

—Me las ha mandado como agradecimiento—se excusó intentando mentirse a ella misma.

—Dimitri es un buen chico pero aún no sabe lo que quiere. Ten cuidado con lo que sientes por él, no quiero que te haga daño—le aconsejé mientras me levantaba para acercarme a ella.

Dasha no hacía más quedecirme que estaba loca por pensar que sentiría algo por él. Sus excusas eranlas típicas, no somos de la misma clase social, él no se fijaría en mí, yo nopuedo fijarme en alguien como él pero lo que no sabía Dasha es que cuanto másimposible es alguien, más nos aferramos a esa persona. 

¿Qué os parece el comportamiento de Uriel con Alaia?

¿Qué pasará entre Alaia y Dimitri?

Espero que os guste...

¡Nos leemos!

La vengadora de cristal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora