Capítulo 54: FINAL.

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Estaba enfrente de palacio después de haber llegado en un carruaje con el que me habían recogido. Aquel sitio parecía muy diferente, desprendía una paz que nunca había sentido. Hacia un mes desde la boda fallida de Uriel, desde que su padre había muerto y la sociedad de Agni se había enterado de la verdadera cara de su rey. Fueron unos días muy difíciles para todos porque tuvimos que adaptarnos a la nueva situación pero creo que el que peor lo pasó fue Uriel, sin ninguna duda. Tuvo que asimilar que sería el nuevo rey de Agni y no porque le correspondiera sino porque su pueblo lo pedía. Hubo un montón de revueltas pidiendo que Uriel no renunciara a su cargo porque la gente de nuestro país confiaba en él y eso le dio la fuerza para confiar en sí mismo.

Por eso estaba en palacio, porque hoy era el día de la coronación de Uriel como rey. Contemplando aquel sitio me di cuenta de que había sido un año muy duro para todos, habíamos aprendido muchas cosas pero sobre todo habíamos formado una familia a la que le había cambiado la vida.

—¡Alaia! —me llamó alguien sacándome de mis pensamientos—Bienvenida—entonces me encontré con Dasha.

Lucía preciosa pero sobre todo se le veía con más vida. Dimitri y ella se casarían muy pronto después de que él le pidiera la mano a su padre, fue un momento muy bonito y alegre para todos. Además, ella era la nueva modista del palacio porque Uriel sabía de su talento y no estaba dispuesto a desperdiciarlo. También Dimitri trabajaba en palacio, sería el consejero real de Uriel porque necesitaba a alguien que lo guiase siempre cuando él no supiera que hacer.

Cuando estaba muy cerca de mí me lancé a sus brazos porque llevaba tiempo sin verla. Me había querido mantener al margen de todos los cambios de palacio porque era un momento estresante para Uriel y yo no quería suponer más presión para él. Le había querido dar su espacio y durante aquel tiempo acompañé a mi padre a visitar a mi madre al cementerio de nuestra ciudad y también le había ayudado a buscar una casa en la que vivir en Agni. Llevaba semanas ayudándole para que fuera un lugar precioso en el que vivir, hasta tenía una habitación para mí que se había empeñado en que tuviera hasta que pensara que hacer con mi vida.

—Te he echado de menos—susurré en su oído.

—¡Estás preciosa! —exclamó entusiasmada—Sabía que te gustaría—dijo mirando el vestido.

Cuando me llegó la invitación para la coronación también me llegó una caja de su parte con un vestido dentro. Era verde con vuelo y tenía una lazada en el cuello y me gustó muchísimo porque era bonito pero sencillo. Tenía mi esencia, esa que solo conocían unos pocos.

Después de ponernos un poco al día me acompañó hasta dentro del castillo. Todo estaba adornado con flores, las ventanas tenían las cortinas corridas dejando que entrara la luz de noviembre y no paraban de pasar doncellas y mayordomos ultimando todos los detalles. Uriel no era todavía rey y ya se notaba su presencia en aquel sitio, sonreí porque todas las expectativas que tenía con respecto a él se estaban cumpliendo.

Saludé a la reina que se encontraba con mi padre en el salón donde sería la ceremonia. Con la reina había mantenido el contacto para que me informara sobre su hijo. Además, mi padre ahora trabaja en palacio también, sería el otro consejero real de Uriel. Estuvimos hablando de lo cambiado que estaba todo hasta que Dasha me tomó de la mano y me hizo subir con ella las escaleras. Sabía que nos dirigíamos al despacho de Uriel aunque no me lo hubiera dicho y me puse muy nerviosa porque no sabía como reaccionaría al verme.

—Quizás sea mejor que nos veamos después de la ceremonia—apunté con miedo.

—No seas tonta.

Llegamos a la puerta pero nos las encontramos abierta, nos asomamos y nos encontramos con una escena preciosa. Dimitri estaba ayudando a Uriel a ponerse la chaqueta con la que luciría en su coronación. Se miraban con admiración porque sabían que este día estaba aquí porque lo habían conseguido juntos, porque eran amigos pero sobre todo hermanos, de ese tipo de hermanos que está siempre por muy gris que esté el cielo. Me emocionó verlos así, tan frágiles y tan ellos, de esa manera que solo dejaban ver con la gente con la que se abrían de verdad. Dasha carraspeó haciendo que ambos se giraran para mirarnos.

Uriel no tardó en darse cuenta de mi presencia, me observó de arriba abajo y me sonrió con esa sonrisa que tantas veces me había complicado la vida. Ambos estábamos distintos porque no éramos los de antes pero creo que esta versión mejorada de ambos me gustaba más que la anterior.

—¡Bienvenida Alaia! —exclamó Dimitri acercándose a mí para abrazarme.

—Enhorabuena consejero real—le dije cuando nos separamos.

—Es el cargo que me merezco—bromeó haciendo que todos sonriéramos.

—Dimitri—lo llamó Dasha—Necesito que me acompañes un momento—le pidió guiñándome un ojo porque sabía que era un plan para dejarnos solos.

No tardaron en salir de la estancia y un silencio se instaló entre nosotros. Nos sonreíamos tímidamente porque ninguno sabíamos como actuar después de tanto tiempo.

—Enhorabuena—solté acabando con el silencio acercándome a su escritorio para dejar el bolso—Estaba segura de que lo conseguirías—dije orgullosa.

—No podría haberlo hecho sin ti—me contestó acercándose.

—Yo solo te di un pequeño empujón.

—Tú me cambiaste la vida—dijo haciendo que mi corazón diera un vuelco.

—¿Cómo has estado?

—Han sido unos días muy duros porque he tenido que asimilar la muerte de Fidel y mi nuevo cargo pero con la ayuda de mi madre todo ha ido mejor—respondió a unos metros de mí.

—Se le ve feliz, como nunca la había visto—comenté recordando el rostro serio de la reina en mis primeros días en palacio.

—Ha tenido que pasar por mucho para llegar aquí.

—Lo siento mucho, Uriel—hablé haciendo que él me mirara sin comprender por qué le decía aquello—Por lo de Fidel porque aunque no tuvierais buena relación sé que algo dentro de ti sentía algo bueno por él, porque eres así de generoso—le expliqué haciendo que él asintiera—Y también lo siento por todo lo que te dije antes de irme de palacio y por no haberte contado la verdad—concluí.

—Todo eso es pasado y yo ahora solo quiero mirar el presente—me dijo poniendo su mano en una de mis mejillas—Y en ese presente te veo a ti en este palacio—expresó haciendo que yo me quedara sin palabras.

—Yo te quiero, Uriel—confesé acercándome a él—Pero yo necesito estar en este palacio teniendo una función—le expliqué haciendo que él me entendiera.

—¿Quieres ser la guardaespaldas del rey de Agni? —preguntó sorprendiéndome.

—Acepto.

—¿Y aceptas también estar conmigo?

—Acepto pero quiero que vayamos despacio porque nos hemos hecho mucho daño—respondí haciendo que él asintiera.

—¿Ir despacio significa que no puedo besarte? —bromeó tomando mi cintura haciendo que estuviéramos más cerca.

—Despacio significa que nos queramos tan fuerte que podamos con todo—le susurré antes de besarle.

Y desde aquel día Uriel y yo aprendimos que por mucho que queramos a alguien hay que hacerlo de la manera correcta. Porque muchas veces es más importante la calidad que la cantidad, nosotros nos queríamos mucho pero no lo hicimos de la manera correcta hasta que cada uno no cerró todas las heridas abiertas que teníamos. Ese día también le vi brillar como nunca le había visto hacerlo y me di cuenta de que amar a alguien significa admirarle contando con sus errores. Fui muy feliz viéndote triunfar Uriel pero fui más feliz sabiendo que no sería el único día que estaría a tu lado para hacerlo, porque ya éramos uno, ya éramos lo que siempre habíamos soñado. 

***

¿Qué os ha parecido este final?

Es sencillo pero bonito...

Aunque todavía nos queda el epílogo...

Gracias por el apoyo de estos meses...¡Nos leemos!

La vengadora de cristal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora