Capítulo 13: Primer ataque a palacio.

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Aquel día me levanté temprano como cada mañana. No tardé en ponerme el uniforme, que consistía en una camisa blanca de manga larga de cuello en pico con unos pantalones azules marino. Cuando estuve lista, me miré por última vez en el espejo y bajé a desayunar.

Desayuné mientras hablaba con Dasha sobre lo rápido que había funcionado la infusión que me había preparado con la receta de su madre. También le estuve contando que Uriel y yo habíamos arreglado nuestras diferencias, se alegró mucho porque nos tenía aprecio a ambos.

Luego, subí a la habitación de Uriel y esperé fuera hasta que saliera para acompañarlo a la estancia de palacio donde le tocara ese día trabajar. Cogí mi libro favorito y lo releí mientras lo esperaba sentada en uno de los bancos que había en el pasillo donde se encontraban nuestras habitaciones.

—Cada día me sorprendes más—habló alguien haciendo que levantara la cabeza y me encontré con Uriel.

—¿Qué he hecho ahora?—pregunté sin saber a qué se refería.

—Nada, solo que no sabía que te gustaba leer—contestó sonriendo.

—Que mi pasión sea dar puñetazos y patadas, no significa que sea analfabeta—bromeé. 

—¿Te gustaba estudiar?—preguntó interesado mientras comenzábamos a caminar.

—Mucho pero tuve que dejarlo.

—¿Por qué lo dejaste?—no podía contarle nada de mi pasado porque eso significaría dejar rastros de mi vida.

—Problemas personales—me limité a responder.

—Quiero mejorar la educación de Agni, tengo unas propuestas bastante interesantes pero mi padre no se cansa de rechazarlas—me contó seriamente.

—En un futuro tú serás en el que tome las decisiones sin tener que pedirle permiso—dije intentando animarle—Tienes en tus manos el poder de cambiarle la vida a mucha gente, incluso de mejorársela y eso es muy bonito Uriel—hablé contándole lo que pensaba del poder.

—Nunca lo había pensando así.

—Así es que aprovecha la oportunidad que te está dando la vida—le aconsejé mientras él me sonreía en señal de agradecimiento—¿Qué tienes que hacer hoy?—pregunté llegando a su despacho.

—Reuniones, reuniones y más reuniones—contestó sin ninguna ilusión.

De repente, los cristales de las ventanas estallaron en miles de trozos pequeños. Empujé a Uriel para que cayéramos al suelo mientras no dejaban de llover cristales.

—Creo que no vas a tener que ir a ninguna reunión— comenté mirándolo en el momento en el que me encontraba encima de él.

El ruido de los cristales cesó pero fueron sustituidos por las campanas de palacio que avisaban de que estábamos recibiendo un ataque de los rebeldes. Era mi oportunidad para demostrarles a todos lo que había venido hacer, demostrarles que estaba preparada para luchar y para defender a Uriel de estos ingratos.

Me levanté de encima de él y después él hizo lo mismo. Miré para todos sitios, teníamos tiempo para llevarlo al refugio de la familia real. Consistía en unas habitaciones que había escondidas entres las paredes de palacio y que estaban conectadas por pasadizos secretos que solo conocíamos las personas que estábamos en palacio. En ese momento pensé en Dasha y en lo mal que lo estaría pasando después de lo que significaban estos ataques en su vida.

—Tenemos que darnos prisa, te tengo que llevar al refugio—exclamé nerviosa mientras le cogía de la mano para que corriéramos.

Nos encontrábamos en la primera planta, los pasadizos de los refugios estaban en la segunda, solo teníamos que recorrer unos pasillos y subir unas escaleras. Lo íbamos a conseguir, lo sentía pero todas esas ideas de desvanecieron cuando nos encontramos de frente con un grupo de rebeldes. Paramos mientras ellos se relamían como si estuvieran viendo al filete de carne más jugoso del mundo.

La vengadora de cristal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora