Capítulo 38: ¿De dónde has salido?

45 1 0
                                    

Estaba atardeciendo cuando volví a palacio. Uriel me había dado la tarde libre para estar con Katia y decidí salir de allí para despejarme. No se me iba de la cabeza sus manos unidas, sus paseos por el jardín o todos los momentos de complicidad que compartían. No estaba celosa pero tenía miedo de que Uriel dejara de sentir lo que sentía por mí porque aunque no lo dijéramos en voz alta sabíamos lo que había entre nosotros.

Sabía que nosotros nunca tendríamos un buen desenlace pero una cosa es saber o imaginar y otra cosa es vivirlo. Duele ver como la persona de la que te has enamorado le da la oportunidad a otra, como intenta pasar página o como se aferra a alguien que no eres tú por miedo a quedarse solo aunque en este caso yo diría que él lo hacía por no quedarse sin corona. Entendía la postura de Uriel porque durante toda su vida se había esforzado y sacrificado por ser el rey de Agni y no estaba dispuesto a perderlo por un capricho de Fidel.

De repente cuando estaba andando alguien saltó de una roca para ponerse delante de mí.

— ¿De dónde has salido? —pregunté llevando mi mano a mi pecho por el susto que me había dado. Era Nick, el rebelde al que vencí en palacio y con el que había tenido varios encontronazos.

—Nunca lo sabrás—me miró sonriendo.

— ¿No me estarás siguiendo?

—Pues claro que no peleona—contestó haciendo que le mirara raro por como me había llamado.

— ¿Peleona?

—Así te llamo—aceptó haciéndome sonreír—Vaya parece ser que puedo hacerte sonreír aparte de hacerte enfadar—habló haciendo que me sonrojara.

Volví a retomar mi camino mientras sentía como me seguía intentando ponerse a mi lado y entonces me di cuenta de que no tenía la intención de acabar la conversación.

—¿A qué se debe tu salida de palacio? —preguntó sonriendo.

—No sabía que ahora eras mi jefe para darte explicaciones—bromeé.

—Solo me extraña que hayas salido, no es lo usual.

—Uriel me ha dado la tarde libre y a veces en ese palacio siento que me asfixio—le contesté abriéndome más de lo que debería.

—Parece que lo suyo con Katia va enserio—comentó haciendo que dejara de sonreír—He dado con tema que te preocupa—habló haciendo que me diera cuenta de que se había dado cuenta que aquello me incomodaba.

—Lo suyo es bueno para vuestra misión.

—¿Y es bueno para ti? —se interesó mientras que yo miraba al frente para que no viera que aquello me afectaba más de lo que él pensaba.

—No importa lo que yo sienta.

—A mí sí que me importa—reconoció haciendo que lo mirara sorprendida.

—Hasta hace unos días me odiabas—le reproché mientras me sentaba en un tronco que había en el camino que llevaba hasta palacio.

—No te odiaba—me confesó—Solo que me hacía el duro—aceptó haciéndome reír.

—¿Así actúas cuando alguien te gusta?

—Yo no he dicho que me gustes—contestó con una sonrisa pícara.

— ¿Por qué estás con los rebeldes? —pregunté con curiosidad.

—¿Esto es un interrogatorio? —cuestionó sentándose a mi lado mientras yo asentía—Fidel mató a mi padre—manifestó haciendo que yo me llevara las manos a la cabeza.

—¿Por qué lo hizo?

—Nunca lo supe—respondió serio—Mi padre trabajaba como contable en palacio y descubrió algo que dejaba al rey en evidencia—me explicó para que entendiera el por qué creía que su padre había tenido aquel desenlace.

—Lo siento.

—Escuché hablar de los rebeldes, estuve indagando durante mucho tiempo hasta que di con tu padre—me contó mientras veía como le afectaba hablar del tema—Él desde el principio me ofreció su ayuda y una familia—habló mirándome a los ojos.

—Para daros a vosotros una familia acabó con la suya—escupí con rabia.

—Deberías darle una oportunidad—dijo haciéndome enfadar—¿Te hubiera gustado más encontrarlo muerto? —preguntó sin esperar que le respondiera—Es tu padre te guste o no, tienes la posibilidad de recuperar el tiempo perdido y vas a perder esa oportunidad por orgullo—me aconsejó haciéndome ver que es lo que él haría si tuviera la posibilidad de que su padre regresara.

—Lo pensaré.

—¿Por qué no te vas de palacio si no eres feliz allí? —preguntó pillándome por sorpresa.

—¿Es un interrogatorio? —repetí lo que él había dicho haciéndole reír.

—Estoy esperando una contestación.

—Porque si me voy de allí será aceptar que no tenemos posibilidad de estar juntos—confesé con la cabeza baja.

—Estás bastante rota ya como para dejar que alguien te rompa más por no saber valorarte—cogió mi mentón para que le mirara a los ojos.

—¿Y tú si sabes valorarme? —pregunté mientras él asentía—No me conoces de nada—apunté mientras me levantaba y comenzaba a caminar de nuevo.

—Llevas razón, no te conozco—reconoció tomando mi muñeca para hacerme parar—Aunque sé que cuando quieres a alguien, no puedes abandonarle porque sabes como es que lo hagan. Sé que elegiste luchar para que nadie más te vuelva hacer daño y también sé que hay algo en tu consciencia que no te deja avanzar—me relató haciendo que me asustara porque conocía bastante para solo habernos visto un par de veces.

—Eres un buen observador—comenté haciendo que él sonriera con satisfacción.

—Es que nunca me has valorado, peleona.

—Creo que a partir de ahora cambiaré mi comportamiento—le contesté con vergüenza.

—No te preocupes que no le contaré a nadie que te sonrojas—dijo haciendo que retomara mi marcha a palacio—¡Nos volveremos a ver peleona! —exclamó mientras me veía irme.

—¿Qué pasa que no me he ido y ya me echas de menos?

En aquel atardecer descubrí a una persona que no imaginaba lo importante que sería en mi vida. Nick, ese chico serio y que siempre parecía estar de mal humor resultaría ser alguien con el que siempre podría ser yo porque él nunca me juzgaría, porque él también tenía cosas de las que avergonzase. Y es que por más que nos pese hay veces que nos podemos ser con las personas que quisiéramos pero también hay otras con las que somos más nosotros que nunca.

¿Qué os parece Nick?

¿Pensabáis que acabarían llevándose bien?

Espero que os guste...

¡Nos leemos!

La vengadora de cristal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora