La maleta encima de mi cama adelantaba el final de mi trayectoria en palacio. Habían sido meses llenos de cambios, de crecimiento y de supervivencia. Cuando llegué aquí pensaba que no resistiría, que me daría por vencida antes de lo que esperaba pero me había terminado adaptando, había terminado conociendo a personas que me hacían despertarme con ganas de seguir y hasta me había imaginado un futuro en este sitio. Fidel se había acabado saliendo con la suya, que yo me fuera de este palacio para no seguir alterando su orden.
No tenía ni idea de que iba a ser de mi vida al día siguiente, incluso no sabía a dónde iría o si me quedaría en Vikram. No podía volver a casa, no podía arriesgarme a que alguien me reconociera y se acordaran del asesinato de Diego. Pensé en pedirle ayuda a mi padre, pero me agobiaba el hecho de pensar en vivir en el mismo sitio que él, después de todo el tiempo que había pasado. Aún no le había perdonado, estaba enfadada con él por renunciar a nosotras por una causa que no era suya y también me irritaba el hecho de que él también había querido seguir ocultándole todo a Uriel. Lo mejor era no pensarlo, hacer lo que sintiera y perderme en el lugar que me apeteciera.
Mientras guardaba mi ropa, la poca que había traído recordaba cada uno de los momentos que había pasado en ella. Mi tregua con Uriel, nuestro primer abrazo, la confesión de mi padre, los buenos ratos con Dasha...No había ningún recuerdo amargo, ninguno que evitara las lágrimas que ya estaban en mis ojos.
De repente, sentí como la puerta se abría y me encontraba con los ojos azules de Uriel.
—¿Por qué has entrado sin llamar?—pregunté enfadada.
—No te vayas—me pidió mirándome a los ojos, cuando esas palabras salieron de su boca, el corazón se me paró por unos segundos.
—¿Por qué me tendría que quedar?—cuestioné mientras me volvía a mi armario para coger más ropa.
—Porque te necesito—reconoció mientras yo volvía a ponerme delante de la maleta.
—Ayer no lo parecía—le reclamé intentando ser orgullosa.
—No te vayas, por favor—me quitó la ropa que tenía en las manos y se quedó muy cerca de mí.
—No me puedo quedar a tu lado si vas a seguir humillándome—levanté la cabeza para mirarle—Prefiero que no me hables, que no me mires o incluso que hagas como que no estoy pero no me humilles porque me haces polvo—dije sintiéndome que me abría un poco más a él—Enfádate conmigo pero nunca me odies Uriel—le pedí mientras la primera lágrima caía por mi mejilla.
—Lo siento—habló mientras limpiaba la lágrima de mi mejilla—No te puedo prometer que vaya a ser el mismo de antes pero nunca voy a volver hacerte daño porque tú no tienes la culpa de lo que pasa en mi vida. Tú único error fue callarte—sus palabras me hicieron sentir aliviada porque por lo menos estaba arrepentido de las palabras del otro día.
—Yo también siento no haber sido lo suficientemente valiente para contártelo—expresé arrepentida.
—¿Te vas a quedar?
—Me quedo pero lo hago porque quiero ver la cara de Fidel cuando seas el rey de Agni—contesté haciéndole sonreír.
—¿Solo por eso?—me cuestionó haciéndome saber a lo que se refería.
—Podría decirte miles de razones por las que quedarme pero solo una sería la verdadera—le respondí siendo sincera—Pero tenemos que tener claro que entre nosotros no puede pasar nada—le advertí.
—¿Es un poco tarde, no?—sonrió como si la situación no le fuera incómoda.
—Podemos no volver a cometer el mismo error—contesté sentándome a un lado de la cama.
—¿Y si no paro de pensar en volver a repetir ese error?
—Solo soy tu guardaespaldas, piensa eso. Además, si alguien se enterase es cuando realmente mi vida en este palacio habría terminado—dije intentando que se diera cuenta de la gravedad del asunto.
—¿Por qué te niegas a sentir?—preguntó sentándose a mi lado—Siempre estás poniéndote una coraza cuando se trata de mí—expresó tristemente.
—Porque eres la única persona que hace que me sienta vulnerable, porque siento que en el momento en el que quieras puedes hacerme polvo y quiero adelantarme a eso—lo miré a los ojos para que se diera cuenta de que le estaba hablando con la verdad, porque todo aquello era lo que sentía. Cuando estaba con él es como si me volviera más frágil de lo que ya era y yo era todo lo contrario, necesitaba tener todo bajo control.
—Nunca podría hacerte daño—contestó tomando mi mano.
—Lo has hecho mientras dudabas de mí—volví a recordar su actitud de aquellos días—No quiero que pienses que te lo echo en cara, solo que no quiero que vuelvas a tratarme así porque entonces me iré y no me volverás a ver en tu vida—expresé intentando ser contundente—Yo soy una mujer libre, Uriel. Nada ni nadie va a conseguir atarme—volví a recordarle mientras lo miraba a los ojos.
—Me ha quedado claro—dijo levantándose—¿Te puedo ayudar a deshacer esa maleta?—preguntó inocentemente mientras yo asentía.
Nos llevó un rato volver a poner todo en su sitio,en realidad era como nuestra relación. Iba a costar que todo volviera a ser igual que antes porque ahora nos separa la duda y la tensión de saber que había algo más entre nosotros, algo que no sabíamos si podríamos llegar a controlar. Dudaba tanto de mí en aquel momento, yo era el sinónimo de autocontrol pero Uriel había hecho que con ese beso despertara el lado indomable que había en mí.
—No me gusta que estés así de callada—habló mientras yo guardaba la maleta vacía en mi armario.
—Estaba pensando, nada más—respondí intentando quitarle importancia.
—Me ha contado Dimitri su encuentro con Dasha—comentó alegremente.
—Se gustan—afirmé mirándolo—Le ha mandado flores con la excusa de que es en agradecimiento—dije recordando lo que me había dicho Dasha.
—Es la primera vez que he visto a Dimitri mirar a alguien así.
—¿Cómo la mira?—pregunté curiosamente.
—Como yo te miro a ti—respondió ganándose una mirada de reprobación por mi parte.
—Me da miedo que le haga daño—volví hablar sabiendo como era Dimitri.
—No se lo voy a permitir—sentenció haciendo que le sonriera en señal de agradecimiento.
Aquella conversación había servido para acercarnos y para alejarnos. Nos había vuelto a juntar en el sentido profesional porque yo me quedaría a seguir siendo su guardaespaldas a pesar de todo y aunque quisiera engañarme, me quedaba por lo que sentía por él, porque no era capaz de dejarlo solo después de todo lo que había descubierto. Nos había alejado, porque si no nos alejábamos íbamos a terminar quemados y sobretodo separados por sus padre. Estábamos muy cerca y a la vez muy lejos y eso era lo que más me dolía, no poder tener a la persona que quería completamente conmigo.
¿Qué opináis de esta conversación?
Se vienen capítulos muy intensos...
¡Espero que os guste!
¡Nos leemos!
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La vengadora de cristal.
Teen FictionUriel, el próximo príncipe de Agni, necesita un nuevo guardaespaldas debido a que el suyo ha muerto en los últimos ataques de los rebeldes a palacio. La vida le sorprenderá trayendo a su vida a Alaia, la que siempre tuvo de compañero al abandono, s...