Sentí que me estaba ahogando en aquel sitio, sentía como los recuerdos iban rozándome la cordura y atrapando mi respiración. Salí de aquella taberna de mala muerte porque necesitaba respirar, necesitaba gritar o quizás perderme en aquella ciudad para nunca encontrarme más.
Aquel beso despertó todas las emociones que tenía anestesiadas. Dimitri había sido muy respetuoso y sabía que aquello no iría más allá de esa noche porque ambos después de darnos ese beso nos habíamos dado cuenta de que no habíamos sentido nada, por lo que bromeamos y dijimos que seríamos los mejores amigos del mundo. A mí me gustó la idea porque nunca había tenido un amigo y ahora lo tenía a él. No sé si fue por el beso o por el alcohol que sentí en los labios de Dimitri los de Diego, sus manos en mi cintura hicieron que recordara las tenebrosas caricias de sus ásperas manos y que su aliento al mezclarse con el mío me recordara la cercanía del peligro. No había sido mi primer beso pero si lo había sido con alguien que no fuera él, con alguien que no utilizara la violencia para tenerme.
Fui a pedirle a Uriel que me acompañara, que nos fuéramos de allí y que habláramos para olvidar todo aquello que venía de mi pasado. Estaba con otra chica besándose y eso hizo que una sensación amarga se instalase en mí, cómo si me afectara o cómo si con ese beso algo nuevo despertara en mí. No quería complicarme la vida con alguien cómo Uriel porque él pertenecía a un mundo del que yo nunca podría formar parte.
—Alaia—escuché como me llamaba—¿Por qué has salido corriendo?—preguntó Uriel acercándose a mí.
—No te acerques, por favor—dije levantando mi brazo en señal de defensa—No quiero hacerte daño.
—¿Qué ocurre?—preguntó mientras podía ver el miedo en sus ojos—¿Te ha hecho algo Dimitri?—volvió a hablar para averiguar qué era aquello que me pasaba.
—No, solo necesito respirar y estar sola—respondí mientras me daba la vuelta para llorar y que no me viera.
—No te voy a dejar sola—dijo con firmeza—Puedes contarme lo que sea—habló de manera tierna.
—Aunque te lo cuente, las cosas no cambiarían.
—Pero pueden doler menos—contestó haciendo que lo mirara.
—Hay heridas que nunca dejan de escocer—apunté girándome de nuevo para mirarlo—¿Podemos volver a palacio?—pregunté mientras él asentía.
Caminamos durante un rato en silencio. Iba contemplando cómo amanecía, cómo la nieve brillaba con la salida del sol y cómo la luz empezaba a dar claridad al nuevo día. Sentía cómo la tensión se iba y se instalaba en mí una leve resaca. Todavía me quedaba todo el día, hasta la noche no podría dormir a no ser que Uriel me lo permitiera. Estaba deseando llegar para que Dasha me preparara uno de sus deliciosos desayunos mientras le contaba las aventuras que había vivido, obviando algunas partes. Siempre contaba la verdad a medias, no mentía pero escondía cosas por el miedo de que alguien llegara a mi pasado y al hecho de que era una asesina.
De un momento a otro, sentí como una bola de nieve impactaba en mi cara y como otra caía en mi pecho. Me giré al otro lado para encontrarme a Uriel cogiendo nieve para hacer más bolas. No lo pensé y lo imité haciendo que en pocos segundos iniciáramos una guerra de nieve. Cuando estábamos completamente mojados, nos dimos por vencidos.
—¿Estás más tranquila?—preguntó mientras se acercaba a mí con una sonrisa cariñosa.
—Sí—me limité a contestar—Me has ayudado aunque no lo creas—confesé mirándolo.
—¿Te gusta Dimitri?—preguntó mientras comenzaba a andar de nuevo.
—Solo somos amigos—respondí siguiéndole.
—Los amigos no se besan.
—Hay besos que aclaran dudas—hablé haciendo que me mirara sonriendo—¿Y a ti te gusta esa chica?
—No ha sido cómo esperaba—contestó haciendo que me parara para mirarlo.
—¿Era tu primer beso?—pregunté mirándolo tiernamente. Tardó en contestar y eso hizo confirmar mis sospechas—También ha sido el mío—le revelé haciendo que levantara la cabeza para mirarme.
—¿Y ha sido como esperabas?—cuestionó interesadamente.
—Para nada, me he besado con el mejor amigo del príncipe de Agni, un tipo mujeriego y pretencioso. Todo lo contrario a mí.
—Es buena persona—habló Uriel para decir algo bueno de su amigo.
—Llevas razón—asentí sonriendo.
—Supongo que cuando bese a alguien del que esté enamorado o que me atraiga, sentiré toda aquella magia de la que hablan las leyendas de amor—reflexionó haciéndome admirar la capacidad y las ganas que tenía de amar.
—Por ese tipo de cosas te admiro—dije haciendo que se parara.
—¿Me admiras?—preguntó acercándose a mí haciendo que me pusiera nerviosa. Cada vez que lo tenía cerca era cómo si miles de hormigas recorrieran todo mi cuerpo.
—Cada vez que algo o alguien te decepcionan, no renuncias a ello. Al contrario, intentas buscar el lado bueno de eso para darle una segunda oportunidad—le expliqué sintiendo cómo me miraba atentamente—Siempre intentas perdonar, cómo si buscaras lo bello de todo—terminé haciendo que él sonriera.
—Nunca me lo habían dicho pero gracias—me agradeció volviendo a caminar—Pero aunque me digas cosas bonitas, no he olvidado que te he ganado en la batalla de nieve—dijo empujándome para hacerme de rabiar.
—Te tocaba ganar porque siempre acabo haciéndolo yo—le contesté refiriéndome a todas las rabietas y chantajes que tenía que aguantar por mi parte.
—Creo que ya he ganado suficiente con tu llegada a palacio—confesó mientras se sonrojaba haciendo que me quedara sin palabras.
Comenzó a nevar, haciendo que nos miráramos de nuevo para sonreír. Aquellas palabras y aquella nieve habían sido perfectas para poner final a esa noche llena de emociones. Reflexionando un poco, me di cuenta de que no había sido tan mala. Había conocido un poco más la parte despreocupada de Uriel, también había conocido a Dimitri, que me había hecho ver que debajo de esa fachada de chico duro había un buen amigo pero sobre todo aquella noche descubrí que las conversaciones sinceras con Uriel se estaban convirtiendo en mi cosa favorita del mundo. Aunque fuera un secreto que tuviera que callar, sabía que Uriel escondía miles de cosas buenas que yo me moría por descubrir.
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La vengadora de cristal.
Genç KurguUriel, el próximo príncipe de Agni, necesita un nuevo guardaespaldas debido a que el suyo ha muerto en los últimos ataques de los rebeldes a palacio. La vida le sorprenderá trayendo a su vida a Alaia, la que siempre tuvo de compañero al abandono, s...